El Papa abrió el sínodo amazónico con críticas a “los nuevos colonialismos”
En una misa solemne, Francisco apuntó contra la devastación del principal pulmón del planeta; en el encuentro, también se discutirá la ordenación de ancianos casados
ROMA.– El Papa inauguró hoy el sínodo especial de obispos para la región panamazónica con una misa solemne en la que pidió “renovar los caminos de la Iglesia en la Amazonia de modo que no se apague el fuego de la misión”, y advirtió sobre el peligro de la “avidez de los nuevos colonialismos”, culpable de los recientes incendios en uno de los pulmones del planeta.
“Cuando los pueblos y las culturas se devoran sin amor y sin respeto, no es el fuego de Dios, sino del mundo”, dijo Francisco, que con este sínodo, que durará hasta el 27 del actual y volverá a ser terreno de batalla entre reformistas y conservadores, puso sobre el tapete una riquísima zona de 7,8 millones de kilómetros cuadrados (el tamaño de Australia) compartida por nueve países, que se encuentra en riesgo. Allí viven 33 millones de personas, entre ellas tres millones de indígenas olvidados, pertenecientes a 390 grupos diversos, amenazados no solo por los devastadores efectos del cambio climático, sino también por una salvaje explotación de sus recursos naturales.
En un sermón en el que recordó justamente que allí en el pasado muchas veces “el don de Dios no ha sido ofrecido, sino impuesto” y que “ha habido colonización en vez de evangelización”, el Papa advirtió sobre el peligro de “la avidez de los nuevos colonialismos”. “El fuego aplicado por los intereses que destruyen, como el que recientemente ha devastado la Amazonia, no es el del Evangelio. El fuego de Dios es calor que atrae y reúne en unidad”, afirmó. “Se alimenta con el compartir, no con los beneficios. El fuego devorador, en cambio, se extiende cuando se quieren sacar adelante solo las propias ideas, hacer el propio grupo, quemar lo diferente para uniformar a todos y todo”, agregó.
Lo escuchaban en silencio los
185 padres sinodales –cardenales, obispos y religiosos de todos los continentes–, expertos, auditores e invitados especiales a esta asamblea especial sobre el tema de la Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Entre ellos también hay
35 mujeres –entre las cuales hay 20 monjas sin derecho a voto, algo que provocó protestas– y representantes de pueblos originarios. Fue justamente la presencia de indígenas, con sus plumas y coloridos trajes tradicionales, la que marcó la misa solemne, en la que hubo oraciones en diversos idiomas y coros de la Capilla Sixtina.
“Queridos hermanos: sintámonos convocados aquí para servir, poniendo en el centro el don de Dios”, pidió el Papa en su sermón, en el que llamó a no defender el statu quo, sino a una “prudencia audaz” guiada por el Espíritu Santo.
Los viri probati
En el sínodo, la batalla se dará en torno a la propuesta de ordenar en zonas remotas a ancianos casados, de virtud probada (viri probati), algo que es visto por los sectores conservadores como una afrenta a la ley del celibato, que de todos modos no es un dogma.
“Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”, planteó en uno de sus puntos el “Instrumentum Laboris”, el documento que servirá de base para las discusiones. Aunque no se trata de un documento pontificio, como recordó hace unos días el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo, este fue muy criticado y hasta considerado herético por quienes atacan al Papa.
Lo cierto es que, más allá de la lucha interna por esta delicada cuestión eclesial, el sínodo también tendrá efectos geopolíticos. Ya el solo hecho de haberlo convocado fue un mensaje claro a las políticas económicas que explotan el territorio panamazónico sin darle beneficio alguno a las poblaciones indígenas. De hecho el presidente brasileño, Jair Bolsonaro –puesto en el banquillo por la comunidad internacional por los incendios en el Amazonas–, criticó el sínodo y hasta acusó a los obispos de poner en peligro la soberanía del país en esta zona.
“La soberanía de Brasil en la Amazonia es intocable también para nosotros, pero esto no significa que el resto del mundo no pueda hablar sobre sus problemas”, dijo el cardenal brasileño Claudio Hummes, relator general del sínodo, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y prelado muy cercano al Papa.