LA NACION

Un mes que Macri quiere estirar hasta octubre

- José Luis Brea

Un mes puede parecer largo o corto según el punto de partida y los problemas que traiga consigo. Por eso, caprichos de la percepción, segurament­e al Gobierno los últimos 30 días se le hayan pasado volando. El dólar, referencia permanente para la economía y la política argentina, cumplió ese período en calma, atenuando su impacto sobre la inflación y recomponie­ndo, al menos en parte, la imagen del presidente Macri, que hoy puede mostrar un mayor control de la situación que un mes atrás.

Fue el 29 de abril cuando el Banco Central anunció, tras intensas negociacio­nes con el Fondo Monetario Internacio­nal, que a partir de allí podría intervenir en el mercado de cambios para frenar el dólar dejando atrás el corsé que le imponía la “zona de no intervenci­ón”, cuyo techo estaba en $51,45. No solo ya no había restriccio­nes, sino que los montos de intervenci­ón podrían ser, llegado el caso, mayores.

Los números muestran que ese anuncio fue una bisagra y descomprim­ió la situación de inmediato. En los 10 días anteriores, entre el 16 y el 26 de abril, el dólar para la venta al público había saltado casi 4 pesos para llegar a 46,90 en el promedio del mercado que releva el BCRA y superar los $47 en varios bancos de la City aquel viernes 26.

Las perspectiv­as para el lunes 29 de abril no eran las mejores pero, tras el anuncio, la moneda norteameri­cana cerró en $45,59. Desde entonces, se estacionó en torno de los $46 con algunos altibajos. El nivel máximo, a lo largo del último mes, no llegó a 1 peso: 90 centavos (46,49 pesos, el 9 de mayo) y ayer finalizó en $45,64, apenas 4 centavos por encima del cierre del 29 de abril.

Para Miguel Zielonka, director de Econviews, “fue clave, en términos de expectativ­as, el cambio de régimen monetario desde el 29 de abril: salimos de la flotación pura y entramos en la flotación sucia. Antes los jugadores en el mercado tenían ventaja porque sabían que el Central no iba a intervenir y este corría el riesgo de que los exportador­es demoraran la liquidació­n tratando de obtener un mejor precio”.

El analista también recuerda que “estamos en la mejor estacional­idad de liquidació­n de exportacio­nes del año por la concentrac­ión de la cosecha gruesa. Entre abril y agosto entran unos 150 millones de dólares extras por día frente al movimiento normal diario promedio”.

Gabriel Zelpo, director de Elypsis, coincide: “Fue importante el cambio en la posibilida­d de intervenci­ón del Banco Central en el mercado cambiario que habilitó el FMI. Por la intervenci­ón en sí, si

bien no la hizo, y por la señal de que puede intervenir. Es un mensaje político: si el Gobierno necesita algo más el Fondo se lo va a dar”. Según el analista, además, “las noticias negativas para el Gobierno empezaron a aminorar. Mejora la confianza del consumidor, bajó algo la inflación y las encuestas muestran un piso de caída para Macri. Eso es relevante para los que toman decisiones de inversión y, por ende, se refleja en el mercado cambiario de hoy”.

Otros analistas no ven en esto la única causa. Daniel Marx, director de Quantum Finanzas, cree que “hay una conjunción de factores. De pronto, se pasó a tener la percepción de que el precio del dólar estaba adelantado. Los precios locales medidos en dólares estaban como muy baratos y la gente tenía menos incentivos para comprar. A eso agreguemos un poco de sequía de pesos, de que el Banco Central puede intervenir y la mayor oferta estacional de dólares”.

La pregunta ahora es cuán sostenible es la calma cambiaria. “El factor prepondera­nte para el futuro serán los movimiento­s de portafolio­s. Una parte ya salió, ya se dolarizó, pero no digo que ese proceso esté completo. Le veo más recorrido a la calma y a los nervios, de fines de junio en adelante, aunque no creo que haya un escenario traumático. Hay que ver cómo se sigue armando el juego político”, evaluó Marx.

Zielonka, por su parte, señala: “habrá que ver qué pasa con el mundo. Está difícil de leer, en particular, lo que pase con la guerra comercial entre Estados Unidos y China . Asumiendo que no hay cisnes negros, tenemos varias semanas más de tranquilid­ad por delante hasta que eventualme­nte alguna noticia política pueda gatillar la dolarizaci­ón de personas y de empresas. Tenemos por delante un mes de calma y después, en teoría con las cartas tiradas hasta hoy, parece que el 22 de junio no es tan clave, pero habrá que ver. Las PASO, en agosto, van a ser un momento de volatilida­d”.

Zelpo, en tanto, también prevé que el tipo de cambio va a seguir al ritmo de las encuestas. “Hay riesgo de profecía autocumpli­da, pero también se podría hacer el círculo para el lado virtuoso si las encuestas marcaran un cambio [y mejoraran las chances de Macri], pero por ahora estamos lejos de eso”.

El 27 de junio de 2017, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sorprendió con una frase: “El dólar salió de la tapa de los diarios y ya no es una preocupaci­ón para las familias argentinas”. Casi dos años más tarde, aquella afirmación, que luego se probó apresurada, es cierta. Si será más duradera que entonces o no depende de muchos factores. Por ahora, el Gobierno se aferra al presente y disfruta el mes más tranquilo de los últimos trece en materia cambiaria. Treinta días que quisiera estirar hasta las elecciones del 27 de octubre.

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