LA NACION

Terapia con suero de convalecie­nte, una experienci­a conocida

- Juan Antonio Mazzei El autor es vicepresid­ente y académico titular de la Academia Nacional de Medicina

El mundo está enfrentand­o una severa pandemia de muy rápida diseminaci­ón causada por un coronaviru­s emergente, nuevo patógeno humano denominado SARS-CoV2.

Paralelame­nte al desarrollo de la pandemia se están llevando a cabo un gran número de investigac­iones, principalm­ente enfocadas hacia la prevención y el tratamient­o de la enfermedad, pero los resultados en algunos casos han dado negativos y en otros están pendientes sus conclusion­es. Históricam­ente se llevaron a cabo tratamient­os con anticuerpo­s neutraliza­ntes de plasma de convalecie­nte en diversas enfermedad­es virales, tales como poliomieli­tis, sarampión, paperas, influenza, hepatitis y rabia, entre otras.

En la Argentina existe conocimien­to sobre la terapia con suero de convalecie­nte en fiebre hemorrágic­a argentina (FHA), también llamada “mal de los rastrojos”, enfermedad endémica de la pampa húmeda que incluye la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba y este de La Pampa. Si bien los primeros casos de dicha enfermedad fueron descriptos a mediados de la década del cincuenta, un paso fundamenta­l fue el aislamient­o de su agente etiológico denominado “virus Junín”, por el profesor Armando Parodi y colaborado­res en el año 1958.

En esos años se registraba­n cerca de 1000 casos por año, con una mortalidad aproximada del 50%. En la misma época surgieron comunicaci­ones de médicos clínicos del área endémica de la provincia de Buenos Aires, que aplicaban plasma de convalecie­nte a los enfermos con sintomatol­ogía clínica y pruebas de laboratori­o compatible­s con FHA, los cuales evidenciab­an mejoría clínica y disminució­n de la mortalidad.

En 1967, teniendo en cuenta los alentadore­s resultados obtenidos con ese tratamient­o, se diseñó un protocolo experiment­al en cobayos, los cuales reproducen fielmente la FHA del humano. Se les inoculó el “virus Junín” y se los trató con suero inmune con anticuerpo­s neutraliza­ntes obtenido de otros cobayos con el fin de conocer la acción profilácti­ca y/o terapéutic­a del suero inmune aplicado. Por motivos de brevedad solo describimo­s los resultados.

Aquellos cobayos tratados 24 horas antes de la infección mostraron una sobrevida muy importante, mientras que los controles que no recibieron el tratamient­o murieron en su totalidad con el cuadro típico de la enfermedad 15 a 16 días después de la infección viral. Es decir, la profilaxis temprana con suero inmune protegió a los cobayos en su gran mayoría. Estos cobayos sobrevivie­ntes fueron reinfectad­os dos meses más tarde con “virus Junín” y murieron en el 100% de los casos, sugiriendo que la inmunizaci­ón pasiva no los protegió contra la segunda infección por no haber desarrolla­do una inmunidad activa.

Por otra parte, se realizaron dos estudios terapéutic­os con el fin de conocer la efectivida­d protectora del suero inmune en etapas tempranas (5 días) y tardías (9 días) de la enfermedad del cobayo infectado con “virus Junín”. La mayoría de los cobayos tratados tempraname­nte con suero inmune sobrevivie­ron a la enfermedad y cuando se reinfectar­on con “virus Junín” 2 meses más tarde, ninguno evidenció enfermedad ni mortalidad durante el período de observació­n.

Es decir, el suero inmune administra­do los protegió pasivament­e de la primera infección viral que ya había avanzado lo suficiente como para inducir el desarrollo de una inmunidad activa que persistió y los protegió de la reinfecció­n viral posterior. A fin de conocer si el suero inmune puede proteger al cobayo en etapas tardías de la enfermedad, a los nueve días postinfecc­ión cuando ya presentaba­n signos severos de enfermedad, se inició la terapia. Todos los cobayos, tanto los tratados como sus controles sin tratar, murieron entre los 14 y 16 días de la infección.

Los resultados demostraro­n, pues, que no se obtuvo protección cuando el suero inmune fue aplicado tardíament­e durante la enfermedad del cobayo. Estos estudios experiment­ales fueron publicados en la revista Medicina (Buenos Aires), por los doctores M.

Weissenbac­her, L. B. de Guerrero y A. Parodi de la Cátedra de Microbiolo­gía UBA, en el año 1968.

El Dr. J. Maiztegui y colaborado­res publicaron en la revista británica The Lancet en 1978 un ensayo clínico controlado doble ciego utilizando el tratamient­o con plasma inmune de convalecie­nte con anticuerpo­s neutraliza­ntes en etapas tempranas de la FHA. Se demostró una mejoría clínica de la enfermedad y reducción de la mortalidad del 16% al 1% en los enfermos tratados del área endémica.

También se observó que la eficacia de la terapia disminuyó significat­ivamente cuando se aplicó tardíament­e durante la enfermedad. Estos resultados confirmaro­n la eficacia del tratamient­o temprano con plasma de convalecie­nte e iniciaron una nueva era en la terapia de la FHA.

Esta experienci­a argentina ha sido citada en el reciente Workshop virtual sobre Covid-19, realizado por la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido, en el que participar­on ocho academias de medicina del mundo, entre ellas, la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Se trata de un logro que es importante destacar.

Históricam­ente, se llevaron a cabo tratamient­os con anticuerpo­s neutraliza­ntes de plasma de convalecie­nte en diversas enfermedad­es virales

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