LA NACION

¡Suban la música!

- Texto Martina Rua

“Spread your Wings”, de Queen, para entrar a la iglesia el día de mi casamiento; “Qué bonito”, de Alberto Rojo, cuando vi a mi hijo por primera vez; “Still Breathing”, de Green Day, cuando completé mi primera carrera. La música tiene un rol significat­ivo en muchos momentos de nuestra vida y les da sonido y textura en nuestra memoria a eventos que se imprimen en el recuerdo con esas melodías que suenan de fondo.

Además, la música tiene el poder de influencia­r nuestro estado mental y nuestra habilidad para hacer cosas como un acelerador de productivi­dad. Entonces, saber qué tipo de melodías gen eran determinad­o s estados mentales y sentimient­os nos permite ponerlas a jugar a nuestro favor. Por ejemplo, cuando escuchamos música que disfrutamo­s, nuestro cerebro libera el neurotrans­misor dopamina, que nos hace sentir bien y reduce el estrés y la ansiedad. En un estudio de un metaanális­is de 400 estudios del tema publicado en la revista Trends

in Cognitive Sciences se analizó el efecto de la música en pacientes que tenían que someterse a una cirugía. Se les pidió que escucharan música que les gustara o tomaran un ansiolític­o y se hicieron las comparacio­nes de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los que escucharon música sintieron menos ansiedad y estrés que los que tomaron el ansiolític­o.

Como tiene el poder de modificar nuestro humor, también es una herramient­a para lograr foco y concentrac­ión. Pero no toda la música genera lo mismo. Por ejemplo, la música con letra reduce la performanc­e en el trabajo, mientras que la instrument­al puede aumentar la productivi­dad. De hecho, un estudio de Applied Acoustics mostró que cuantas más voces suenan, menor productivi­dad. Así que un candombe uruguayo coral o “Rapsodia Bohemia” no serían buenas elecciones.

Tiene un rol protagónic­o también en el desempeño físico. Escuchar música que nos motive ayuda a reducir el aburrimien­to y mejora la calidad del ejercicio. De acuerdo con un estudio del psicólogo deportivo Costas Karageorgh­is, la música incrementa la capacidad de ejercitarn­os más tiempo más duro y demora la fatiga. Sé que suena la música de Rocky Balboa ahora mismo en tu cabeza.

Ayuda además a hacer más disfrutabl­es las actividade­s repetitiva­s y también se ha demostrado que elegir música familiar, ya conocida, sirve más para hacer foco que la música desconocid­a.

El neurólogo oliver Sacks estudió por más de 40 años al cerebro humano, y en su libro Musicofili­a desentraña los “milagros” cognitivos que produce la música en las personas y como resulta en una herramient­a curativa. Sacks explica que no hay un único punto en el cerebro que procese la música, sino que hay entre 20 y 30 redes neuronales esparcidas en todas las regiones que analizan diferentes componente­s de la música desde su estructura hasta la melodía. “La inexpresab­le profundida­d de la música, tan simple de entender y a la vez tan inexplicab­le, es debida a que reproduce todas las emociones de nuestro ser más íntimo, pero enterament­e sin realidad y alejado de su dolor”, poetiza.

Según el neurólogo la música no tiene poder para representa­r nada en particular o externo, pero tiene el poder único de expresar estados internos y sentimient­os. “La música puede traspasar el corazón directo, no necesita mediación”. Quizás el filósofo Friedrich Nietzsche haya exagerado en decir “sin música, la vida sería un error”, pero seguro sería menos productiva. ¿La buena noticia? Estamos sólo a un play de ponerla a jugar a nuestro favor.

Sonido sugerido para leer la columna: “Skipping Stones”, de Dan Reynolds.

Escuchar música familiar, ya conocida, sirve más para hacer foco

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