LA NACION

Ilustres jóvenes de ayer, con la pasión de siempre

Eduardo romero, Vicente Fernández y José Cóceres revivieron en la cancha de pilará su gusto por el golf en un día especial

- Alejo Miranda

–¡Me salvé! –¿Jugás mañana? –No, me salvé de morirme.

Ni recién salido de la ambulancia el Gato Romero pierde su sentido del humor. Acababa de terminar los primeros 18 hoyos y, luego de firmar la tarjeta, fue rengueando a hacerse atender por el médico. Una lesión en la zona inguinal, que lo molestó todo el recorrido, lo obligó a abandonar. Condiciona­do, anotó 87 (+15), pero eso es lo de menos. Terminó la vuelta y se divirtió jugando al lado de Vicente Fernández y José Cóceres. Tres veteranos, tres amigos. Tres glorias del golf argentino que siguen agigantand­o su legado, ahora en forma de ejemplo hacia los más chicos.

Entre los tres acumulan 10 títulos del Abierto Argentino, dos del PGA Tour, 14 del European Tour y nueve del Champions Tour. Hoy están lejos de las posiciones de privilegio, pero disfrutan del golf como cuando estaban en la elite. Ayer compartier­on línea en la primera vuelta del 113° VISA Argentina Open en Pilará, una vuelta plena de anécdotas y risas, no exenta de buen golf. Tampoco de lesiones propias de la edad.

“Había tenido un problema de varicocele y el miércoles sentí un golpe y me molestaba mucho al pegar”, justificó el Gato, de 64 años. “Lo importante es venir a jugar siempre y con los amigos. Y qué amigos, ¿no? Siempre jugar una vuelta con ellos es un orgullo. Hemos jugado muchos años, toda la vida. Y verlos jugar… hay que ganarles a estos viejitos, no crean.”

De hecho, el chaqueño Cóceres (55) completó una gran vuelta de 72 golpes (par) y está en carrera. “Estoy muy contento de jugar con colegas que conozco hace mucho, que hacen el esfuerzo de estar acá en un torneo de alta competenci­a, que a mí también me sirve para prepararme para jugar el Champions Tour [el tour de veteranos del PGA Tour]. Voy a jugar la escuela clasificat­oria en dos semanas y espero seguir en esta línea”.

Y el Chino Fernández, el más veterano del certamen (72 años), no estuvo lejos de hacer un score más bajo que su edad, un lujo que pocos se pueden dar. Igualmente los 75 golpes (+3) son más que competitiv­os: el mismo marcador, por ejemplo, que Ángel Cabrera. “El golf siempre fue una pasión. Yo empecé jugando porque me gustaba y sigo jugando porque me gusta”, explica el ocho veces campeón argentino. “Ya no puedo competir en este nivel, pero me sigue entusiasma­ndo”.

No solo la edad los distancia de las estrellas de hoy, sino también los cambios que sufrió el deporte en los últimos años: la tecnología aplicada a palos y pelotas, la incorporac­ión de conceptos de biomecánic­a, el entrenamie­nto físico. “Esta etapa es para disfrutar y aplicar lo que ha hecho uno toda su vida y es muy lindo jugar”, cuenta Romero, campeón del Abierto en 1989 y cinco veces segundo. “Y ver jugar, también. Nada que ver con lo que jugábamos antes. Hay cada pegador que tira 360 yardas como si nada. ¡Dios mío! Eso nosotros lo hacíamos en dos golpes. Pero todavía tenemos ese toque que no tienen los jóvenes. La experienci­a que hemos tenido a lo largo de los años los jóvenes lo ven, y ojalá que lo puedan aprender”.

¿Los más jóvenes les piden consejos? “Me ha pasado muchas veces en algún torneo, donde están los pibes, que se acerquen a preguntar. Siempre intentamos ayudar para mejorar su golf y para que ellos también sean grandes jugadores”, responde Cóceres. El Chino agrega: “Yo jugué con los jóvenes lunes y martes, y la verdad es que muy poco gentiles han sido. Porque me sacan 100 yardas y me dejan caminando solo. No podemos hablar nada [risas]. Hablando en serio, es un gusto. La Argentina tiene potencial en muchos jóvenes. Ojalá se sigan haciendo torneos importante­s acá para que se puedan desarrolla­r como fue históricam­ente para nosotros”.

Hay futuro, coinciden, y si es así es en gran parte porque antes ellos marcaron el camino. Y lo siguen haciendo dentro y fuera de la cancha.

 ?? VillarPres­s ?? el Gato Romero, el Chino Fernández y José Cóceres: el reencuentr­o, con risas y anécdotas
VillarPres­s el Gato Romero, el Chino Fernández y José Cóceres: el reencuentr­o, con risas y anécdotas

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