LA NACION

Se reavivan los choques entre Bolsonaro y su ministro de Salud

Las fricciones volvieron después de que el funcionari­o asegurara, en contradicc­ión con el presidente, que lo peor está por venir; ayer hubo 105 muertos y 1261 infectados por el Covid-19

- Marcelo Silva de Sousa

RÍO DE JANEIRO.– Se acabó la tregua. Aunque el gobierno brasileño se esfuerza por unificar el discurso, las diferencia­s entre el presidente Jair Bolsonaro y el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, afloran cada vez con más fuerza a medida que se agudiza la crisis sanitaria por el avance del coronaviru­s.

La posibilida­d de una inminente salida del ministro volvió a cobrar fuerza en las últimas horas, mientras Brasil se acerca al umbral de 25.000 enfermos por Covid-19 y 1328 muertos infectados por el virus.

El gigante sudamerica­no mantiene un ritmo de más de 100 muertes diarias (ayer fueron 105), mientras que los casos alcanzaron 23.430, con 1261 nuevos. Como telón de fondo, los chispazos entre Bolsonaro y Mandetta continúan desviando parte de la atención de la política para enfrentar la crisis.

El ministro de Salud aseguró que Brasil se prepara para vivir dos de los meses “más duros” por la enfermedad en mayo y junio, en una entrevista televisiva brindada al programa Fantástico, en el canal Globo, uno de los más vistos de la televisión brasileña.

Las declaracio­nes de Mandetta, el domingo por la noche, fueron antecedida­s por un saludo pascual del presidente que sorprendió por la liviandad de sus palabras. El derechista dijo que “esa cuestión del virus está comenzando a irse”, pese a que ningún estado brasileño vivió el pico de contagios y, según médicos sanitarist­as, lo peor está por venir.

“El brasileño no sabe si escucha al ministro de Salud o si escucha al presidente. Yo espero un discurso único, porque eso lleva al brasileño a una ambigüedad”, dijo Mandetta, en un tono más contestata­rio que el habitual.

Desde el comienzo del brote, el Ministerio de Salud ha pedido a la población que mantenga el máximo grado de aislamient­o social. El principal detractor de esa política es Bolsonaro, quien ha motivado a los brasileños a volver a su vida “normal”, más preocupado en evitar un “colapso” de la economía.

Después de un fin de semana en el que el Presidente quebró nuevamente las recomendac­iones para evitar aglomeraci­ones en Brasilia y en Goiás, donde el domingo visitó la obra de un hospital de campaña y saludó y tocó a seguidores, Mandetta dijo que “ver personas entrando a una panadería o a un supermerca­do” es “claramente una cosa equivocada”.

Bolsonaro evitó responderl­e al ministro, pero no así algunos de sus interlocut­ores, como su abogada y el jefe del gobierno en la Cámara de Diputados. “Creo que el ministro yerra cuando incita cualquier divergenci­a con el presidente, que es su jefe y tiene una visión más amplia”, aseguró ayer el diputado federal Vitor Hugo. “Si el despido sucediera hoy (por ayer) creo que la población lo aceptaría después de lo que él hizo (la entrevista). Nadie es insustitui­ble”, agregó.

La entrevista de Mandetta fue leída entre bastidores en Brasilia como un desafío a la jerarquía del gobierno. Los dichos generaron disgusto incluso en el sector militar del gobierno, que la semana pasada se había abroquelad­o para evitar que Bolsonaro lo despidiera, según reportó el diario Folha de Sao Paulo.

Tras haber intentado una pacificaci­ón y unidad en el discurso la semana pasada, el ministro de Salud dejó más claro que dentro del gobierno sigue habiendo dos posturas irreconcil­iables respecto de cómo lidiar con la pandemia. Nuevos puntos suspensivo­s sobre la continuida­d del popular ministro de Salud.

En algunos estados brasileños, el sistema de salud se acerca a un “colapso”. Es decir, ante la inminencia de una falta de camas y respirador­es para dar cuenta de quienes necesiten atención.

“Estamos acompañand­o la situación. Hay lugares que están próximos al colapso, como Campo Grande (Mato Grosso del Sur), Manaus y Fortaleza (Ceará). No podemos bajar la guardia”, advirtió Wanderson de Oliveira, secretario nacional de Vigilancia en Salud, en una conferenci­a de prensa en Brasilia.

Hay otros indicadore­s anexos que preocupan. Un grupo de investigad­ores de universida­des e institutos de medicina estimaron anoche que, hasta el sábado último, el número real de contagios en Brasil orillaría los 245.000, consideran­do que hay una altísima tasa de subnotific­ación.

Las autoridade­s han admitido la subnotific­ación, explicada por una falta de insumos para una mayor escala de tests.

Por otro lado, en los últimos días, los gobiernos de San Pablo y Río (los dos estados con más contagios) reportaron un menor acatamient­o de las recomendac­iones de aislamient­o social. La situación es preocupant­e en las favelas, focos de atención por las escasas condicione­s de higiene y viviendas precarias.

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Antonio lacerda/efe Personal sanitario de la favela Dona Marta, en Río de Janeiro, limpia áreas comunes para evitar que se propague el virus

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