Mariano Saba, un dramaturgo con tres obras en cartel y una impronta en común, acaba de estrenar Madrijo
personaje. El destacado dramaturgo acaba de estrenar Madrijo, basada en un hecho real, sobre los vínculos familiares y la política
En los últimos años la producción del dramaturgo Mariano Saba ha crecido notablemente. Sus obras se multiplican en la cartelera porteña. Textos de notable calidad en los que lo político y cierto gusto por retomar formas tradicionales de la representación nacional se conjugan para recrear historias sencillas y profundamente sensibles. Actualmente tiene dos obras en cartel, Remar en el Sportivo Teatral, experiencia que también dirige, y La química diaria en Nun, cuya dirección es responsabilidad de Francisco Prim. A estos montajes suma otro de reciente estreno:
Madrijo, en Espacio Callejón. Se trata de una de sus primeras obras. Fue escrita en 2010, en tiempos en que terminaba la carrera de dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, y un año después obtuvo el primer premio del certamen Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, organizado por el FIBA y el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Desde entonces la pieza espera materializarse en escena. Su autor prefirió no dirigirla. Decidió que otro creador lo hiciera con la intención de aportarles una nueva mirada a la historia y sus personajes. El año pasado el actor y director Horacio Roca le propuso a Saba comenzar a trabajar sobre el texto. Junto a los intérpretes Ingrid Pelicori y Martín Urbaneja conformaron un equipo que dio forma a esta propuesta que se desarrolla en una pequeña ciudad de provincia. La población ha quedado un tanto devastada a causa del cierre de una cementera. Una madre y su hijo expresan algo de la nueva realidad que vive la comu- nidad a la que pertenecen.
La trama partió de un hecho real. En cierta oportunidad el autor visitó Pipinas, localidad de la provincia de Buenos Aires, y se familiarizó con la historia del vaciamiento de una fábrica que había jaqueado en parte a la gente del lugar. Varias líneas de pensamiento se fusionaron a la hora de construir el argumento. Por un lado, según cuenta Mariano Saba, “trabajar los vínculos materno-filiales y a la vez un tipo de lenguaje que oscilara entre algo progresivo y coloquial, que tuviera su humor y también admitiera incursiones barrocas, líricas, haciendo un aporte rítmico a ese lenguaje. Por otro lado, la circunstancia de esa fábrica que en la década del 90 sufrió un embate muy grande y condenó al pueblo a una angustia muy fuerte. Y en el centro la relación entre madre e hijo, un amor extremo que se torna una dificultad. Una unión que se observa como indisociable, una amalgama muy difícil de separar”.
En muchos de los textos de Saba las historias abrevan en un mundo político muy determinante. Puede observarse en la trilogía que el autor escribió junto a Andrés Binetti –La patria fría, Después del aire, Al servicio de la comunidad– como en Hasta más ver o Lógica del naufragio. Al respecto el creador afirma: “Algunas piezas tienen un vínculo, más directo con cierta coyuntura en tanto que en Madrijo esa clave política existe porque hay algo en ese trasfondo que es inevitable. Pasa en nuestra vida personal. La idea de que, de repente, nuestras pequeñas vidas, nuestras impresiones subjetivas están todo el tiempo cruzándose en las encrucijadas de lo público, de lo político. Eso me parece profundamente teatral. Hallar y revelar un poco la contradicción que muchas veces se pone en juego entre esos vínculos y esa tesitura política que los excede y que, lamentablemente, en el caso argentino suele representar cíclicamente una coyuntura difícil”.
Viendo algunos ensayos de su obra al autor le sorprendió la actualidad que adquiere esa historia concebida hace ocho años y que está ambientada tres décadas atrás. “Nunca hubiera creído que lo que se condena metafóricamente y de forma tajante acerca de los 90 iba a estar catalizado con tanta vigencia hoy. El carácter político de lo teatral es inevitable incluso cuando no se quiere tematizar lo político”. Y agrega: “El teatro independiente es un lugar donde se puede presentar lo político desde el interrogante. Desde las pregunta, ¿cómo puede ser que una vez más suceda esto?, ¿cómo poder insertarse o inscribirse u oponerse a las dificultades de esos contextos cíclicos de la argentinidad?, ¿cómo se dan vínculos en esas inserciones de la historia nacional? Me parece que la teatralidad en ese circuito todavía legitima hacer preguntas sobre cuestiones como estas”.