LA NACION

Los cinco días de furia de Trump: ira, resentimie­ntos, quejas y peleas

Los sacudones en su gabinete y los roces con Macron y May dejaron expuestas las frustracio­nes del presidente

- Philip Rucker THE WASHINGToN PoST

WASHINGToN.– Hace una semana, a bordo del avión presidenci­al Air Force one rumbo a París, el presidente Trump recibió una llamada de felicitaci­ones: era la primera ministra británica, Theresa May, que lo llamaba para celebrar los triunfos del Partido Republican­o en las elecciones de mitad de mandato –por más que los demócratas hayan recuperado la mayoría en la Cámara baja–, pero la apelación de May a la vanidad del presidente norteameri­cano se chocó con un estallido de furia.

Trump le enrostró que, según su evaluación, Gran Bretaña no estaba haciendo lo suficiente para frenar a Irán. La cuestionó por el Brexit y se quejó de los acuerdos comerciale­s que, según él, son injustos con los países europeos. No era la primera vez que May tenía que lidiar con el mal genio de Trump, pero esta vez hasta sus colaborado­res se quedaron pasmados por el arranque de cólera.

Para Trump, esa ríspida llamada fijó el tono de los cinco días de furia que siguieron, que se hizo evidente en sus destemplad­os tuits y que fueron descritos por 14 altos funcionari­os de su administra­ción.

“El viaje lo dejó frustrado, y está ansioso por hacer algunos cambios –dice un alto funcionari­o de la Casa Blanca–. Es una semana en que la cosa puede ponerse realmente peligrosa”.

Durante su estada de 43 horas en París, Trump refunfuñó por el recuento de votos en Florida y se ofuscó por algunos resultados claves en favor de los demócratas, en unas elecciones que Trump había calificado como “una gran victoria”. Trump estalló frente a su equipo por la cobertura de los medios sobre su decisión de saltearse la ceremonia en honor de los sacrificio­s militares en la Primera Guerra Mundial.

El presidente norteameri­cano también estaba furioso y resentido con el presidente Emmanuel Macron por su rechazo público al auge del nacionalis­mo, que Trump consideró como un ataque personal. Y eso fue después de una reunión ya de por sí difícil con el mandatario francés, en la que se lograron pocos avances porque Trump volvió a manifestar­le su enojo por el comercio internacio­nal y la situación de Irán.

“Es como un elefante que lleva su propio bazar encima a cualquier lugar del mundo donde vaya”, dice el historiado­r de los presidente­s, Douglas Brinkley.

Mientras tanto, Trump se preparaba para darle un sacudón a su gobierno. Durante el fin de semana, les comunicó a sus asesores que había decidido desplazar a la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, y que estaba consideran­do seriamente el reemplazo del jefe de gabinete John F. Kelly, que a principios de esta semana hacía lo imposible por mantener a Nielsen en su puesto.

Una alta fuente de la Casa Blanca que habla regularmen­te con Trump dijo que hace tiempo que el presidente masculla la idea de deshacerse de Kelly. “Pero ya lo hizo tres o cuatro veces antes, y con él, nada es del todo cierto hasta que envía un tuit”.

La primera dama Melania Trump comparte la exasperaci­ón y la impacienci­a de su marido con algunos miembros del gabinete. El martes, en medio de informes que rendían cuenta de que el presidente había decidido desplazar a la asesora en cuestiones de seguridad nacional Mira R. Ricardel, la oficina de la primera dama emitió un comunicado sin precedente en el que pedía que la echaran.

Los tumultos empezaron la semana pasada, incluso antes del viaje de Trump a París. Tras pedirle la renuncia al procurador general Jeff Sessions, la controvers­ia empezó a girar alrededor de las capacidade­s del procurador general que quedó a cargo, Matthew Whitaker, de sus vinculacio­nes comerciale­s y de su previa oposición pública a que se investigue el caso ruso.

Ya de regreso a Washington, Trump se despachó contra su colega francés, equiparand­o el pedido de Macron de armar un ejército europeo con la expansión militar de Alemania en la Primera y Segunda Guerra Mundial.

El martes porl amañan a,Trump tuiteó: “¿Y cómo le fue a Francia con eso? Antes de que Estados Unidos intervinie­ra, los parisinos ya se habían puesto a estudiar alemán. ¡Paguen por la oTAN!”

Y luego atacó a Macron por su baja popularida­d en Francia, y de paso aprovechó para darle algunos consejos de marketing político. “El problema es que Emmanuel adolece de muy baja popularida­d en Francia, 26%, y el desempleo está casi en el 10%”, tuiteó Trump. “Lo único que quería era pasar a otro tema. Y a todo esto, no hay país más nacionalis­ta que Francia, ¡un pueblo muy orgulloso y con derecho a serlo! ¡Hagan de nuevo grande a Francia!”.

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Donald Trump presidente norteameri­cano

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