Siete fechas antes del final, sin jugar, Liverpool celebró ganar la Premier League
El dt alemán fue el arquitecto de una revolución en los Reds, que nunca habían ganado la Premier desde su creación, en 1992; llegó en 2015 a un club desahuciado y lo transformó en un equipo de culto
El 28 de abril de 1990, Liverpool se consagraba campeón del fútbol inglés. Una leyenda como Kenny Daglish conducía a la gloria a un plantel que tenía apellidos que son parte de la historia de Anfield, como el galés Ian Rush, John Barnes, Bruce Grobbelaar… Era la corona local N°18 para los Reds, que sin imaginarlo entraban en un tiempo de sequía. La Premier League, que empezó a jugarse el 20 de febrero de 1992, se convirtió en un trofeo esquivo, huidizo, prácticamente en un premio maldito. Mientras Liverpool celebraba aquella conquista, un joven Jürguen Klopp empezaba su carrera como director técnico profesional en Mainz, de Alemania, sin sospechar que treinta años más tarde sería quien rompería con el estigma y en el arquitecto de un momento histórico de un club que marca una época a fuerza de juego y vueltas olímpicas.
Una campaña arrolladora, con estadísticas de fábula, coronaron a Liverpool. La goleada 4-0 a Crystal Palace, anteayer, en Anfield, abrió la puerta; la victoria 2-1 de Chelsea sobre Manchester City, la mano que desató el nudo y estableció una distancia imposible de recortar para los citizens de Pep Guardiola: 23 puntos a falta de siete jornadas. Nadie en 123 años de historia del fútbol británico logró hacerse del trofeo con tanta anticipación; ahora, con 86 puntos –28 victorias, dos empates y solo un tropiezo– y 21 unidades en juego, tiene la oportunidad de romper el récord de 100 puntos que estableció el City en 2018. Los números son producto de las virtudes de conjunto que explotó Klopp, el hombre que primero conoció el agrio sabor de la derrota, aunque no renunció a un estilo ni al sueño de devolverle el brillo a Liverpool.
El recorrido mágico a punto estuvo de derrumbarse con la pandemia mundial de Covid-19. “Cuando se empezó a hablar de temporada cancelada me preocupé y lo llegué a sentir físicamente: hubiera sido muy duro”, admitió Klopp, que durante el forzoso receso escuchó la súplica de un niño, fanático del City, que le pedía que hiciera perder a Liverpool. Tenía sus razones el alemán, de 53 años, en intranquilizarse: sin competencia se quedaba vacío y la imagen de la eliminación de la Champions League, frente a Atlético de Madrid, sería la que cerraría la temporada. Una injusticia para el entrenador que el 8 de octubre de 2015 tomó las riendas convencido de provocar una revolución, como antes lo hizo en el Mainz y en el Borussia Dortmund, de Alemania.
La reconstrucción fue lenta y con dolorosos tropiezos. Liverpool, un gigante de Inglaterra –apenas un título menos que Manchester Unirelanzar ted– y también de Europa, no despertaba de la pesadilla. “Nunca fui despedido en mi carrera, así que no tenía experiencia con eso, pero sabía que era un nivel diferente y si no había resultados lo suficientemente rápido, me despedirían”, ensayó Klopp, quien no flaqueó después de perder en 2016 la Europa League, con Sevilla, y la final de la League Cup, ante el City; dos años más tarde, una campaña de título quedó abortada por un fabuloso Manchester City, que lo aventajó por un punto (98 a 97), y la derrota ante Real Madrid, en la final de la Champions League, parecía hundir el proyecto. “Los expertos dijeron que si no ganaba la siguiente final todo cambiaría, aunque internamente nunca se pensó de esa manera. Los propietarios del club tenían fe y confianza y me aseguraron que nos mantendríamos en el camino”, recuerda quien tiene como películas de cabecera a Forrest Gump y Rocky, el que escucha en sus ratos libres a los Beatles, Génesis o Kiss, el que bromea con su dentadura y no cree en imposibles.
Siete jugadores del actual plantel estaban en el club cuando asumió: Jordan Henderson, Roberto Firmino, James Milner, Adam Lallana, Dejan Lovren, Divock Origi y Joe Gómez. Su antecesor, Brendan Rodgers, dejó un equipo sin identidad y confundido, por lo que Klopp aplicó una terapia de choque para
psicológicamente a una estructura a la que le faltaba confianza. Después de una decena de partidos, Liverpool experimentaba el cambio: salidas rápidas, presión, incorporación de los laterales al ataque, alternancia de los volantes externos para ofrecer juego posicional por dentro y desborde por fuera…
Contrataciones con sentido
Las primeras contrataciones para diseñar el equipo del que ahora todos hablan fueron jugadores que no tenían status de estrellas: Sadio Mané (Southampton), Georginio Wijnaldum (Newcastle) y Joel Matip (Schalke 04), en 2016; Mohamed Salah (Roma), Andrew Robertson (Hull City) y Alex Oxlade-Chamberlain (Arsenal), se unieron al año siguiente; recién en 2018 rompió el mercado: Virgil Van Dijk (Southampton), por el que pagó 83 millones de euros, mientras que los errores del arquero Loris Karius ante el Real Madrid motivaron la contratación de Allison Becker (Roma), con un desembolso de € 72 millones. La política de contrataciones tuvo un socio ideal en el director deportivo Michael Edwards, el mismo que convenció a Klopp de renovar hasta 2024.
Ensambladas las piezas, los trofeos reaparecieron en las vitrinas en 2019 con la Champions League, la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes y ahora con la Premier League. Un póquer de conquistas que tuvieron el sello indeleble de Klopp, el que en 2015 sintió que él y Liverpool eran perfectos, el uno para el otro. “Esta noche es para ustedes, es increíble lo grande que es la historia de este club”, dijo anoche el alemán, el que recoge el legado de Daglish y el que se refleja en la estatua del entrenador que motivó la supremacía de los de Merseyside: Bill Shankly. Treinta años atrás, Klopp empezaba a entregar señales y a armar su curriculum de trabajo, al mismo tiempo que Liverpool entraba en un cono de sombras en el fútbol inglés: ahora caminan juntos, porque Liverpool nunca caminará solo.