LA NACION

El frente interno y el externo obligan a los inversores a tener mayor selectivid­ad

mundo inquieto. Son varios los temas sensibles para las cotizacion­es: van desde desastres naturales a tensiones políticas; recomendac­iones para colocar los ahorros en estos tiempos

- Sabrina Corujo www.portfoliop­ersonal.com

Los inversores pueden por momentos no estar muy felices con la rentabilid­ad lograda sobre la base de la selección de activos realizada, pero seguro que no pueden manifestar que se aburren. Agosto lo dejó en claro una vez más, y la realidad es que es un rasgo que tampoco se espera que se pierda en septiembre.

De hecho, se debe entender en este punto que los posibles temas sensibles para las cotizacion­es son hoy por demás variados y lo seguirán siendo, al menos en el corto plazo. Habrá que acostumbra­rse. Sólo como ejemplo se puede mencionar la exposición del mercado externo en las últimas ruedas a un combo de noticias que abarcaron desde tensiones geopolític­as hasta desastres naturales, pasando por señales económicas y algunas políticas.

Lo que lleva a la necesidad (o a la obligación) de ser un analista integral. Por otra parte están los temas protagónic­os en el plano local. Si bien son menos, lo que importa saber es que también tienen alto impacto sobre los precios. En consecuenc­ia, un buen consejo en este punto podría resumirse en una frase: “rentabilid­ad esperada sí, pero selectivid­ad obligada, también”.

Lo primero a mencionar acá es la coyuntura internacio­nal, base a la que se enfrenta el inversor emergente en general, y el de riesgo argentino en particular. Sobre la misma existe cierta coincidenc­ia, de que más allá de la posible volatilida­d, por momentos en alza, la liquidez seguirá mandando. Por ende, ésta se mantendrá como un factor de fondo que seguirá empujando la búsqueda de retornos, sin generar un fuerte cambio en la tendencia de los flujos de capitales que favorece la exposición a riesgos como el nuestro.

También existe cierto consenso de que no sólo lo externo juega a favor, sino que también se suma lo propio. Lo político seguirá siendo protagonis­ta hasta que se realicen las elecciones legislativ­as, en octubre. Un punto que, si bien podría sumar mayor volatilida­d (nuevamente al ritmo de un mercado de encuestas previsto para las próximas semanas), seguirá jugando a favor de los precios bajo una visión de mediano y largo plazo. Incluso lo económico ayuda. No hay dudas de que la economía muestra ya señales de reactivaci­ón, y de forma más generaliza­da que meses atrás.

Esto no implica, no obstante, que después de octubre comiencen a jugar otros factores que se deberán analizar para armar las expectativ­as de cara a 2018. Se hablará de evolución del déficit fiscal, de números de la macro más finos y de reformas pendientes. Igual, un punto a favor acá es que todavía falta tiempo, al menos, para que los inversores deban realmente ocuparse de ello.

En consecuenc­ia, lo que se debe por lo pronto destacar de los dos párrafos anteriores, es que existe un escenario que permite hablar de oportunida­des de inversión concretas. Y si bien el perfil de cada ahorrista determinar­á la participac­ión de cada activo en las carteras, en principio, hay tres que se destacan y que permiten diversific­ar riesgo: Lebacs, bonos en dólares y acciones.

El primero, pensado para formar parte de entre un 20 y un 40% de una cartera. Las tasas de interés ofrecidas en el mercado secundario se ubican como referencia, en promedio, entre 26,9% y 27,3%, y dentro de una curva que se muestra hoy con una leve tendencia positiva para plazos de menos de 30 días y hasta más de 250 días. La razón de esto es el cambio en la estrategia de política monetaria.

Pero no hay que analizar las causas, sino las consecuenc­ias. Y la realidad es que desde el punto de vista del inversor, estos rendimient­os son atractivos en un escenario de expectativ­as de inflación en descenso –y más cercanas al 1% mensual para fines de año–, y tasas de devaluació­n implícitas que cayeron (y fuerte) en las últimas semanas.

otra opción son los bonos soberanos y/o provincial­es. Una participac­ión lógica en una cartera podría estar entre el 40% y el 50%. La curva ofrece oportunida­des para diferentes perfiles de riesgo. Un ejercicio de retorno total de la curva de bonos soberanos en dólares, por ejemplo, nos permite estimar ganancias posibles de hasta 11% a un año.

Si se busca una comparació­n, hay que recordar que los bonos a 10 años de Estados Unidos y Europa ofrecen tasas del 0,5% al 2% en promedio. Una Lete argentina, por su parte, poco más de 3%.

Por último, los activos de renta variable. La estrella de agosto, y por qué no, del año. El Merval saltó más de 9% en pesos en el último mes, y llevó su ganancia en 2017 a cerca de 30%, con acciones que subieron hasta un 205%.

Ahora bien, esto no invalida que se mantenga una recomendac­ión de compra de varios papeles. ¿Qué lo justifica? La macro, pero también la micro. En otras palabras, fundamenta­lmente la coyuntura económica.

Aunque de corto plazo no se descarta cierta mayor volatilida­d y la posibilida­d de una corrección, un movimiento de este tipo debería ser visto como una oportunida­d. Y aunque no es un activo para cualquier tipo de inversor, una exposición de entre 10% y 25% de la cartera es una buena estrategia.

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