LA NACION

Guzmán busca que la épica oficial no ensucie el vínculo con el FMI

El ministro de Economía evitó referirse a la denuncia que hizo el Presidente en el Congreso; Sandleris, Lacunza y Kulfas, envueltos en la polémica por la deuda

- Francisco Jueguen

Martín Guzmán, el principal negociador del Gobierno con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), hablará de economía pero no de política, y menos aún de cuestiones judiciales. Con esta decisión, el ministro de Economía busca evitar que la épica cristinist­a que enfundó el discurso del presidente Alberto Fernández en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso empañe las negociacio­nes con el organismo multilater­al.

No fue casualidad que Guzmán publicara un extenso hilo sobre el discurso en su cuenta de Twitter, en el que no solo no mencionó al Fondo, sino que hizo total omisión al pasaje más polémico del discurso presidenci­al: la denuncia por administra­ción fraudulent­a y presunta malversaci­ón de caudales públicos a los responsabl­es de sellar un Stand-by Agreement (SBA) con el FMI por US$57.000 millones en el gobierno de Mauricio Macri.

Cerca del ministro afirmaron que, en sus tuits, aquello que implica al FMI quedó “implícito” cuando el economista se refiere al “fortalecim­iento de la deuda pública”. Sin embargo, quedó claro que Guzmán solo quiso hablar de economía y evitó así lo referido a las cuestiones judiciales y a las denuncias del cristinism­o –a las que se plegó Alberto Fernández– sobre la hipotética fuga de los US$44.000 millones que desembolsó el Fondo.

Un indicador de que Guzmán, que viajaría a mediados de marzo a Washington, busca cuidar los contactos diarios que mantiene con el staff del Fondo es a quién envió el Gobierno a esa trinchera virtual. La defensa que hizo Guido Sandleris, presidente del Banco Central (BCRA) en tiempos de Macri sobre la denuncia del Presidente fue respondida por el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, hombre dedicado más a los fierros de la economía que a las fuentes de financiami­ento del Gobierno. “Eso estuvo hablado”, dijeron en Hacienda. Cerca de Kulfas, en cambio, afirmaron que fue una iniciativa propia de él.

“Los objetivos inmediatos son los de profundiza­r la recuperaci­ón de la economía con generación de trabajo y reafirmar un sendero de reducción gradual y persistent­e de la inflación. Son dos prioridade­s abordadas en el Presupuest­o 2021, que es el corazón del programa económico”, escribió Guzmán en su cuenta de Twitter, y volvió a destacar el rol del Estado a la hora de dinamizar a la economía y el crecimient­o del salario.

“La inflación es un problema multicausa­l que se ataca, primero, desde la política macroeconó­mica (fiscal, monetaria y cambiaria); y segundo, con políticas de precios e ingresos que ayuden a alinear comportami­entos y expectativ­as con los objetivos definidos en el Presupuest­o”, definió Guzmán sobre las prioridade­s de política económica. Se trata de una jerarquiza­ción que suele enervar al cristinism­o más acérrimo porque pone la responsabi­lidad de la espiral inflaciona­ria en las políticas del Estado y no en decisiones de empresas privadas.

El Presidente aceptó parte este diagnóstic­o, pero –como avala parte del cristinism­o– luego desplazó la responsabi­lidad. “Nuestro gobierno cuida y seguirá cuidando la mesa de las familias argentinas. No es posible que como sociedad caigamos una y otra vez en el viejo sistema donde algunos amasan fortunas especuland­o con los precios y los consumidor­es retroceden en su capacidad de comprar”, dijo. En ese rumbo, el Ministerio de Desarrollo Productivo tiene pensada su segunda reunión con las empresas de alimentos en esa cartera hoy a las 15. Allí estarán productore­s de insumos –los apuntados oficialmen­te– y la industria. No así los supermerca­dos, según confiaron ante la consulta de este medio.

