LA NACION

Sueña en París

Juan Ignacio Londero sorprende en Roland Garros; cómo es la vida del cordobés que ya llegó a la tercera rueda

- José Luis Domínguez

PARÍS.– Juan Ignacio Londero llegó a la capital francesa el jueves pasado, luego de perder en la segunda rueda del torneo de Ginebra con el rumano Radu Albot. Desembarcó con el cuerpo técnico que lo acompañó en esta gira: el entrenador Andrés “Gringo” Schneiter, el preparador físico Roberto Maccione, y el manager Agustín Caceras. En Jesús María quedaron los familiares y allegados. Por delante, la primera participac­ión del Topo en el cuadro principal de un Grand Slam. Un apodo que, en realidad, es heredado de Eduardo, su papá, con el que empezó a jugar al tenis. “A él le dicen desde siempre el Topo; en realidad yo soy el Topito”, cuenta con aire campechano, luego de otro gran impacto en Roland Garros.

El cordobés ya había llamado la atención con su victoria sobre el georgiano Nikoloz Basilashvi­li, 15º favorito, en la primera rueda y en sets corridos. En segunda le tocaba Richard Gasquet, ex Top 10, con 18 años dentro del circuito y muchísima más experienci­a en este tipo de compromiso­s: los 161 partidos de Grand Slam del francés contrastab­an contra el único cotejo previo que tenía Londero en su cuenta. Además, Gasquet era local en el court 1, también conocido como la Plaza de Toros. Pues bien: el cordobés resolvió el desafío de carácter con personalid­ad y desparpajo. Ante los pergaminos de Gasquet y su revés académico, opuso un juego consistent­e y veloz; tomó la iniciativa desde el comienzo y percutió con golpes profundos para arrinconar contra el fondo al francés, incómodo en esa posición, y que comenzó a fallar. A pesar de ser más visitante que nunca, con un público volcado masivament­e sobre los hombros de Gasquet, Londero no tuvo problemas para comandar el juego e imponerse por 6-2, 3-6, 6-3 y 6-4, en dos horas y 14 minutos de acción. El Topo se agachó, con una sonrisa radiante, y luego alzó los brazos; en las tribunas, el grito de unos cordobeses estoicos tomaba el mando ante el silencio local; un grupo de amigos que llegaron a París con unas llamativas galeras iluminadas, y consiguier­on que Londero les diera unas entradas para que lo fueran a alentar.

“Es una sensación muy linda. Es como si estuviera soñando con los ojos despiertos. Jugué un gran partido hoy, estoy feliz, disfrutand­o todo acá”, sonríe el Topo. Los números sonríen. Empezó el torneo en el puesto 78° del ranking, pero luego de pasar dos ruedas se aseguró un avance de al menos diez posiciones, con lo cual quedará cerca de su mejor ubicación (64º, en marzo pasado). Podría subir más escalones aún si el viernes, en la tercera rueda, consigue superar a otro jugador galo, el joven Corentin Moutet (110º), que impidió un duelo entre compatriot­as al ganarle a Guido Pella en cuatro parciales. “Me encantó jugar en esta cancha. Pero al mismo tiempo yo intento enfocarme solamente en lo que pasa en el partido y no en mirar lo que hay alrededor. Ya nos juntaremos con Andrés (Schneiter) a analizar al próximo rival”, le dice Londero a la nacion. Muy cerca está Maccione, que lo sigue a sol y a sombra. Tiene sus razones: Londero pierde peso durante los partidos –un defecto que a más de uno le gustaría tener–, sufre un importante desgaste de energía, y por eso el preparador físico está atento a hidratarlo y a darle suplemento­s para que se recupere rápido. “Me cuesta el tema de la alimentaci­ón, por eso viajamos con una licuadora y una balanza, me peso todos los días, trato de no bajarlo. Yo debería pesar 73, y estoy en 70. Es duro, pero trato de no dejarlo pasar”, explica el jugador nacido en Jesús María.

“Entro a jugar y a hacer lo mejor que puedo. En los torneos no miro los cuadros. Ya tuve muchas malas experienci­as antes, miraba contra quién me tocaba jugar, me hacía la cabeza pensando en llegar hasta la final, y después tenía varias decepcione­s. Entonces dejé atrás esa presión y no los miro más. No sé si puedo llegar lejos en este Roland Garros. Siempre trato de ir poco a poco. No pienso en si tengo un buen cuadro o en cómo puede ser el futuro. Ahora sé que tengo que jugar contra Moutet y nada más. Si mi rival está ahí es porque está jugando bien”, destacó Londero sobre el encuentro que disputará el viernes próximo.

Decir Córdoba es casi un sinónimo de fútbol, pero Londero sorprende: “No me gusta, nada, y no soy hincha de ningún club. Por ahí, si fuera hincha de alguno, lo seguiría a todas partes, porque cuando me meto soy un fanático”. Las preferenci­as del 78º del mundo pasan, como su ídolo de la niñez, David Nalbandian, por los motores: le gustan los cuatricicl­os y el karting. Luego, revela que aún necesita más rodaje en otras superficie­s. “Todavía me falta para adaptarme a este nivel de elite del tenis. Necesito mucho aprendizaj­e en ese tipo de canchas, y en pasto ni hablar. Yo pensé que jugaba bien en cemento, hasta que fui a Estados Unidos… Por ahora mi preferido es el polvo de ladrillo, que es lo que jugué siempre en mi vida. Sé que hoy me vio jugar el capitán de Copa Davis (Gastón Gaudio); también lo había hecho en Miami, pero esa vez jugué muy mal”, destacó el cordobés. En París, está claro, la situación cambió. El Topito sigue haciendo de las suyas sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros, donde empieza a dejar sus huellas.

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londero y su equipo: el preparador físico roberto Maccione, el entrenador andrés sch

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