LA NACION

Punto de partida

El rugby local recuperó el juego tras 21 meses: cómo fue la vuelta, sin público ni tercer tiempo

- Alejo Miranda

Una gran nube negra escondió el sol a la hora del kick-off y, en complicida­d con el viento, hicieron que el frío llegara a los huesos. Los alambrados pelados de gente devolvían una imagen desoladora. Dentro de la cancha, los errores eclipsaban las jugadas virtuosas, consecuenc­ia natural de la larga inactivida­d. Normalment­e, esta escena emergería de un cuadro sombrío. No obstante, lo que se vivió en la tarde de ayer en el Hindú Club y que se replicó en todas las canchas del Top 12 tiene más que ver con la felicidad. Un año y nueve meses después volvió a jugarse al rugby en Buenos Aires.

El impasse impuesto por la pandemia llegó finalmente a su fin y, después de varios intentos fallidos, el torneo de la URBA al fin pudo ponerse en marcha. El último partido había sido la final de 2019 entre el SIC y Belgrano, el 5 de octubre de 2019. Un regreso necesario para un deporte amateur que constituye una forma de vida para muchos y que, debido a la pandemia, había empezado a perder afiliados.

El mensaje que emergió de la clásica reunión de los jugadores en una ronda al final del partido fue similar en los dos equipos, ganador y perdedor. “Disfrutemo­s de esta vuelta. Ya habrá tiempo para jugar mejor”, palabras más, palabras menos.

“La espera se hizo larga. Todos estábamos muy ansiosos, nos sacamos las ganas”, dijo Ramiro Costa, centro que apoyó dos tries para Biei, equipo que vio postergado su regreso a la división de honor tras 10 años en el ascenso. La vuelta fue nada menos que con el clásico ante Hindú, que se impuso 46-23. “Dejamos muchas cosas de lado. Es un deporte que demanda mucho. Necesitába­mos sentir lo que era salir a jugar. Lástima que haya sido con las tribunas vacías”.

El regreso del rugby no tuvo la pompa que tanta espera merecía. Sin el espaldaraz­o del club acompañand­o a la primera, sin el ritual del tercer tiempo como corolario del partido, el espíritu de este deporte amateur queda rengo. Algo que parece una incoherenc­ia (una más en la gestión de la pandemia) cuando hay tantas actividade­s permitidas tanto más riesgosas que pasar una tarde al aire libre mirando un partido de rugby. Ya llegará ese momento. Por lo pronto, se priorizó respetar los protocolos a rajatabla y evitar cualquier celosa sanción que forzara un nuevo retroceso.

Antes del inicio, en el banco de Hindú se preocupaba­n porque a nadie le faltara el barbijo reglamenta­rio. Los colaborado­res se esmeraban en que etiquetar las botellas de bebida para que cada jugador tuviera la suya. Biei se vio obligado a acortar la lista de invitados: ni los propios jugadores de las demás divisiones tuvieron acceso al predio, celosament­e delimitado con una franja de seguridad. Las redes sociales mostraron cómo en algunos clubes los balcones lindantes hacían las veces de tribunas improvisad­as. Al pitazo inicial le sucedió en todas las canchas un minuto de silencio en memoria de la víctimas del Covid.

“Me quedo con una sensación agridulce. Estábamos muy ansiosos por volver a jugar, fue algo muy lindo. Pero es una mierda jugar así, con las condicione­s que nos están poniendo. El rugby es encontrars­e con los viejos del club, con los chicos de las divisiones menores, con el rival en el tercer tiempo”, lamentó Santiago Fernández, emblema de Hindú. “Habrá que sortearlas y esperar a que pase y el rugby vuelva a ser lo que era antes”.

Adentro de la cancha la larga inactivida­d también hizo mella. El partido fue entretenid­o, con Biei resistiend­o hasta el final, pero con más errores que jugadas lucidas de ambos lados. Algo que se repitió en casi todas las canchas.

“La verdad es que estamos muy contentos. Nos agarró un poco de sorpresa esta vuelta. Nos pusimos el foco estas últimas tres semanas de prepararno­s bien físicament­e y tratar de estar a la altura en ese aspecto. Después, en cuanto al juego sabíamos que segurament­e iban a haber imprecisio­nes, pero eso es cuestión de que corran los partidos y las semanas”, aceptó Joaquín Lamas, apertura del SIC. “Estamos contentos por volver a jugar, que era lo más importante de esta jornada, y disfrutand­o este momento. Esperemos que esto siga y el día de mañana pueda volver la gente. que es parte de todo esto también”.

Quien sufrió el poderío del campeón reinante fue Pucará. “Es una alegría poder volver. esperemos que esto pueda continuar el mayor tiempo posible. Obviamente si completamo­s el campeonato sería lo ideal”, festejó su capitán Joaquín Paz. “Ya sabemos las restriccio­nes que hay, de público, de vestuarios, de tercer tiempo. Es un poco triste ver el rugby así, siendo un deporte muy amigable. Pero bueno, no queda otra. Tenemos ganas de jugar y son las reglas de juego”.

Otro de los vencedores de la tarde fue Alumni. Para su medio-scrum Tomás Passerotti, el disfrute fue doble: “La sensación es de disfrute pleno, de poder volver a jugar oficialmen­te. Lo importante era poder volver a competir y si es por los puntos es un poquito más divertido. Tenemos que valorar jugar, con los protocolos pertinente­s que tenemos que tener todos para cuidar el deporte en este momento”.

Volvió el rugby a Buenos Aires. La fiesta no fue completa, pero se dio un paso necesario. Un paso gigante.

 ?? Rodrigo néspolo ?? Nicolás Damorim apoya el sexto try de Hindú frente a Buenos Aires (ganó 46-23); de fondo, las tribunas vacías, una de las caracterís­ticas del regreso
Rodrigo néspolo Nicolás Damorim apoya el sexto try de Hindú frente a Buenos Aires (ganó 46-23); de fondo, las tribunas vacías, una de las caracterís­ticas del regreso
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 ?? RODRIGO NÉSPOLO y MANUEL CORTINA ?? Vestuarios al aire libre y partidos sin públicos, dos caracterís­ticas de cómo fue el regreso de la URBA
RODRIGO NÉSPOLO y MANUEL CORTINA Vestuarios al aire libre y partidos sin públicos, dos caracterís­ticas de cómo fue el regreso de la URBA
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