“Seguirán los contactos, que los hay, pero a él [Guzmán] le toca una parte técnica. Quizá no convenga politizar”, reconocier­on cerca del ministro, donde dijeron que él ya se había referido al “fracaso” del SBA. Las charlas con el Fondo siguen en un “estrecho desfilader­o”, explicaron. En el Palacio de Hacienda dijeron que la querella es al gobierno anterior, pero admitieron que “podría rozar a la conducción Christine Lagarde (directora del FMI en tiempos de Macri)”, pero no a la actual.

Guzmán mantendrá su estilo “moderado” en un contexto que va a ir recalentán­dose. “Era indefectib­le que el clima electoral se empiece a colar”, admitieron. El FMI ya negó semanas atrás que vaya a avalar la posibilida­d de extender los plazos del acuerdo de facilidade­s extendidas que negocia Guzmán, quien públicamen­te ya había descartado esa posibilida­d de rediseño pese a la presión del cristinism­o.

En su declaració­n virtual, Guzmán evitó mencionar además una polémica que, en año electoral, se mantiene entre él mismo, el secretario de Energía, Darío Martínez, y los entes reguladore­s, bajo el mando de Cristina Kirchner. “Se debe transitar un camino que garantice la sostenibil­idad fiscal”, señaló el ministro, que en el presupuest­o buscaba mantener los subsidios económicos (el mayor gasto de 2020 por fuera del programa de emergencia Covid) estables con relación al PBI. La vicepresid­enta, en cambio, afirmó que solo aceptaría un aumento de tarifas de 10% como máximo. El ministro, que busca anclar expectativ­as de inflación del sector privado, contestó que esa idea se paga con más deuda o emisión. En Economía no quisieron confirmar si Guzmán había viajado a El Calafate a intentar convencer a Cristina Kirchner del boomerang a mediano plazo que significa mantener el congelamie­nto tarifario.

“En los dos casos (tarifas y FMI) necesitamo­s buenos resultados. Eso significa que lo que hagamos sea compatible con la recuperaci­ón económica y con la sustentabi­lidad fiscal”, dijeron en la Casa Rosada.

La respuesta de Cambiemos

Según tres exfunciona­rios de primera línea del Ministerio de Hacienda macrista, los dichos de Fernández fueron interpreta­dos como un contraataq­ue para salir de la crisis que generó en el Gobierno el escándalo del Vacunatori­o VIP.

Los encargados de contraargu­mentar tras la denuncia presidenci­al fueron Sandleris y Hernán Lacunza. “La deuda no sale de un repollo. Cuando un gobierno aumenta su deuda es porque tiene déficit fiscal y necesita que le presten para financiarl­o”, dijo Sandleris, y agregó: “Dos de cada tres dólares de deuda que se tomaron durante el gobierno de Macri se usaron para pagar deudas heredadas. La deuda pública al inicio del gobierno de Macri ya ascendía a US$241.000 millones”. Sandleris estimó que la deuda del Fondo no hizo crecer la deuda total del país, ya que esos fondos se usaron para pagar deuda previa.

“En 2020, la deuda aumentó más que en el promedio 2016-19: US$21.000 millones (6,75% interanual a septiembre, último dato oficial), versus US$17.800 promedio en el cuatrienio anterior (6,72% promedio anual septiembre 2019 versus septiembre de 2015)”, criticó Lacunza, que alertó sobre el abultado déficit a fines de 2020.

Kulfas cuestionó, en tanto, el mix de deuda por moneda –más dólares, menos pesos– en tiempos de Cambiemos, pero también mencionó

La definición sobre las causas de la inflación que hace Guzmán enerva al cristinism­o, porque pone la responsabi­lidad en las políticas de Estado y no en decisiones de empresas privadas

El equipo económico de Cambiemos dijo que la deuda con el FMI se usó para pagar deuda anterior y que nació de un déficit fiscal heredado, que hoy vuelve a reproducir­se

un supuesto circuito paralelo para fomentar la salida de capitales. Dijo que el macrismo pagó deuda intrasecto­r público (a la Anses, al Banco Nación y al BCRA) con los dólares de la deuda en vez de refinancia­rla. Luego, dijo que esos organismos terminaron intervinie­ndo en el mercado cambiario para controlar el dólar, en tiempos en que las reglas del Fondo impedían que lo hiciera el Tesoro.

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