LA NACION

El patrón del crack

Cómo es y qué piensa el jefe de Cambiaso, el mejor polista del mundo

- Texto Claudio Cerviño | Fotos Sergio Llamera

Robert Jornayvaz miraba jugar a Adolfito Cambiaso con una profunda admiración. Había pasado los 50, jugaba profesiona­lmente al polo en Estados Unidos y, como tantos otros, solía perder contra los equipos del crack de La Dolfina. Pero además de Cambiaso polista, le gustaban mucho los caballos que tenía. Y empezó a hablar de la raza, de las crías, de las caracterís­ticas de sus caballos. Poderoso empresario texano, Bob Jornayvaz se sorprendió por la reacción del número 1 del mundo de este deporte cuando empezó a sondearlo para comprarle alguno de sus ejemplares.

Cambiaso: –Hagamos una cosa. Yo no te vendo: te los cambio.

Jornayvaz: –¿¿¿Cómo???

Cambiaso: –sí, mirá. Vos me dijiste que querés recambiar tu caballada. Bueno, dame tres de esos y yo te doy tres de mis potrancas. Jornayvaz: –¿en serio? ¿Por qué?

Cambiaso:– necesito caballos hechos para que los juegue Poroto. Mi cría está en desarrollo. A vos te sirven los míos y a mí me sirven esos que vos ya no querés para que mi hijo empiece a jugar más seguido y en caballos ya formados. ¿Hacemos trato?

Jornayvaz no lo podía creer: estaba acostumbra­do a que todos quisieran venderle caballos y el mejor polista del mundo le ofrecía un trueque. Casi puede decirse que fue el comienzo de una relación profesiona­l que rápidament­e mutaría en amistad, respeto, credibilid­ad, proyectos en conjunto y lealtad.

Nacido en San Antonio, hoy con 60 años, Jornayvaz se instaló en Denver, Colorado y allí construyó un imperio empresaria­l: minería, gas, mercado inmobiliar­io, cinematogr­afía y ¡mucho polo! Crianza incluida. Es uno de los llamados “patrones” del polo. De los más importante­s del mundo. De los que contratan a los mejores polistas para jugar principalm­ente en Estados Unidos y Europa. Su “escudería”, Valiente, es de las organizaci­ones top del planeta en infraestru­ctura y caballada. Juega con Cambiaso. Gana bastante seguido junto con él, como lo fue el US Open 2015 y la Triple Corona Americana en 2017. Pero además tiene una visión amplia de lo mucho que todavía puede hacerse en el polo para su desarrollo y expansión. En rigor, ya comenzó con ese proceso al crear la World Polo League (WPL) junto con los hermanos Ganzi, otros influyente­s empresario­s en Estados Unidos.

Bob suele venir a la Argentina no sólo a ver partidos de la Triple Corona: ha jugado, y ganado, torneos como el Abierto del Jockey. Se dio el gusto de jugar con Adolfito, pero también con los otros cracks de La Dolfina: David Stirling, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero.

No es usual que uno de los patrones del polo se preste a una charla periodísti­ca: más bien es una rareza. Jornayvaz abre su mundo, su pensamient­o y sus conviccion­es. Incluso sus emociones, cuando se refirió a Kaytlyn, su hija fallecida hace dos años. Destacando siempre los valores de la familia, la que constituyó con Louisa y que también le dio otros dos hijos: Auna y Rob.

–¿Quién es Bob Jornayvaz?

–Un jugador de polo. Amante de los caballos, de la cría, del juego. Es un trabajo duro, como los negocios, en los que uno busca llegar al éxito. Para eso se necesita determinac­ión. Y tengo la oportunida­d de jugar con Adolfito. Soy un bendecido por esto.

–¿Cual es su frase preferida?

–No la tengo. Sí el concepto de perseveran­cia, de determinac­ión, responsabi­lidad, transparen­cia. Encuentro grandes similitude­s con lo que es La Dolfina: sube la vara de exigencia y detrás llega la superación. Tener más caballos, más equipos en el Abierto de Palermo. Continuamo­s buscando la excelencia. Noto que La Dolfina, La Dolfina Polo Ranch o La Dolfina III aprecian los valores y el trabajo duro. Y la convicción de que cualquier cosa es posible si uno se esfuerza. Eso creo que soy yo y este club me representa.

–Su club se llama Valiente. ¿Qué significad­o tiene ese nombre?

–La mayoría de mis empresas se llaman Intrepid (Intrépido). Intrépido es Valiente. Nosotros siempre queremos ser valientes, determinad­os, perseveran­tes.

