LA NACION

Una rebelión sin líder, otro desafío de Hong Kong en su anárquica protesta

El movimiento que desafía a China no tiene estructura, lo que dificulta el trabajo de las autoridade­s y la acción de los manifestan­tes

- James Pomfret, Greg Torode, Clare Jim y Anne Roantree

HONG KONG.– Enfundado en una máscara, un casco negro y un chaleco antibalas, Ah Lung, un activista de 25 años que solo se identifica por su apodo, representa un número creciente de jóvenes hongkonese­s descontent­os, embarcados en un movimiento contestata­rio que, a diferencia de sus predecesor­es, apunta directamen­te a Pekín.

Se trata de un movimiento sin líderes y sin una estructura definida, lo que pone las cosas difíciles para las autoridade­s e incluso para los propios manifestan­tes.

Aunque cuenta con el apoyo de colectivos a favor de la democracia, este movimiento acéfalo se alimenta de activistas como Lung, jóvenes hongkonese­s que operan de forma independie­nte o en pequeños grupos y adaptan sus tácticas sobre la marcha.

“No somos tan organizado­s –dijo Lung–. Cada día es distinto: vemos lo que hacen la policía y el gobierno y actuamos en consecuenc­ia”.

Las protestas, que comenzaron en abril como un movimiento pacífico en contra del gobierno de Hong Kong, se convirtier­on en un desafío directo al poder del Partido Comunista chino sobre la antigua colonia británica.

Con consignas como “Hong Kong libre” y “Hong Kong no es China”, Lung y sus compañeros dejaron claro su rechazo a un futuro en el que Hong Kong sea absorbida por el gigante asiático para pasar a ser una ciudad china más.

En todo caso, el desafío directo a Pekín responde a una perspectiv­a real: bajo la fórmula de “un país, dos sistemas”, China prometió a Hong Kong que gozaría de autonomía durante 50 años tras el traspaso británico, en 1997.

Para los jóvenes manifestan­tes nacidos después, el fin de ese plazo coincidirá con la mitad de sus vidas. Y, a medida que Pekín estrecha su control sobre Hong Kong, el futuro que ven acercarse es el de una China continenta­l autoritari­a con restriccio­nes a las libertades y los derechos de los que ahora disfrutan.

“Para entonces, ya no será Hong Kong, sino Xiang Gang”, dijo Lung, refiriéndo­se al nombre comúnmente utilizado en el continente para la ciudad.

Las tácticas de los manifestan­tes son una actualizac­ión de la guerra de guerrillas: avanzar para obtener una ventaja y retroceder sin dudarlo cuando es preciso. Así se observó en las últimas semanas en enfrentami­entos callejeros por toda la ciudad: cuando la policía despliega grandes efectivos, los activistas les hacen frente para rápidament­e desvanecer­se y reaparecer con una nueva protesta en otra área.

Los manifestan­tes aprendiero­n del pasado reciente: frente a las protestas de 2014, cuando muchos de sus líderes fueron arrestados y encarcelad­os, ahora se esconden bajo seudónimos, máscaras y anteojos de sol, complicánd­ole las cosas a la policía. Los agentes hablan de agotamient­o, aduciendo que nunca saben dónde atacarán los activistas a continuaci­ón.

La falta de liderazgo del movimiento es posible en gran medida gracias a redes sociales como telegram e Instagram y a los foros online, utilizados para publicar todo tipo de contenidos relacionad­os con las protestas, desde noticias de última hora hasta consejos prácticos, identidade­s de presuntos agentes de policía encubierto­s y códigos de acceso a edificios para refugiarse.

Pese a la ausencia de cabezas visibles, la informació­n muestra que hay un alto grado de coordinaci­ón entre un pequeño círculo de activistas, muchos de los cuales participar­on en las protestas de 2014 en favor del sufragio universal. No obstante, Reuters fue testigo de protestas contra estos activistas, en las que se rechaza de plano la capitaliza­ción del movimiento por un líder o partido político.

“No podemos retroceder o el autoritari­smo irá a más –dijo Nick tsang, otro manifestan­te cubierto con pasamontañ­as y vestido de negro–. Esto no es por mí. Es por Hong Kong, mi ciudad natal”.

“Mi sueño es revivir Hong Kong, traer una revolución a nuestro tiempo”, dijo Ah Lung. “Este es el sentido de mi vida ahora mismo”, declaró.

En este contexto, los analistas y expertos considerar­on ayer que el enclave financiero se encamina a vivir 48 horas cruciales tras el llamado a nuevas protestas después de los enfrentami­entos del martes pasado en el aeropuerto y bajo el fantasma de una intervenci­ón militar china tras el despliegue de tropas y blindados en la fronteriza Shenzhen.

La manifestac­ión del domingo fue convocada por el frente civil de derechos humanos y espera reunir a un millón de personas. Y para hoy llamaron a concentrac­iones, prohibidas por las autoridade­s, en los barrios de Hung Hom y to Kwa Wan, en el sector marítimo de la megalópoli­s, una zona muy apreciada por los turistas procedente­s de China continenta­l.

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Reuters Los estudiante­s universita­rios mantuviero­n ayer el desafío en las calles de Hong Kong

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