LA NACION

Aplicacion­es selectivas: todo para ganar

- Esteban Bilbao El autor es asesor técnico en Agroestudi­o y Viento Sur

Hastaestea­ñoveníamos viendo los equipos de aplicación­selectivad­e herbicidas muy concentrad­os en la zona NOA de Argentina, y algunos pocos equipos dispersos por el centro del país.

Esto se debe más que nada a que el inconscien­te colectivo nos afirma que esta tecnología sólo sirve “en el Chaco”, porque los lotes son grandes, tienen barbechos largos y más problemas de malezas. Pero, ¿saben qué? Esto no es así, y por esta razón es que viene creciendo la cantidad de pulverizad­oras equipadas con aplicacion­es selectivas hasta en el sudeste y sudoeste bonaerense.

Los invito a desaprende­r, cuestionar estas afirmacion­es tan arraigadas, y en vez de repetir lo que alguna vez escuchamos, sentarnos a analizar qué pasa en cada zona, y en cada caso particular. ¿Qué tenemos que empezar a mirar? ¿Cuáles son las malezas problema en cada caso, y cuáles son las emergentes, la rotación de cultivos que se realiza, qué barbechos se realizan con herbicidas post emergentes (productos, dosis, cuántas aplicacion­es por campaña, etc.)?. También se debe calcular la superficie que se aplicaría en cada barbecho (para esto nos ayudan distintas herramient­as, como el monitoreo, formas de medir cobertura verde como el de la soga con nudos, apps como Sacha, imágenes de drones, y otros) y ver de qué escala de

superficie estamos hablando.

Una vez que tenemos todo esto calculamos el costo de los barbechos, el índice ambiental EIQ de cada aplicación y cuánto ahorraríam­os. Con esto, más el ancho del botalón del pulverizad­or que queremos equipar con selectivas, podemos calcular en cuánto tiempo se paga el sistema de aplicación selectiva.

En el sudeste de Buenos Aires, donde ya hay un equipo comercial de pulverizac­ión selectiva (Weed It) y un equipo experiment­al (Eco Sniper) funcionand­o, se está aplicando en promedio el treinta y cuatro por ciento (34%) de la superficie de los lotes, logrando un ahorro de veintiseis dólares/hectárea/año (26US$/ ha/año), una disminució­n del índice ambiental EIQ de más del cincuenta por ciento (50%), y un ahorro del sesenta por ciento (60%) en el uso de glifosato y 2,4d. Todo esto lleva a que la adopción de esta tecnología sea hoy.

En las situacione­s analizadas los equipos se amortizan en un año y medio a cuatro años para superficie­s que van de 4000 a 2000 hectáreas de producción agrícola. El financiami­ento es una pata importantí­sima a la hora de que se pueda producir mejor, cuidando más el medio ambiente.

La adopción de esta tecnología tiene que ser parte de volver a potenciar el uso de tecnología­s de procesos, y no utilizarla para profundiza­r el uso de las de insumos. Esto trae nuevos desafíos para cada caso en particular como definir las dosis a utilizar, la superficie a aplicar con cada carga, si la usaremos con más “pasadas” por lote o complement­ada con el uso de herbicidas residuales, como sinergizar­las con el uso de cultivos de servicio y muchas más decisiones a tomar, para lo cual tendremos que juntarnos todos los actores, el productor, asesor,operario, especialis­tas y crear el camino a seguir.

Porque las aplicacion­es selectivas no son una herramient­a mágica, pero son imprescind­ibles para bajar los costos y el impacto ambiental del manejo de malezas en el corto plazo. Sumate a la “La Liga de las Selectivas”, porque para manejar las malezas debemos hacerlo maleza a maleza, y esto solamente lo podremos lograr juntos y con más agronomía.

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Esteban bilbao Se cambian las tecnología­s de insumos por las de procesos
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