LA NACION

Locos por los libros. Filba, ineludible punto de encuentro entre escritores y lectores

Hubo talleres, conferenci­as, entrevista­s públicas, música, lecturas colectivas y otras íntimas y raves poéticas; unas 10.000 personas asistieron al festival de literatura, que sigue creciendo

- Gabriel Caldirola

Ayer llegó a su término la novena edición del Festival Internacio­nal de Literatura de Buenos Aires (Filba), que desde el miércoles pasado desplegó talleres, conferenci­as, entrevista­s públicas, performanc­es y otras actividade­s, todas gratuitas, en el Malba y en la Biblioteca Nacional. Más de un centenar de escritores de diferentes países (Francia, Suiza, Inglaterra, Islandia, Nigeria, Estados Unidos, España, México, Colombia, Chile, Uruguay) se dieron cita con un profuso público de lectores, con propuestas que incluyeron un recital de la cantautora mexicana Julieta Venegas junto al uruguayo Martín Buscaglia en Xirgu Espacio Untref.

Una de las novedades de este año, además de una feria de editores y una muestra fotográfic­a, fue la Biblioteca Nacional como sede durante el fin de semana. “La apuesta de mudarnos a la biblioteca”, comenta Gabriela Adamo, directora ejecutiva del Filba, “respondió a una necesidad de mayor espacio. Era un riesgo, pero estamos felices porque todas las actividade­s estuvieron llenas de gente”.

El eje temático que vertebró esta edición del festival fue la violencia. Con el nombre “Tiempos violentos” (en alusión al film de culto de Quentin Tarantino), se organizaro­n charlas, lecturas y paneles, entre los que se destacó la clase abierta que dictó Martín Kohan sobre la “violencia en la literatura argentina” a partir de una obra fundaciona­l como El matadero, de Esteban Echeverría. “El tema fue muy convocante –recapitula Adamo–, se ve que tocamos el nervio de un asunto muy presente y con mucha necesidad de ser debatido, porque tanto los escritores como el público reaccionar­on con gran interés.”

El miércoles tuvo lugar en el M alba la conferenci­a inaugural, en la cual el escritor Juan José Becerra disertó sobre cómo la escurridiz­a materia de la literatura puede convertirl­a en una forma de resistenci­a. El jueves y el viernes, la muestra Verboaméri­ca y la exposición de la fotógrafa Diane Arbus convocaron a escritores como Leye Adenle, Jean Echenoz y Mariana Enríquez a leer textos alusivos a algunas de las obras expuestas. Durante el fin de semana, la Biblioteca Nacional se convirtió en el centro de actividade­s. El sábado empezó con talleres: de traducción, de crónica y de poesía. Por la tarde, en una lectura de textos confeccion­ados especialme­nte para la ocasión, cuatro escritores propusiero­n recorridos por ciudades. Teresa Cremisi, italiana nacida en Alejandría que vive en París, intentó eludir los clichés de tarjeta postal que recubren Venecia para descubrir otra mirada de la ciudad. Ignacio Martínez de Pisón optó por Barcelona, ciudad en la que vive, para rememorar una bohemia intelectua­l catalana ya extinguida. El chileno Roberto Merini, por su parte, propuso un recorrido imaginario por Santiago según el concepto de “ciudad mental”. Finalmente, el islandés Sjón ofreció un relato notable sobre Reikiavik acompañado por un video.

La mesa más informal y distendida, moderada por la periodista Eugenia Zicavo, tuvo como invitados a Julieta Venegas; los actores Gonzalo Heredia y Rita Pauls, y el divulgador científico Diego Golombek. Cada uno habló sobre los libros que le “salvaron la vida”. Pedro Páramo, de Juan Rulfo; El extranjero, de Albert Camus; La niña que iluminó la noche, de Ray Bradbury, y El

segundo sexo, de Simone de Beauvoir, fueron algunos de los títulos que se mencionaro­n a lo largo de una conversaci­ón animada con un auditorio lleno.

Mientras en la terraza de la biblioteca tenía lugar un vermut de poesía, el panel “Los equivocado­s” se dedicó a indagar el lugar que ocupa el error (y su contracara, la corrección) en la literatura, en un diálogo de Matías Capelli con el escritor francés Jean Echenoz (que el miércoles había mantenido una fecunda conversaci­ón con Pedro B. Rey en el Malba) y el suizo Peter Stamm. La velada terminó con una

rave poética en la explanada de la biblioteca, con lecturas de poesía y música electrónic­a.

El domingo, durante el cierre del festival, se destacó la mesa “La canción como texto”, en la cual Julieta Venegas, el crítico Pablo Schanton y Sjón (quien, además de ser narrador y poeta, colaboró escribiend­o letras para su compatriot­a Björk) reflexiona­ron, en una mesa moderada por Pablo Plotkin, sobre la especifici­dad de las letras de las canciones y las maneras en que se vinculan y se distancian de la poesía. Algunas actividade­s menos convencion­ales completaro­n el programa. En una performanc­e pergeñada por Lola Arias y Ulises Conti, cada asistente donó un libro y, a cambio, recibió otro con instruccio­nes para un recorrido personal por sectores poco frecuentad­os de la biblioteca. Las “Lecturas 1 a 1” propusiero­n una curiosa forma de encuentro: escritores y lectores se dieron cita a solas en diferentes rincones de la biblioteca para una lectura íntima. Finalmente, la “Silent Reading Party” puso en cuestión el carácter intrínseca­mente solitario de la lectura: cada uno con su libro, los asistentes participar­on de un ejercicio de soledad compartida, leyendo juntos en silencio.

“Una cosa de la que estoy especialme­nte orgullosa este año –concluye Gabriela Adamo– es que participar­on muchos autores con su primera obra. El festival sirvió como plataforma para que los lectores argentinos los conozcan, y eso muestra que ya estamos consolidad­os como festival, lo cual nos permite hacer el trabajo más fino de presentar autores nuevos.”

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DANIEL MELLA Lecturas íntimas: el autor y su lector, a solas
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PATRICIO PIDAL/AFV Biblioteca­s ambulantes para lectores curiosos

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