LA NACION

Un inédito boom inmobiliar­io y comercial

Los cambios iniciados ya moldean una nueva fisonomía en el Este

- Loreley Gaffoglio

PUNTA DEL ESTE.– Al boom turístico que asomó en este comienzo de temporada lo acompaña una inédita apuesta comercial y de real estate que ya moldea la fisonomía esteña. “Desde los años 90 que no se vivía una temporada igual, aunque entonces Punta del Este no estaba tan desarrolla­da y la oferta era más acotada. Pero esta se vive como un punto de inflexión ya que detrás de la explosión turística se esconde una gran expectativ­a comercial, con nuevos locales de todo tipo, y con una expansión nunca vista en desarrollo­s inmobiliar­ios pensados para un público hipersegme­ntado”, analiza Patricia Gancedo, titular de una inmobiliar­ia de La Barra.

Basta trajinar la ruta interbalne­aria para ver el cambio de fisonomía: una impronta en extremo comercial se instaló definitiva­mente en La Barra. El oasis de inversione­s para el consumo mengua apenas en Manantiale­s, pero ahora se anima a colonizar el corazón de José ignacio. La mayoría lo llama “progreso”, aunque no son pocos los locales que lo observan con desdén.

“El problema no es la cantidad de comercios, sino el respeto a las normativas y al espíritu del vecindario, que es relajado y rechaza las estridenci­as y la presencia de marcas con cartelería de neón en los espacios públicos”, se quejó ignacio Ruibal, que con su inmobiliar­ia del mismo nombre fue testigo del crecimient­o exponencia­l de José ignacio.

Más allá de los emprendimi­entos hiperpremi­um en toda la línea costera esteña, un buen ejemplo en el boom de la renovación ladrillera, que arrasa con íconos sin pestañear, se plasma con la inminente demolición de la Posta del Cangrejo, el emblemátic­o restó y hostería de La Barra, regenteado por la uruguaya Ana María Moya, que en sus años gloriosos, especialme­nte en los 80, supo ser refugio de celebridad­es como Alain Delon, Omar Shariff y Julio iglesias. Cuando finalice la temporada nada quedará de ese emblema: se erigirá ahí un complejo de departamen­tos de tres plantas balconeand­o sobre un mar calmo. Ejemplos como ese se multiplica­n.

Este fenómeno también es palpable a través de nuevas edificacio­nes de tipo familiar y de capitales argentinos, campo adentro, y en áreas antes inhóspitas, como Santa Mónica, un barrio con doble vista marítima y a la laguna de José ignacio, pegado al balneario Buenos Aires. Sin estridenci­as, del año pasado a este, las viviendas se construyer­on en tiempo récord y hoy Santa Mónica funciona como la expansión que antecede y conecta a La Juanita en la línea marítima y campestre.

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