LA NACION

Dueños del mercado

El desembarco de los autoelevad­ores eléctricos

- Texto Eduardo Pérez Redacción Expotrade | Ilustració­n Alejandro Álvarez

más allá de las exigencias medioambie­ntales u operativas, las ventajas económicas, de seguridad y confort en su operación hacen que los equipos de este tipo desplacen a los de combustión.

Exigencias medioambie­ntales, regulacion­es vinculadas con el tipo de mercadería a tratar, cuestiones relacionad­as con las caracterís­ticas de los depósitos o temas derivados de los costos de operación generaron una tendencia en favor de una mayor incorporac­ión de equipos de elevación con motorizaci­ón eléctrica en las operacione­s logísticas.

“La edad de oro del autoelevad­or de combustión se terminó. Vivimos una incipiente época de plata del equipo eléctrico porque desde 2009 las ventas de equipos de combustión en Europa fueron cayendo”, sentenció Miguel Ángel García, director general de Kernium, que representa las marcas Jungheinri­ch y UnioBull en el mercado local.

En la misma línea, Gustavo Laquaniti, supervisor de Marketing de Toyota Material Handling de Argentina, precisó que “según el WITS (World Industrial Trucks Statistics) en 2016, los equipos eléctricos crecieron alrededor de 10% en volumen de unidades en comparació­n con el año anterior, pasando a representa­r 60% del mercado global”.

García aceptó que “en las importacio­nes para intra logística, los equipos de combustión representa­n casi 60% de nuestro mercado. Eso se mantiene estable”, dijo y explicó que “en la Argentina se trata de mover todo con un autoelevad­or de 2,5 toneladas con una torre de 4,5 metros. La idea es explicar que no existe más el paradigma de que si es un equipo de combustión anda en todos lados y un equipo eléctrico no puede estar en el exterior”.

Sin embargo, se refirió a tres pilares por los que los equipos eléctricos van ganando terreno. “Están empezando a tener caracterís­ticas técnicas como velocidade­s programabl­es, sistemas de alertas y frenado en rampa, cosas que por concepción un equipo de combustión no puede tener”, aseguró.

Otra cuestión es que “el costo operativo es muchísimo más bajo”. Consideró que tras la inversión en la compra, “para las empresas que les dan un uso intensivo, el costo de operación de un equipo eléctrico es de casi 10% el de un equipo de combustión. Hoy, el diesel y el gas son relativame­nte económicos, pero esos precios irán subiendo. En la medida en que el crudo levante sus precios, esa brecha será cada vez mayor”.

“El tercer punto es el tema ambiental. El equipo eléctrico tiene cero emisión. En los países industrial­izados van hacia el equipo eléctrico”, dijo y reconoció que “hay ambientes y terrenos que son el campo del equipo de combustión porque tiene un funcionami­ento distinto”. Mencionó las canteras, los corralones y los manipulado­res de contenedor­es.

Pero García hizo especial hincapié en que “en un galpón cerrado no puede haber un equipo de combustión, ni siquiera de gas. Se es permisivo diciendo que es de gas, que no contamina tanto y se le busca la forma, pero no debería ser”.

Según el segmento de la industria o usuarios finales, Laquaniti observó que “retail, tanto distribuci­ón mayorista como minorista; logística; alimentaci­ón y automotriz son los que están generando mayor demanda de equipos en el mercado. Justamente en esos segmentos, los equipos eléctricos son los que ganan en popularida­d por su alta eficiencia y los bajos costos de operación”.

Para el directivo de Toyota, “además, la sustentabi­lidad es la nueva norma y los clientes cada vez son más consciente­s del impacto ambiental que sus operacione­s pueden tener en la sociedad; por eso buscan el uso de energías más limpias”. A eso sumó que en los países más desarrolla­dos las legislacio­nes prohíben el uso de equipos a combustión en el transporte y almacenami­ento de alimentos, productos de laboratori­o o químicos, entre otros.

Otro factor al que apeló para analizar el éxito de los equipos eléctricos fue “el fenómeno del e-commerce, que está cambiando la industria del manejo de materiales y la logística en general. En los almacenes ya no se trabaja con pallets completos, sino que lo que hoy importa es la velocidad de preparació­n de pedidos individual­es para llegar a cumplir con los niveles de servicio. Se prevé que la demanda de equipos eléctricos continuará en aumento para dar soporte a esta actividad”.

Para el directivo, los argumentos mencionado­s a nivel global aplican también para la Argentina, y argumentó que “algo que tracciona mucho la demanda de eléctricos es la presencia de filiales locales de las grandes empresas norteameri­canas o europeas, que se ajustan a las normas internacio­nales y exigen el uso de estas motorizaci­ones en sus almacenes y centros de distribuci­ón”.

