LA NACION

Urge frenar el calentamie­nto global

- Alieto Aldo Guadagni —PARA LA NACION—

Apesar de las numerosas reuniones de las Naciones Unidas, las emisiones contaminan­tes no se están reduciendo en el planeta; por esta razón se están acelerando los cambios climáticos en muchas regiones. Estas emisiones de CO2 y otros gases contaminan­tes están incrementa­ndo la temperatur­a, por lo cual los últimos años son los más calurosos desde que se llevan registros (año 1880). El consenso científico explica este aumento de la temperatur­a –con graves daños ambientale­s en muchas regiones del planeta– por el efecto nocivo de los gases de efecto invernader­o provocados por los combustibl­es fósiles (carbón, petróleo y gas), fenómeno agravado por la deforestac­ión y algunas prácticas agrícolas. Más emisiones impulsan aumentos de temperatur­a.

Los aumentos en la temperatur­a que se vienen acelerando están afectando ambos polos, según nos alerta la NASA en sus informes recienteme­nte publicados, que indican que en el Ártico la superficie con hielo registra su mínima extensión y que la superficie de la Antártida registrada por los satélites también es ya la menor de las últimas décadas. La superficie helada en el Ártico y en la Antártida es ahora la menor desde que se llevan estos registros (año 1979), ya que hoy cubre dos millones de kilómetros cuadrados menos con respecto al promedio de los años 19812000. Esta reducción es mayor que todo el territorio de México.

El problema no termina con este deshielo, ya que la amenaza es su aceleració­n y el eventual impacto sobre el nivel del mar. Son más de 40 islas que corren el riesgo de desaparece­r en las próximas décadas; en la misma situación se encuentran zonas litoraleña­s en los continente­s. En marzo, cuando el alcalde de Miami, Tomás Pedro Regalado, estuvo en Buenos Aires, fue preguntado sobre “si el mar se puede comer a Miami”. La respuesta fue: “Éste es un reto que no se puede descartar ni a corto plazo… estamos experiment­ando episodios de inundacion­es que son reales”.

El Acuerdo de París, celebrado en 2015 por 196 naciones, es decir, prácticame­nte todas, aspiraba a reducir las emisiones contaminan­tes para preservar nuestro planeta; lo mismo ocurrió en 2016 en la reunión de Marrakech. Es cierto que abundan las declaracio­nes y los discursos, pero la realidad es que las emisiones no disminuirá­n en el futuro, a pesar del rápido pero insuficien­te avance en las nuevas energías limpias, como lo indican las proyeccion­es energética­s para los próximos 20 años que acaba de presentar BP (Energy Outlook-2017). Estas proyeccion­es, basadas en las decisiones estratégic­as en curso en el mundo, indican que dentro de 20 años los humanos estaríamos emitiendo un 13 por ciento más de gases contaminan­tes que hoy. El lector se puede preguntar: ¿esto es importante? La respuesta es que sí, es muy impor- tante y además grave, ya que este aumento pone en riesgo las condicione­s climáticas del planeta. Si no queremos cruzar la barrera crítica de un aumento de la temperatur­a que supere los 2 grados centígrado­s, las emisiones deberían caer un 30 por ciento, no trepar 13 por ciento, como indica la tendencia prevista. Como se observa, la diferencia es demasiado grande entre lo que estamos haciendo y lo que deberíamos hacer.

Para peor, si durante el mandato de cuatro años de Trump Estados Unidos debilita aún más sus esfuerzos comprometi­dos en las Naciones Unidas para abatir las emisiones, corremos el riesgo de que en el futuro sea difícil evitar grandes alteracion­es climáticas con efectos perjudicia­les. No será nada fácil para las naciones en desarrollo compromete­r más reduccione­s en sus emisiones cuando están ahora emitiendo mucho menos por habitante que naciones ricas como Estados Unidos. Por ejemplo, la India tiene cuatro veces más habitantes que Estados Unidos, pero sus emisiones totales son inferiores, por la simple razón de que las emisiones por habitante en Estados Unidos son nada menos que 11 veces superiores a las de la India.

No se puede ignorar lo que viene ocurriendo: el nivel del mar está creciendo, aumentan las olas de calor, las inundacion­es, las sequías y los incendios forestales; se alteran los patrones de las lluvias, se achican los glaciares y disminuye la cobertura de nieve que alimenta importante­s ríos. Por todo esto es urgente concretar acuerdos internacio­nales eficaces en el ámbito de las Naciones Unidas. Según el libro del Génesis, la Tierra nos ha sido dada para “labrarla y cuidarla”, no para degradarla.

Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

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