No todos somos iguales para los cinemómetros
Salvo los excesos de la velocidad máxima, no hay otros controles
Hace pocos días, se anunció la instalación de más y nuevos radares en la autopista Panamericana. Muy loable tratar de controlar la velocidad máxima, lástima que dichos cinemómetros solo verifican el exceso de 130 km/h. Así que si un ómnibus de larga distancia, cuya velocidad máxima es de 100 km/h, circula a 110 o 120 km/h no será multado, pese a estar en infracción. Lo mismo ocurriría con los camiones modernos, con mucha potencia, que dicho sea de paso van por donde se les antoja (deben circular por los dos carriles de la derecha, igual que los micros), que pueden pasar con holgura sus 90 km/h reglamentarios, pero al no superar los
130 km/h, tampoco serían sancionados. Ni hablar de las motos: los cinemómetros no registran ninguna de sus infracciones, ni tampoco a los ciclistas que, aunque está expresamente prohibido por la ley, pedalean por las autopistas sin que nadie se lo impida o lo evite. Conclusión, los cinemómetros solo parecen estar para “cazar” a los automóviles, SUV y pickups que superen los
130 km/h, lo que está muy bien porque cometen una infracción; pero resultan el “pato de la boda”: serán los únicos castigados en el verdadero festival de faltas (sin olvidar a los banquineros y los que no respetan la velocidad mínima) que es la Panamericana. Todos debemos ser iguales ante la ley. Lejos de defender a los “velocistas”, es hora que las autoridades revean las velocidades máximas en esta mega autopista: tiene demasiado tránsito, muy caótico y con grandes diferencias de velocidad entre vehículos, a toda hora del día, como para que la máxima sea de 130 km/h. Ese sí sería un aporte real a la seguridad vial antes que a las arcas estatales.•