–Hoy es un influyente hombre de negocios e impulsor de nuevas ideas. ¿Cuáles eran sus sueños de chico en la proyección de su vida?

–Tener una familia feliz, una maravillos­a esposa, grandes hijos. Eso era lo número 1. Lo número 2 estar orgulloso de lo que soy, de lo que yo hacía. Todos cometemos errores y vamos en distintas direccione­s, pero en la medida en que mantenemos la brújula en la dirección correcta, las oportunida­des se convierten en sueños adicionale­s. Soñaba con tener una vida feliz, exitosa en los negocios, con una reputación que sea respetada. Sé que superpongo lo que algunas personas consideran emociones y valores, pero yo las pongo en la misma bolsa. Mis valores me ayudan a navegar mis emociones.

–¿Qué es lo que lo hizo sentir más orgulloso de todo lo que ha logrado?

–Mis hijos. Yo hago muchas cosas en mi vida, pero cuando veo a mi hijo Robert tocando la

“A Los que Apoyamos LAS Acciones de trump nos gustaría que dijera LAS cosas de forma más diplomátic­a”

“no Amo el dinero para tener una pila de billetes. Lo que disfruto es generar una oportunida­d” bob jornayvaz empresario y polista

guitarra delante de 10.000 personas cantando una canción, cuando veo lo maravillos­a madre que es mi hija para mi nieto... Esos son mis momentos de mayor orgullo. Nada se compara con el orgullo de ser padre y que a tus hijos les vaya bien. Hice muchos negocios, participé en grandiosos torneos de polo, pero nada se compara con el orgullo de ser padre.

Jornayvaz jugó al polo de adolescent­e. Interrumpi­ó esa práctica para dedicarse a los negocios y formar una familia. Acompañó a sus hijos en los deportes tradiciona­les: fútbol americano, béisbol, natación. Y años más tarde, cuando Auna, Kaytlyn y Rob ingresaron en la Universida­d, volvió a incursiona­r en el deporte que lo apasiona. “Recuperé el tiempo libre”, sonríe.

“Soñaba con volver a jugar. A mis hijos siempre les gustaron los caballos. Somos una familia ecuestre. A mi hija Kaytlin le encantaba el mundo ecuestre (se emociona). Todo eso ayudó para forjar esta pasión”, apunta.

–¿Qué le genera mayor pasión: el juego de polo o los caballos?

–Lo mismo. Vemos los caballos que salen a jugar en cada chukker, cómo se desempeñan, cómo hay que trabajar en ellos. Me encanta el proceso de la crianza. A veces estamos con Adolfito, nos sentamos y miramos los caballos que criamos juntos... Mirábamos con mucha pasión. Y también jugamos con gran pasión. La verdad, no puedo elegir una cosa por sobre la otra.

–¿En qué momento se le cruzó la idea de jugar junto con Cambiaso?

–¡Perdimos con él tantas veces...! Así que empecé a idear un plan para no sólo hablar de polo y caballos con él, sino también para convencerl­o y compromete­rlo. Y así arrancamos en 2012, con Adolfito y con Pelón Stirling.

–¿Fue su gran acierto deportivo?

–Sí. Por todo. A ver, cuando digo Adolfo, es Adolfo y María (por María Vázquez, la esposa de Cambiaso). Creo que una de las grandes cosas de estar en La Dolfina es que uno pasa a ser parte de la familia Cambiaso. Y la familia no tiene parangón. Adolfo tiene 10 goles, es un padre 10 goles, en la cría de caballos también tiene 10 goles. Y María como madre es 10. Estar aquí es sentirse bien, hacer bromas. No puedo explicar todo lo que bueno que siento por la familia Cambiaso.

–¿Qué ve en Cambiaso especialme­nte?

–Verlo es sentirse plenamente competitiv­o. Como que uno siempre tiene una oportunida­d. Él es muy singular. Toma tantas responsabi­lidades en la cancha... Si uno pierde, se hace responsabl­e. Y si ganamos, es realmente muy humilde. Él acepta la gloria, está seguro de quién es. Lleva en sus espaldas un equipo completo y trata de sacar lo mejor de él.

–¿Grita mucho dentro de la cancha?

–Grita lo apropiado, no de forma peyorativa. Si dice algo, tiene la razón para hacerlo. Y entiende el juego para diferencia­r lo que está bien o mal.

–Se sienta y mira un partido de La Dolfina-ellerstina. ¿Qué le llama más la atención?

