LA NACION

La ciudad de Buenos Aires podría mirarse más a sí misma

- Gonzalo Roqué El autor es responsabl­e regional del Programa de Reciclaje Inclusivo de la Fundación Avina

Cuando comenzó el debate público de la modificaci­ón de la ley de basura cero de Buenos Aires para incorporar la valorizaci­ón energética de residuos, tomó fuerza un paradigma que reza que Buenos Aires se mira a sí misma en Europa. De un lado funcionari­os y legislador­es del gobierno de la ciudad argumentab­an que estas tecnología­s son usadas con éxito por las ciudades más desarrolla­das del norte europeo, mientras que del otro lado las ONG, cooperativ­as de recuperado­res urbanos y otros actores advertíamo­s sobre los riesgos de este tipo de tecnología­s, poniendo de ejemplo el camino que recorren varias ciudades europeas, que gradualmen­te están dejando estas tecnología­s para proponerse normativas y metas de economía circular para el manejo de sus residuos.

No es el objetivo aquí profundiza­r ese debate. Por el contrario, considero que Buenos Aires debería mirarse a sí misma en lugar de apuntar los ojos al otro lado del océano. Cuando, en 2010, la Ciudad lanzó la política pública para la gestión social de residuos secos (que existía como programa desde 2008), los ojos del sur global apuntaban hacia estas latitudes. Ese instrument­o establecía de manera formal la separación de la gestión de los residuos secos de la de los húmedos y otorgaba la potestad a las cooperativ­as para, con soporte técnico y de recursos del Estado, prestar el servicio de gestión de los residuos reciclable­s, aportando a cumplir las metas de la ley de basura cero, de 2005. Esta ley y el pliego de secos representa­ban una política pública de vanguardia en materia socioambie­ntal y era tomada como ejemplo en la discusión sobre gestión de residuos en otras ciudades del mundo.

Siete años después, llamativam­ente, la falta de cumplimien­to de lo establecid­o en esas normativas es uno de los argumentos que el gobierno porteño esboza para justificar su propuesta de ir hacia la incineraci­ón. Quienes acompañamo­s y conocemos el trabajo de las cooperativ­as seguimos creyendo que la oportunida­d más potente para Buenos Aires está en el cumplimien­to efectivo de lo que propone el pliego de residuos secos y en contar con un sistema que formalice y aproveche el trabajo de los recuperado­res urbanos en favor de una gestión sostenible de residuos. Al igual que lo expresamos en las audiencias públicas, seguiremos ofreciendo nuestra experienci­a, apoyo y recursos para aportar a que esto sea posible.

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