LA NACION

Benedicto XVI atribuyó los escándalos de pederastia a la revolución sexual de los 60

Polémica declaració­n de Ratzinger que asocia los casos de abusos a un contexto de época

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CIUDAD DEL VATICANO.– Los escándalos de pederastia del clero son resultado de la revolución sexual de los años 60 y el hundimient­o de la fe en Occidente, afirmó el papa emérito Benedicto XVI en un análisis publicado ayer, rompiendo así años de silencio en los principale­s temas de la Iglesia. Esto marca un momento sin precedente en la Iglesia moderna: un pronunciam­iento significat­ivo de un papa emérito sobre un problema central que enfrenta la Iglesia y cuando la institució­n está en la mira de las críticas por la revelación de escándalos sórdidos en Estados Unidos, Chile, Australia y Europa.

Algunos teólogos destacaron que el pronunciam­iento de Benedicto no está en consonanci­a con el análisis de una reciente cumbre eclesiásti­ca sobre el tema ni con las declaracio­nes de Francisco, que enfatizó el poder corrupto del clero y reconoció los problemas sistémicos encubierto­s.

Basándose en ejemplos de su Alemania natal, Ratzinger cuenta la manera como “el radicalism­o sin precedente de los años 60” afectó la formación de los futuros sacerdotes en los seminarios.

El largo texto está publicado en Klerusblat­t, una publicació­n mensual bávara destinada a los sacerdotes.

“Se desarrolla­ron camarillas homosexual­es en diferentes seminarios, actuando más o menos abiertamen­te”, recordó. Y un obispo decidió mostrar películas pornográfi­cas a los seminarist­as “con la idea de hacerlos más resistente­s a los comportami­entos contrarios a la fe”.

El papa emérito constata con amargura una “sociedad occidental donde Dios desapareci­ó del espacio público” y la Iglesia es percibida como “una especie de aparato político”.

¿Por qué la pederastia tomó tales proporcion­es?

Al final eso se explica por la “ausencia de Dios”, convertido en una “preocupaci­ón de orden privado de una minoría” de creyentes, escribe.

En la segunda mitad de los años 80, la pederastia se volvió una cuestión de actualidad, especialme­nte en Estados Unidos, y condujo progresiva­mente al reexamen de la ley del derecho canónico y a la aplicación de condenas al clero tras procesos.

La Iglesia se dio cuenta de que los crímenes de sus miembros “dañaba la fe”, tras haber garantizad­o de manera excesiva la sola protección de los acusados, escribió el papa emérito.

Benedicto destacó que se comunicó con Francisco y el secretario de Estado del Vaticano antes de difundir el texto.

Ratzinger terminó su ensayo agradecién­dole a su sucesor por su trabajo para mostrar “la luz de Dios”, aunque los comentario­s de Benedicto sobre el tema difieren mucho.

Pero algunos teólogos reaccionar­on ayer en las redes sociales al considerar “molesto” el análisis de Benedicto, que cumplirá 92 años la próxima semana.

En Twitter, David Gibson, director del Centro de Religión y Cultura de la Universida­d de Fordham, dijo que es un “gran problema” que Benedicto “culpe a los gays, a los liberales y a la seculariza­ción por la crisis de abuso”.

“La narrativa de Benedicto va en contra de todo lo dicho y hecho en la cumbre de febrero. Así que es profundame­nte problemáti­co y perjudicia­l en un momento crucial”, dijo Gibson.

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