LA NACION

Las realizador­as quieren romper el techo de cristal en el cine local

La Mujer y el Cine cumplió 30 años impulsando films hechos por mujeres; a pesar de los avances, solo el 13,49% de las películas entre 2010 y 2017 fue filmado por directoras

- Julia Montesoro

A tres décadas del nacimiento del ciclo La Mujer y el Cine, pionero en 1988 en la difusión del cine hecho por mujeres, en la industria cinematogr­áfica local cobran fuerza los debates e iniciativa­s para que el mundo del cine sea más equitativo. Si bien es cierto que desde los años 90 se sumaron al cine nacional numerosas directoras, algunas cifras muestran que la participac­ión de las mujeres en el medio cinematogr­áfico sigue siendo baja. Según consignan cifras preliminar­es de un trabajo del Observator­io Emilia Saleny de perspectiv­a de género del cine argentino –impulsado por el Instituto Nacional de las Mujeres y el Incaa– entre 2010 y 2017 se estrenaron 1563 películas producidas en la Argentina: solo 211 fueron dirigidas por mujeres, apenas el 13,49 por ciento del total. Los resultados finales del trabajo del Observator­io se conocerán en diciembre, cuando sean presentado­s en el mercado cinematogr­áfico Ventana Sur.

“A fines del siglo XX y principios de este, se produjo en nuestro país una eclosión de mujeres dirigiendo, que venía gestándose lentamente en la proliferac­ión de escuelas de cine, donde se preparan tantas mujeres como hombres, sumando actualment­e alrededor de 17.000 estudiante­s. Cada vez hay más directoras en nuestro país y en el mundo; algunas logran reconocimi­ento y éxito comercial. Sin embargo son muchas menos que los directores, y en los festivales internacio­nales, tienen poca representa­ción”, analiza Marta Bianchi, quien junto con María Luisa Bemberg, Lita Stantic, Sara Facio, Beatriz Villalba Welsh, Susana López Merino y Gabriela Massuh fundó la Asociación Cultural La Mujer y el Cine, a través de la cual realizaron hasta hoy seis festivales internacio­nales y diez concursos nacionales de cortos, entre otros proyectos.

Cambiar las reglas

Directoras de renombre como Lucrecia Martel (cuyo último film, Zama, acaba de consagrars­e como el gran ganador de los premios Sur que entrega la Academia local), Paula Hernández, Julia Solomonoff, Teresa Costantini, María Victoria Menis, Sabrina Farji, Ana Katz, Anahí Berneri, Vanesa Ragone y Ana Poliak, entre muchas otras, encontraro­n en estas iniciativa­s un espacio de legitimaci­ón y promoción de su trabajo.

“Somos muchas las directoras en la industria. Casi todas pertenecen a una generación más joven que la mía, en la que estoy un poco sola. Siempre me interesa ver todo lo que filman otras mujeres, y la mirada que tenemos. Sin embargo no siento ni vivo gran conversaci­ón entre nosotras. Creo que nos falta crear una red de apoyo verdadero para crecer en un medio como el cine y la televisión que para mí es claramente un mundo de hombres. Esta es una sociedad sexista, lo sabemos. Las reglas del patriarcad­o necesitan un cambio drástico, y eso lleva tiempo”, reflexiona Teresa Costantini, también integrante del consejo de la Fundación DAC, entidad que nuclea a los directores de cine en el país. “En esa comisión solo estoy yo, rodeada de hombres, y los números de asociadas y participan­tes mujeres sigue siendo muy bajo”, dice. “Sé que hay otras asociacion­es –agrega–. También sé que en el mundo las mujeres cineastas no tienen la misma representa­ción que los hombres. Y aún así, seguimos filmando, soñado y contando historias”, concluye.

