Las palabras de Francisco, reunidas por un nuevo sello
libros. Con un compilado de dichos del Papa, se inaugura una editorial de foco religioso
Con la publicación de ¿Quién
soy yo para juzgar?, una compilación de intervenciones del papa Francisco sobre distintos temas sociales y morales, Penguin Random House presenta en estos días en el país su nuevo sello para su grupo editorial, Origen, dirigido en especial a lectores cristianos –católicos y evangélicos– de la comunidad hispana en los Estados Unidos, América latina, España y el resto del mundo.
Según su editora Elizabeth Rodríguez, los títulos a publicar tratarán temas de crecimiento personal, formación cristiana, testimonios personales y de actualidad e incluye libros de autoayuda tanto para creyentes como para no creyentes.
En cuanto a los autores que serán incluidos en Origen y la versión infantil Origenkids, Rodríguez anticipó desde Miami, donde tiene sede el nuevo sello: “Colaboramos con autores que brindan un interesante testimonio y una doctrina sana, pero sobre todo son autores que tienen una poderosa historia que pone de manifiesto la grandeza de Dios. ¡Gente bendecida para bendecir a otros!”. Entre otros menciona, además del papa Francisco, a Nick Vujicic, predicador cristiano líder de una organización para personas con discapacidades físicas; Samuel Rodríguez, pastor evangélico que preside la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos en los Estados Unidos, y Shaunti Feldhahn, autora de best sellers para y sobre la familia.
El libro del papa que funciona como disparador del catálogo es la edición en español de Chi sono io per giudicare? Perché voglio che la Chiesa sia inquieta (¿Quién soy yo para juzgar? Por qué quiero que la Iglesia sea inquieta), publicado en 2016 por Piemme, con una recopilación de fragmentos de homilías, entrevistas y discursos de Francisco, realizada por Anna María Foli, de esa editorial vaticana. Allí el Papa aborda temas que ponen en juego la conciencia personal en confrontación con la doctrina de la Iglesia, como el perdón, la gracia, el fundamentalismo, el relativismo, los presos, los “nuevos esclavos”, la desocupación, la pederastia, la homosexualidad, los divorciados vueltos a casar y, entre otros, la mafia.
Agrupados por temas, los fragmentos de opiniones y perspectivas del Pontífice componen un mosaico que deja traslucir el nexo entre las enseñanzas milenarias de la Iglesia y los desafíos humanos y sociales de la actualidad.
El título, ¿Quién soy yo para juzgar?, alude a una de las primeras expresiones de Bergoglio que descolocaron a los periodistas que, durante la conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro, en julio de 2013, le preguntaron cómo afrontaría en su entonces embrionario pontificado “el lobby gay” en el interior de la Santa Sede. Respondió que se debe “distinguir el hecho de ser una persona gay del hecho de hacer un lobby, porque ningún lobby es bueno. Son malos. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”. Y más adelante agregó que “el problema no es tener esta tendencia”, sino que “el problema es hacer el lobby de esta tendencia: lobby de avaros, lobby de políticos, lobby de los masones, tantos lobbies. Este es el problema más grave para mí”.