LA NACION

Una historia de amor entre urgencias médicas

Sebastián Estevanez y Eleonora Wexler protagoniz­an la telenovela que esta noche estrenaTel­efé

- Ricardo Marín LA nACiOn

san isidro, cerca del hipódromo, más o menos tres cuadras hacia el norte. una plaza pequeña en una zona de chalets no demasiado lujosos. es media mañana, pero el barrio está desierto. en el lugar se ven tres ambulancia­s estacionad­as. Hay un silencio de voces y motores como en un pueblo chico a la hora de la siesta. sobresale, eso sí, el barullo que hacen sobre un eucalipto solitario unas cotorras que gritan como monos aterroriza­dos. saltan y se arremolina­n sobre los troncos desnudos del árbol, en una suerte de pogo interminab­le. Abajo, sobre un jirón de pasto, hay un bebe tirado chorreando líquido amniótico. Junto a él, un cuello ortopédico, un par de botellas de alcohol, gasas, un frasco de merthiolat­e y un guión de telenovela­s. desde un tráiler estacionad­o a una cuadra se acercan caminando eleonora Wexler y sebastián estevanez. ella, vestida con una chaqueta blanca con florcitas de colores en la martingala y también en el bolsillo del frente. Él, con un mameluco azul de enfermero y una campera.

La rutina de las grabacione­s de exteriores de Golpe al corazón, la telenovela que desde hoy emite telefé, de lunes a viernes, a las 22.15, los trae hasta este lugar de zona norte un par de veces a la semana. A ellos, al equipo técnico y a otros integrante­s del elenco. “es un barrio muy tranquilo y, como ves, a esta hora es ideal para trabajar sin interrupci­ones. salvo por las amigas litoraleña­s que les complican las cosas a los compañeros”, dice risueño un asistente señalando con la cabeza a las cotorras chillonas.

el ángulo con el que el director sitúe la cámara hará que en pantalla no se note que la locación de las escenas es la misma en distintas circunstan­cias. Como tampoco se notará que el bebe al que nos referimos antes es un muñeco de goma. ni que el líquido amniótico que parece cubrirlo es plasticola blanca coagulada. menos, que de las tres ambulancia­s que hay en el lugar sólo una es de verdad. Las otras son móviles de televisión ploteados con el logo de la ficticia Clínica del plata en la que ocurre la historia que cuenta la telenovela. un cuidado que se tomaron por si alguna de las combis se cuela en el fondo de algún cuadro.

Wexler y estevanez son los protagonis­tas de la historia de amor. Él es el “toro” Farías, un ex boxeador al que se le murió la esposa en un accidente de tránsito mientras iba a verlo pelear. La ambulancia que debía socorrerla tardó demasiado. Wexler es marcela ríos, una médica que en su época de estudiante sufrió un intento de abuso. Los golpes que le dieron durante el ataque hicieron que perdiera la vista. ese hecho tuvo lugar el día en que moría la esposa de Farías. sus córneas permitiero­n que la futura médica recobrara la visión. Él, desde aquella fatídica fecha, no quiso volver a subirse a un ring y se convirtió en enfermero y chofer de ambulancia. Ahora que trabajan juntos, ninguno de los dos sabe la cantidad de vínculos que los unen gracias a la imaginació­n de quienes escriben la telenovela.

Los dos protagonis­tas se acercan a la ambulancia verdadera. en su interior van a ensayar una escena en la que tienen que atender un parto de urgencia. “el ambiente de los hospitales y cómo trabajan los médicos y enfermeros lo conozco bien. Hace unos 20 años, por un accidente de auto, estuve 18 días en coma, en terapia intensiva. Ahí vi de cerca cómo es ese mundo”, comenta estevanez. “¿no habrá sido el «túnel de luz» lo que viste de cerca mientras estabas en coma?”, le pregunta Wexler risueña y guiñando un ojo con picardía. se ríen los dos.

estevanez: –¡no! ¡no digo mientras estaba en coma! después. estuve como tres meses internado para recuperarm­e.

Wexler: –Ya sé, es un chiste. todos recibimos unas charlas especiales e hicimos unas jornadas de práctica para hacer bien estos papeles. Los de ER y los de Grey’s

Anatomy parecen unos improvisad­os al lado nuestro (sonríe).

en la ambulancia, además de repasar la letra y las acciones, se concentran en una cuestión que no pueden descuidar: las medidas higiénicas que respetan los profesiona­les de la salud al atender a un paciente. mauro scandolari, el director de exteriores, los hace ensayar ese protocolo como si fueran médicos de frontera que van a socorrer a pacientes con ébola. Wexler está por usar una gasa que sacó del bolsillo y scandolari detiene el ensayo. deben volver todo atrás y ella tendrá que sacar de una alacena un sobrecito estéril que abrirá en el momento. después de eso no hay más contratiem­pos con los protocolos de esterilida­d hasta el final de la escena, cuando por la vereda pasa un paseador de perros del barrio. un galgo se suelta de la jauría, salta a la cabina de la ambulancia y se le cuelga al cuello a estevanez como uno de sus fans más efusivos. “¡Flaco, nos vas a arruinar! ¡Contaminas­te todo!”, dice el actor mientras abraza a su inesperado amigo. “no, pibe, así no. Al menos tenés que saber la letra”, dice un técnico. “Andá, andá, que yo ahora te consigo un autógrafo y cuando haya casting de perros te aviso”, le dice al animal mientras le palmea el lomo para que se baje.

después de eso tendrán que grabar la escena. un grupo de técnicos trae una enorme lona negra y empiezan a cubrir la mitad de la ambulancia con ella. Quedan solamente al descubiert­o el parabrisas y las ventanas del vehículo. el director se da cuenta de la cara de desconcier­to que acaba de poner este cronista al ver el operativo y explica: “es para balancear la luz. La cabina de la ambulancia es una mezcla de locación de exteriores e interiores –argumenta scandolari–. requiere un tratamient­o particular de la iluminació­n. Además vamos grabar con cámaras portátiles desde afuera y tenemos que evitar reflejos”.

Al rato vemos cómo un par de camarógraf­os, con cámaras al hombro, registran desde el parabrisas y las ventanas lo que sucede dentro de la ambulancia. Wexler, estevanez y una mujer que hace de parturient­a simulan el alumbramie­nto de un bebe de goma embadurnad­o en plasticola blanca. Afuera en el barrio ya pasó el mediodía. Hay amas de casa que vuelven con sus hijos de la escuela. se van juntando en pequeños corrillos a la espera de que salga la pareja protagónic­a. Algunas les mandan fotos con el celular a sus conocidos de lo que está pasando cerca de su casa. La producción empieza a preparar las cosas para levantar la grabación e ir a trabajar a estudios. por la tarde el barrio se puebla de voces y de coches. eso sí, las cotorras no dejan de chillar en todo el día.

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Fernando massobrio

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