“Da la sensación de que las mujeres están ocupando más lugares en los ámbitos de tomas de decisión. Sin embargo, en el cine, las estadístic­as demuestran lo contrario”, señala Tamae Garateguy. “El techo de cristal sigue allí y no podemos superar entre el 10 y el 20 por ciento de representa­ción femenina en los festivales, así como en la dirección, la producción y en el guion. Las directoras de fotografía, cámaras y sonidistas son aún menos. Por eso creo en las agrupacion­es de mujeres que se organizan para producir cambios en el mundo audiovisua­l, como el colectivo Acción Mujeres del Cine, del que formo parte. O La Mujer y el Cine, tan importante para todas nosotras, ya que es un espacio pionero donde las directoras siempre tuvieron un lugar de visibilida­d”, subraya Garateguy, cuya última película, el thriller erótico Hasta que me desates, se verá mañana a la medianoche en el Malba en el marco del encuentro, que continuará hasta el domingo con entrada gratuita.

Desde su creación, La Mujer y el Cine apuesta a “promover y visibiliza­r el trabajo de las directoras, para que cada vez más mujeres filmen y ejerzan roles de liderazgo en el cine, y que se reconozcan sus trabajos”, dice Annamaría Muchnik, actual presidenta la entidad. Y agrega: “Por supuesto, la asociación acompaña esta gran movida de las mujeres de los últimos años, que salieron a la calle a luchar por lo suyo. Y que también se refleja en el cine. Hay todo un movimiento para que el INCAA apoye a las mujeres filmando, así como en los rubros técnicos, para que no haya discrimina­ción, para que puedan tener acceso de la misma manera a los créditos, a los subsidios, a los premios”.

“Estoy en el grupo Acción Mujeres del Cine y acuerdo con las políticas que impulsa. Por otro lado, tengo en claro la visibiliza­ción de asuntos de género que hago en mis películas, y cómo trabajo con técnicas mujeres. Acabo de dirigir Morir de amor, una serie para televisión, que es un medio sumamente machista, y el ochenta por ciento de las que participáb­amos éramos mujeres”, dice Anahí Berneri, directora de la multipremi­ada Alanis, convencida de que “para crear un cambio que involucre a la mujer desde el hacer y desde la construcci­ón de una mirada de identidad femenina, son necesarias las acciones que se están impulsando, así como hablar de un cupo”.

En la tarea de visibilida­d, analiza Berneri, “es muy importante la militancia” de colectivos como Acción, y La Mujer y el Cine. De hecho, fue justamente en una de las ediciones de La Mujer y el Cine donde Berneri exhibió su primer corto, Modelo para armar (1997). “Gracias a eso recorrió distintas provincias; y para mí fue un aliento enorme para seguir dirigiendo”, recuerda la cineasta.

“Cuando estudié cine, hace veinte años, en mi aula, de treinta alumnos, cuatro éramos mujeres. Si bien hoy aumentó la cantidad de mujeres que estudian cine, me parece que esa inserción laboral todavía no llegó al lugar de equidad que pretendemo­s todas. El aumento de lugares que vamos ocupando se dio en la dirección, pero no así en otras áreas. Por ejemplo, sonidistas, fotógrafas, montajista­s, hay un montón, pero son muchas menos que los hombres”, puntualiza Lorena Muñoz, quien luego del éxito de taquilla de Gilda, no me arrepiento de este amor, estrenó ayer en los cines locales otra biopic sobre un ídolo popular, El Potro, lo mejor del amor.

“Mi debut en el largometra­je, Yo no sé que me han hecho tus ojos, que guioné y dirigí junto a un hombre, que aparte en ese momento era un poco más conocido que yo, pasó a ser la película de él –recuerda Muñoz–. Para todos era la película de Sergio Wolf. De hecho hay gente que hoy, después de casi veinte años desde que la filmamos (en 1998, estrenada en 2003), me sigue diciendo ‘¿Pero ésa película no es de Wolf?’. Yo digo: ‘sí, y también mía’. Estoy segura de que si yo hubiese sido un hombre, eso no hubiese sucedido. Así que todavía es difícil…”.

Los testimonio­s y las cifras indican que los avances hasta aquí, son muchos e importante­s. Y a la vez, que aún queda mucho por andar en materia de igualdad de género en la industria audiovisua­l local.

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Zama, de Lucrecia Martel, es una de las cineastas que tuvieron en el ciclo su primera oportunida­d de encontrar un público
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Familia sumergida, de María Alché, se verá hoy

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