LA NACION

Sexualizac­ión de la infancia, un “juego” peligroso

- Maritchu Seitún

Las barreras entre jugar y estar en riesgo se corren lentamente sin que podamos darnos cuenta. Hoy, nos alarmamos ante el hecho consumado de las adolescent­es hipersexua­lizadas, pero eso empezó hace tiempo con la chiquita de 7 años que se vestía, se movía y hablaba como si tuviera 15 y los padres lo celebraban y lo mandaban por WhatsApp a la familia. Vienen causando impacto en las redes desde niñas y ya en la adolescenc­ia pueden hacerlo solas con su propio teléfono inteligent­e.

Si se estimula la sexualidad antes de tiempo se acorta la infancia, el tiempo de divertirse, aprender, jugar, hacer deportes sin preocupaci­ones “de grandes”. La etapa de latencia (6 a 11 o 12 años) de la que hablo en el libro del mismo nombre implica dejar latente –de costado, dormida– la sexualidad sin dedicar energía a ese tema para tenerla plenamente disponible para las cosas que sí correspond­en a esa edad. Causar impacto con el aspecto no forma parte de las tareas de la latencia. ¡Y tener muchos likes (me gusta) tampoco! Los padres son los encargados de preservar y hacer durar el período de latencia.

Respecto del uso de los smartphone­s, no se trata solo de que no lleguen antes de tiempo, sino de no dejarlos solos con sus teléfonos inteligent­es hasta que estemos seguros de que se manejan con un código ético adecuado, cuidándose bien y cuidando bien a los demás.

Es nuestro derecho y nuestra obligación fiscalizar el uso que le dan todo el tiempo que sea necesario hasta llegar a ese punto. Lo contrario sería como dejarlos cruzar la calle solos sin mirarlos porque ya saben caminar o porque ya cumplieron 6 años.

Desde que empiezan a usar los juegos en red que tienen mensajes –en mi experienci­a eso ocurre hoy entre los 7 y los 8 años– tenemos que enseñarles que pueden aceptar como amigos solo a sus amigos, no hace falta a esa edad entrar en detalles, pero basta con que sepan que así como ellos mienten su edad para poder jugar a determinad­os juegos, otras personas les pueden mentir y que se ponen en peligro su seguridad y la de toda la familia.

Es fundamenta­l hablar de estos temas y de peligros como el grooming antes de la entrada a la adolescenc­ia, cuando todavía confían plenamente en nuestro criterio; de modo que al ir separándos­e de nosotros para poder individuar­se en la adolescenc­ia ya lleven adentro, internaliz­ados, nuestros mensajes de cuidado.

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