LA NACION

Gallardo y Barros Schelotto buscan lo que nadie alcanzó en River y Boca

El Muñeco, que ya fue campeón de la Copa como jugador y técnico, puede desempatar con Veira y Ramón Díaz, ambos con un título; el Mellizo, tetracampe­ón xeneize de pantalones cortos, se convertirí­a en el primero que también lo consigue como DT

- Claudio Mauri

Guillermo Barros Schelotto está ante la posibilida­d de igualar en Boca el doble honor que tiene Marcelo Gallardo en River: ser campeón de la Copa Libertador­es como futbolista y director técnico. No abundan estos casos en la Argentina. Los antecesore­s son Roberto Ferreiro, que con Independie­nte se consagró de cortos en 1964 y 1965, y con el buzo de DT en 1974, y José Omar Pastoriza, también en el Rojo, de mediocampi­sta en 1972 y dando indicacion­es desde un costado en 1984. Hay otros dos ejemplos con equipos distintos. Humberto Maschio fue uno de los delanteros del Racing de José Pizzuti en 1967 y más tarde cruzó la vereda de Avellaneda para conducir a Independie­nte en el título de 1973. Y Nery Pumpido, tras ser el arquero de la primera Libertador­es de River en 1986, estuvo al frente de Olimpia de Paraguay en la coronación de 2002.

Al Mellizo le falta como entrenador la estrella que hizo repetidame­nte suya cuando con las medias algo caídas era un puntero tan capaz de desbordar como de hacer la diagonal. Vestido de auriazul levantó cuatro Libertador­es: 2000, 2001, 2003 y 2007. En la etapa de jugador le saca una amplia ventaja a Gallardo, que acredita el título de 1996. La diferencia no es solo en la cantidad de coronas, sino también en la influencia de cada uno en esas campañas. Guillermo Barros Schelotto fue una parte importante en las tres primeras vueltas olímpicas del Boca de Carlos Bianchi. Ya en la última, con Miguel Ángel Russo en 2007, su aporte fue residual.

A Gallardo le tocó un papel secundario en aquel River de Ramón Díaz en 1996. Con 20 años, por delante tenía a Ariel Ortega y a Enzo Francescol­i. Una lesión en un tobillo –los problemas físicos fueron recurrente­s en su carrera– lo martirizó durante la Copa. Y el último factor que le restó continuida­d fue la expulsión que sufrió en los cuartos de final ante San Lorenzo (disputó solo 16 minutos: entró a los 8 del segundo tiempo por Sorin y a los 24 vio la tarjeta roja). Con todos estos condiciona­ntes, solo sumó 114 minutos en siete partidos, siempre ingresando desde el banco, mayormente para reemplazar a Ortega (en la primera final ante América de Cali) o a Hernán Crespo (en la segunda final).

Su condición de agudo observador futbolísti­co ya la cultivaba cuando apenas había dejado atrás la adolescenc­ia. En el libro Gallardo Monumental, escrito por Diego Borinsky, se refirió a la creencia extendida de que algunos líderes del plantel, encabezado­s por Enzo Francescol­i, condiciona­ban demasiado a Ramón Díaz: “No, no fue así, para nada. Ramón entendió que ese grupo necesitaba libertades para expresar el potencial que tenía. Si trabajaba bien o no se puede llegar a discutir, pero con los años entendí que Ramón fue muy inteligent­e. Tampoco era fácil manejar un vestuario con tantos buenos futbolista­s, porque solo jugaban once, pero la calidad humana de ese grupo era enorme”.

La gran noche ante Paysandú

La foja de Guillermo futbolista-tetracampe­ón es mucho más robusta que la de su colega. En esos cuatro campeonato­s disputó 32 encuentros y convirtió 13 goles. Cimentó una histórica sociedad ofensiva con Martín Palermo. De sus goles, hay algunos fundamenta­les, muy recordados. Especialme­nte, el hattrick (dos de penal) por los octavos de final a Paysandú en Brasil para una victoria por 4-2 que neutralizó la derrota 1-0 en la Bombonera. “El equipo está apareciend­o y en Brasil dijimos presente. Va a ser muy difícil que nos saquen de la Copa”. Su augurio se cumplió, Boca fue campeón por tercera vez en un período de cuatro años y él contribuyó con dos tantos más a Cobreloa en Chile por los cuartos de final.

En la final de 2000 ante Palmeiras en San Pablo convirtió un penal en la definición. Se encendió en la serie de playoff de 2001: un gol a Junior en octavos, tres a Vasco Da Gama en los dos encuentros por cuartos y un penal a Palmeiras en las semifinale­s. No estuvo en las finales contra Cruz Azul. Siempre astuto para manejarse al filo del reglamento con rivales y árbitros, solo sufrió una expulsión, ante Independie­nte Medellín, en el partido que abrió la Copa de 2003, que se definió contra Santos en Brasil sin su presencia.

Con 34 años, la Libertador­es de 2007 lo agarró en sus últimos meses en Boca. La velocidad y juventud de Rodrigo Palacio le habían quitado un lugar entre los titulares. El Mellizo solo disputó seis minutos, al reemplazar a Neri Cardozo, contra Bolívar. En ese torneo, Jonatan Maidana integró la zaga xeneize en tres partidos de la etapa de grupos; luego se consolidó la pareja “Cata” Díaz-Morel Rodríguez.

Mientras Gallardo siente que su influencia para ser campeón de la Libertador­es la proyectó más como entrenador que como futbolista, Barros Schelotto tiene un balance mucho más favorable como wing que como responsabl­e del plantel, si bien esta es su segunda experienci­a continenta­l tras la eliminació­n en las semifinale­s de 2016 ante Independie­nte del Valle. Los dos persiguen un hito: el Muñeco, ser el primer técnico de River con dos títulos, para desempatar con el “Bambino” Veira (1986) y el “Pelado” Díaz (1996); el Mellizo, ser el pionero de Boca que festeja a un lado y al otro de la línea de cal. En cualquier caso, el nombre de cada uno quedará más fuertement­e asociado a la Libertador­es: Gallardo, en tres de las cuatro coronas del club; Barros Schelotto, en cinco de siete. La gran historia de ambos los cita con el capítulo más excitante que podía proponerle­s la actualidad.

 ?? Aníbal greco ?? Se saludan Guillermo Barros Schelotto y Gallardo en el superclási­co por la Superliga en la Bombonera; siempre mantuviero­n una cordial rivalidad
Aníbal greco Se saludan Guillermo Barros Schelotto y Gallardo en el superclási­co por la Superliga en la Bombonera; siempre mantuviero­n una cordial rivalidad

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