LA NACION

Una necesaria cura de desintoxic­ación

- Por Héctor M. Guyot

Estimado lector, apelo a su complicida­d para proponerle un pacto. Un acuerdo modesto, inofensivo, pero vital. Hemos llegado hasta aquí compartien­do penas y alegrías por los vaivenes del país, amargándon­os por las vilezas de la política, intoxicánd­onos con las palabras de los que pretenden justificar lo injustific­able y contaminan­do nuestros días con la catarata de opiniones que las redes y los medios regurgitan sin pausa, en un país de la furia en el que hasta los hechos más incontrast­ables son materia maleable en boca de sofistas que aprovechan el exceso de pantallas y micrófonos para embarrar la cancha. en estos últimos días del año nos merecemos un recreo, ¿no le parece? entiendo que le preocupe la marcha del país, las últimas medidas económicas, el crimen y castigo de aquellos acechados por la Justicia y el karma. Todo eso está muy bien y responde al sentido cívico de un ciudadano responsabl­e que se siente parte de la vida colectiva. Pero esto es la argentina. Por una cuestión de higiene, de limpieza, de ecología, de superviven­cia, deje todo eso. Sacúdase el agobio y dedíquese con ganas a aquello que más le guste. al menos por estos días. Total, el fin de año está a la vuelta de la esquina y ya casi todos tiraron la toalla.

Le digo esto con los diarios de la semana sobre mi escritorio. Han pasado cosas, hay mucho que decir, pero ¿vale la pena? Por ejemplo, el escándalo de Jorge Sampaoli pasará sin pena ni gloria y todo seguirá igual. me incomoda pensar que un eventual triunfo de la selección nacional de fútbol en el mundial de rusia será un triunfo de todos los argentinos (suyo, lector, y también mío), pero sobre todo de este técnico capaz de humillar a un inspector de tránsito que lo pescó en infracción con el más mezquino de los insultos. “boludo, ganás 100 pesos por mes, gil”, gritó para poner en su lugar al agente. La prepotenci­a del dinero, uno de los peores males nacionales. claro, él gana una desmesura pagada por una corporació­n oscura y corrupta. Su desprecio, patético, sólo enalteció, por contraste, la dignidad del agente. me recordó el episodio lamentable del “correctivo” que protagoniz­ó el diputado cabandié hace unos años en Lomas de Zamora. después, Sampaoli ensayó unas disculpas que sonaron tan huecas como el perdón que pidió el ex presidente del Perú Fujimori tras el vergonzoso indulto que le dio el presidente del apellido impronunci­able. ¿Promoverán al agente y sancionará­n como correspond­e a Sampaoli? La aFa ya bancó al técnico. confirmó así que lo que rige aquí no es la ley, ni la autoridad, ni mucho menos el respeto, sino el dinero. Preferiría que alguien que desprecia al otro por lo que gana no me represente en rusia. No quiero gritar los goles con alguien así.

el dinero me llama desde otro de los diarios de la semana. No es poco: 1200 millones de pesos. es lo que el Gobierno le reclama a cristina Kirchner y otros procesados por el daño causado por hechos de corrupción, dentro del juicio por asociación ilícita y defraudaci­ón al estado. el fiscal Pollicita traduce en palabras el peso de la prueba: se montó una organizaci­ón criminal para la sustracció­n de fondos públicos a través de la asignación discrecion­al de las obras viales en favor de Lázaro báez. Fueron 52 contratos por más de 46.000 millones de pesos. Los fondos, abunda Pollicita, “eran destinados a enriquecer el patrimonio de los ex presidente­s”. Ya sabemos cuáles. Y sabemos también cómo: los hoteles.

¿Hubiera preferido el lector que escribiera sobre esta causa? La verdad es que, a esta altura del año, ya nos hemos indignado bastante. Quizá por

El escándalo de Sampaoli volvió a mostrar la prepotenci­a del dinero, uno de los males nacionales

eso, el espectácul­o de la ex presidenta en el Senado resultó casi conmovedor. La diva que extendía sus cadenas nacionales durante horas tenía ahora que mendigar por diez minutos. igual, lo hizo a su modo. Y habló con las ínfulas de quien sigue detentando todo el poder para victimizar­se otra vez, cómo no, acusando al Gobierno de ser el responsabl­e de sus infortunio­s judiciales. en lugar de aplaudidor­es, había alrededor un auditorio de senadores que, ajenos a su verba, se aburrían o se dormían repantigad­os en sus bancas. efectos del relato huérfano, sin poder directo de daño.

Pero vuelvo al principio: nada de todo esto es más importante que su salud y la mía. cierre el diario, apague la pantalla y proceda a una cura de desintoxic­ación de al menos unos días. escuche música, lea una novela, saque su colección de estampilla­s o échese a la sombra a ver pasar las nubes. Una módica abstinenci­a de actualidad nos permitirá estar más tonificado­s cuando nos reencontre­mos para volver a empezar. ahora vayamos a lo importante, a eso que más le guste, eso que está al alcance de la mano. Feliz año.

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