LA NACION

Reclamos a Biden, euforia y angustia: el exilio cubano en Miami pide más acción

Hubo varias marchas en las zonas más pobladas por emigrantes de la isla; muchos llaman a una mayor intervenci­ón de Washington

- Lucila Marti Garro

MIAMI.– Un cartel luminoso de la concesiona­ria Ford muestra la bandera de Cuba con la leyenda “Patria y Vida”, sobre la avenida 103 en Hialeah, el asentamien­to cubano más grande de Miami. Es un concierto de bocinas de autos y cantos de gente que va llegando a pie. Un paisaje con únicamente pinceladas blancas, azules y rojas, donde se abrazan, casualment­e, los colores de ambas banderas: la americana y la cubana. Hay una mezcla de euforia mundialist­a con angustia reprimida.

El jueves, los reclamos se dieron en Little Havana, donde se asentaron los primeros exiliados. Pero es Hialeah el corazón de Cuba, una ciudad con 225.000 habitantes donde el 95% habla español.

Los manifestan­tes traen carteles en español y en inglés, buscan atención internacio­nal. “Han dejado a Cuba solo. Ningún país del mundo ahora acepta un éxodo cubano con la pandemia”, dice Amauri Machado, que se fue hace 18 años; debió volar a Rusia y, desde ahí, a Miami.

La marcha arranca a las 17.30. La policía corta parte de la circulació­n de la avenida. Los oficiales en Hialeah también son cubanos. La población les agradece. “Ellos nos cuidan, no nos matan”, remarcan. Los cantos empiezan a ser cada vez más fuertes y el presidente norteameri­cano, Joe Biden, es protagonis­ta de muchos de ellos. “Where is Biden” (dónde está Biden); “Biden pa’ cuando, Cuba está esperando”; “Intervenci­ón, intervenci­ón”. Todos claman por la ayuda de Estados Unidos. El cartel que más se repite, y también el cántico, es “patria y vida”. Es la contraposi­ción al eslogan de la revolución, patria o muerte.

Críticas

Luis Alberto García aprovecha para despachars­e contra el presidente argentino, Alberto Fernández, tras escuchar sus dichos. “¿No sabe lo que está pasando en Cuba? Debe abstenerse y no hacer comentario­s tan absurdos. Aunque tengamos países que no están de acuerdo con nosotros, tenemos que buscar ayuda internacio­nal. El pueblo no se ha tirado a la calle ni por hambre ni el Covid, sino por libertad”, dice el hombre, exiliado hace 54 años.

Muchos no quieren dar su nombre ni que les tomen fotos por temor al servicio de inteligenc­ia militar, el G2, que ha entrado en casas de los familiares de artistas musicales y plásticos que se manifestar­on en contra desde el exilio. No piden comida ni vacunas. Piden libertad. “¿Que van a esperar?”, pregunta indignada Consuelo Peraza, quien llegó a Miami hace 14 años. “¿Que la sangre llegue al Malecón para ayudarnos? Hay madres que hace tres días no tienen qué darles de comer a sus hijos. Prefieren que los maten en la calle, y no que se mueran de hambre”, señala.

Se reclama, también, el fin “de una dictadura totalitari­a”, según Livan Mujica, que se fue de la isla hace 21 años. En sus años en La Habana, trabajó en un hotel, y recibía propina en dólares, pero esa moneda estaba penalizada. “Mucha gente fue a prisión por tener un dólar. Yo hacía un rollo chiquito con los billetes y lo escondía en la boca”.

Mientras que la población en la isla es de 11 millones, en el exilio hay entre cinco y seis millones de cubanos. La comunidad más grande se asentó en el sur de Florida, unos 2,5 millones y la única forma que tienen de contactars­e con sus familiares es llamarlos al teléfono de línea. Internet estuvo cortada o es intermiten­te.

Los exiliados se esperanzan con las protestas porque aseguran que, en 62 años, jamás se vivió una movilizaci­ón similar. “En 1994 yo estuve en Cuba en el famoso Maleconazo, pero fueron solo unas horas en un sitio”, sigue Mujica.

Su mesa de los domingos, en suelo americano, es grande, pues han ido emigrando su esposa, primos, su madre, e incluso su papá, que dirigía el periódico más importante de Cuba, Granma, alineado con Fidel Castro.

Apenas hay 144 kilómetros del punto más al sur de Florida hasta Cuba, pero hay un abismo de vida. “Cuba es un sistema maquiavéli­co que nunca vas a entender. Nadie tiene idea de lo que es vivir allí y los pormenores por los que pasa el cubano”, concluye Mujica.

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Eva UZCÁTEGUI/AFP Una marcha en Hialeah, en apoyo de las protestas

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