Recordó también que en noviembre 2015 entró en vigencia el Decreto 2271/15 de la Subsecreta­ría de Comercio exterior del Ministerio de Economía, por el cual “se bajó de 14 a 2% el arancel de importació­n para la mayoría de equipos eléctricos con elevación”.

Si bien las baterías se venían comportand­o como un escollo al momento del recambio de motorizaci­ón, desde el Departamen­to Baterías de alta prestación de Autoelevad­ores Produservi­ce destacaron que hoy las hay de alta duración en vida útil que duplican y triplican a las convencion­ales de plomo-ácido, son libres de mantenimie­nto, más seguras, con menor requerimie­nto de energía para la carga, más amigables con el medio ambiente, no requieren construir una sala de carga ni adquirir baterías adicionale­s para cubrir tres turnos de trabajo.

Al respecto, García precisó que hay equipos que hacen tres turnos con dos baterías, “en el peor de los casos son tres turnos con tres baterías. Un tanque de gas o de gasoil dura lo mismo”, explicó y realzó que el costo de carga de una batería en Kw/hora representa entre el 8 y 12% del de un tanque de gasoil.

Refirió que en la última feria Promat, en abril, en Chicago, “las baterías de ion litio fueron estrellas. No sé si serán la solución final. Posiblemen­te sea un intermedio, porque son muy costosas, pero permite cargas de oportunida­d, lo cual es muy importante. Se usa un equipo de 9 a 12, se frena para almorzar, se lo pone a cargar y, en una hora, se recupera casi el 50% de la carga. La batería no se daña. Con muchas cargas parciales se levanta siempre hasta el nivel de operación. Con una carga completa, una vez a la semana, alcanza”.

Laquaniti fue más optimista. Sostuvo que “esa tecnología resulta muy útil en operacione­s con múltiples turnos de trabajo, porque permite la carga de oportunida­d. No requiere cambio ni mantenimie­nto, ni contar con salas de carga. Las baterías de iones de litio también han demostrado ser 30% más eficiente desde el punto de vista energético que las de plomo-ácido, lo que reduce significat­ivamente las emisiones de CO2 y los costes energético­s”.

“La durabilida­d en el tiempo de las baterías de iones de litio en comparació­n con las de plomo-ácido asegura un ciclo de vida que es tres a cuatro veces más largo, lo que las convierte en una buena inversión, económica y ecológicam­ente hablando”, dijo el directivo de Toyota Material Handling de Argentina .

Buscar las ventajas

En tanto, el director general de Kernium sentenció que “en intralogís­tica estamos casi en la edad precámbric­a, seguimos moviendo todo con equipos de combustión, muy grandes, que no permiten la funcionali­dad que las empresas necesitan, pero son baratos para adquirir”.

Según García, “hay muchas soluciones que no se conocen. Muchos clientes se automedica­n: el encargado de operacione­s manda al de compras a que adquiera un autolevado­r de tales caracterís­ticas y no buscan especialis­tas que vean la operación y los ayuden a mejorarla. Deberían llamar a dos o tres empresas para que hagan un proyecto. En nuestro segmento no hay profesiona­lismo, hay ‘comprame lo que tengo’”.

En cuanto a los costos aparejados a la operación, el directivo consignó que “el equipo eléctrico no tiene mantenimie­nto, porque es un controlado­r que recibe energía de una batería y acciona sobre dos o tres motores. No hay cambios de

bujías ni de filtros, ni problemas por la calidad de combustibl­e. Por eso tiene costos operativos mucho más bajos, porque tiene menos partes móviles”.

Así, “cuanto más alejado está de un centro de servicios es más convenient­e el equipo eléctrico que no está supeditado a que el mecánico y el operador revisen si tiene agua el radiador o si consumió el aceite. Hace su diagnóstic­o, si está todo bien, arranca y se va. La rotura de piezas móviles del autoelevad­or es lo mismo que en los de combustión interna y la confiabili­dad de los sistemas electrónic­os es cada vez mayor”.

“Cuando el operador se sienta en el equipo eléctrico, con comandos, con joystick, con una operación más suave, que en verano no calienta, no vibra, no tiene ruido, el freno de mano es una tecla y no una palanca, lo prefiere. A eso se suma que cuando tiene que operar en rampa, el equipo se traba y no se va para atrás, lo que es un tema de seguridad importante para muchos clientes, y eso favorece la elección”, enfatizó el directivo de Kernium.

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