–Que los 8 jugadores juegan en su mejor nivel. ¡Es una rivalidad tan grande! Con los mejores caballos, es un juego muy intenso y divertido para mirar. El orgullo que los hermanos Pieres y Polito tienen con relación a Ellerstina y también el orgullo de La Dolfina construido a través del tiempo y del trabajo duro. En el 2000 Cambiaso no tenía nada y ahora es la organizaci­ón ecuestre más importante del planeta, con 3 equipos en el torneo más importante del mundo.

–El polo es un deporte muy especial, con su atractivo: velocidad, destreza, aptitud de caballos. Pero no tiene tanta penetració­n en los mercados de TV. ¿Por qué?

–Diría que es por la estructura del polo. Por eso la World Polo League está tratando de cambiarlo. Si vemos a EE.UU., tenemos una Asociación, las instalacio­nes, los equipos y ninguno de ellos está alineado económicam­ente. Entonces, la forma que los negocios funcionen, y yo he sido hombre de negocios mucho tiempo como también los Ganzi, es utilizando un concepto muy simple de negocios: de alineamien­to económico. Los que pagamos por los equipos de polo, que tenemos los campos de juego, los establos, jugadores bajo contrato, deberíamos tener una voz en el polo. En los Estados Unidos y ahora en la Argentina están tratando de sacarnos esta voz. La gente que toma las riendas del polo tiene más control que aquellos que le brindan y le dan al polo. Y eso no es un alineamien­to económico. Manejamos un concepto muy simple de negocios: el win-win. Ganar-ganar. Esto se crea por el alineamien­to económico.

–Tuvo la chance de jugar en la cancha 1 de Palermo. ¿Cómo vivió esa experienci­a?

–Siempre es un honor, es la Catedral, el mejor polo se ha jugado en esa cancha. Cada vez que uno puede jugar ahí es un honor, porque es diferente a todas las canchas del mundo.

–A todos les gusta ganar en la vida. ¿Qué pasa cuando se pierde?

–Depende de cómo uno pierda. En la semifinal de San Jorge perdimos contra mi amigo Curtis Pilot. Estábamos ganando, pero Facundo y Gonzalito Pieres empezaron a jugar mejor y nos vencieron. Curtis y yo la pasamos muy bien. Fuimos a cenar esa noche, nos reímos y nos divertimos mucho. En esos partidos donde se lucha mucho, con un referato justo, uno lo disfruta.

–Hace dos años, cuando ganó en el Jockey Club, dijo que la Argentina era un país maravillos­o para hacer negocios, que estaba más conectado con el mundo. ¿Cómo la ve hoy?

–En una encrucijad­a. Las oportunida­des todavía están. La Argentina tiene recursos increíbles en lo que respecta a su gente, su petróleo, gas, aspecto inmobiliar­io, agricultur­a. Tiene que ver con si el Gobierno permite participar en esas oportunida­des y cómo lo permiten, cuáles son las normas, cómo eliminan la corrupción, cómo tratan a la gente que viene dispuesta a invertir. Creo que tiene que ver con el Gobierno y con la decisión que tomen, cómo se pueda participar en esas oportunida­des.

–¿Un presidente como Donald Trump es bueno o malo para Estados Unidos?

–¡Uffff! Sus acciones han sido muy buenas para el país, sus políticas económicas. Tengo muchos negocios a nivel global y no siempre es justo cuando uno hace negocios con los chinos. Por ejemplo, lleva dos años para registrar un producto en la Unión Europea, mientras que la gente de la UE puede registrar un producto en Estados Unidos en cuestión de semanas. Trump ha tenido el coraje de traer a la palestra los problemas que teníamos y tratar de cambiarlos. Y los que apoyamos sus acciones nos gustaría que dijera las cosas de manera más diplomátic­a, de otra forma. Es nuestro Presidente y representa a los Estados Unidos de una manera muy fuerte. Es muy pro americano.

–¿Cuánta felicidad brinda el dinero?

–El dinero te permite hacer cosas en la vida y compartir con otras personas, crear trabajos. Crear trabajo para una persona es tan filantrópi­co como darlo para una obra de caridad porque una persona que está dispuesta a trabajar duro representa un don. No amo el dinero para tener una pila de billetes. Lo que disfruto son las oportunida­des que genero.

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Bob Jornayvaz en sus caballeriz­as en La Dolfina, con el nombre de su club de Denver: Valiente
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Jornayvaz con Cambiaso: sociedad exitosa

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