Activo y eficaz, desde París se ganó un lugar cerca de la canciller
“Me siento extremadamente honrado con esta designación del presidente Macri y orgulloso de suceder a Susana Malcorra”, declaró anoche el canciller designado a la nacion de camino al aeropuerto Charles de Gaulle, donde debía tomar un vuelo que lo llevaría a Buenos Aires. “Pondré toda mi energía para colaborar en el éxito del actual proyecto presidencial”, agregó.
Jorge Marcelo Faurie, hasta ayer embajador plenipotenciario argentino en Francia, se enteró por la mañana de su nombramiento.
“No tenía idea. Ha sido una auténtica sorpresa”, confesó.
Como muchos de sus colegas, Faurie sabía que Susana Malcorra analizaba la posibilidad de alejarse de sus funciones por razones personales. Lo demás “fue totalmente inesperado”, insistió.
No sería imposible que la ex canciller haya propuesto el nombre de su sucesor al presidente Macri. Malcorra y Faurie parecen mantener una relación de mutuo respeto y sincera amistad, que se hizo evidente cada vez que la jefa de la diplomacia argentina pasó por esta capital desde el inicio del gobierno de Cambiemos.
Diplomático de carrera de 65 años, jefe de protocolo durante el gobierno del presidente Carlos Menem, embajador en Portugal durante diez años, vicecanciller del ministro de Relaciones Exteriores Carlos Ruckauf, Faurie asumió sus funciones en París a fines de 2015, después de haber participado activamente –en calidad de jefe de protocolo– en la complicada transferencia de mando del presidente Mauricio Macri.
Activo, afable, eficaz, excelente diplomático, Faurie consiguió en pocos meses devolver a la embajada argentina en Francia una dinámica que había desaparecido durante el gobierno de Cristina Kirchner. Desde el primer día, el ahora ex embajador supo abrir las puertas de la legación diplomática a todas las corrientes políticas sin ninguna distinción: “Ésta es la casa de todos los argentinos”, solía repetir.
Gracias a esa política de apertura logró devolver cohesión a una colectividad argentina fracturada por años de enfrentamiento ideológico.
Políglota, casi siempre de buen humor –aun cuando sus colaboradores advierten que puede ser “durísimo”–, disponible, Jorge Faurie fue capaz de establecer con los medios de comunicación acreditados en París una relación de confianza y seriedad que siempre calificó de “indispensable para el buen funcionamiento democrático”.
En su nueva función, cuyos lineamientos generales ya fueron fijados y en los que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, pone especial interés, Faurie tendrá por delante algunos desafíos inmediatos nada menores. Entre ellos, la visita a Buenos Aires de la canciller alemana, Angela Merkel; una cumbre del Mercosur, que enfrenta grandes interrogantes, y el viaje del presidente Macri a la reunión del G-20 en Berlín. También fijar posición frente a la compleja situación en Venezuela y designar un nuevo embajador en EE.UU.