Gimnasia, un club que se desbordó por la impotencia
Estudiantes cada vez le saca más diferencia en el clásico y esta situación provoca que el Lobo sufra un microclima espeso; se pronunciaron los socios y renunció el dirigente que se peleó con un futbolista en los palcos durante el partido
LA PLATA.– El hincha de Gimnasia está harto de perder contra Estudiantes y ese sentimiento genera que muchos protagonistas del Lobo olviden sus papeles. En el clásico de verano el bochorno lo armaron los jugadores ( de ambos equipos, claro está); ahora, la nota negativa la dieron un dirigente y un futbolista no convocado por Pedro Troglio para el partido.
¿ Por qué una persona que en teoría debe colaborar con el orden de un club termina a las trompadas? Sin justificaciones, claro, la respuesta está en la impotencia. Las frustraciones del Lobo en los enfrentamientos contra el Pincha han hecho que muchos perdiesen la razón. Y cuando al ser humano le ocurre esto, deja de pensar y actúa por impulso. Por puro instinto. Igual, cuesta olvidarse del bochorno y por eso ayer socios de Gimnasia se reunieron en la sede a la espera de explicaciones ( ver aparte).
Más allá de que resulta imposible defender la violencia, lo que se puede intentar es descifrar cuál es la causa que la origina. Y buena parte de la explicación la tienen los números. Gimnasia no vence a Estudiantes desde 2010 ( 3- 1). Desde aquel partido hasta hoy, pasaron diez enfrentamientos oficiales: seis triunfos para el León, cuatro empates y nada para el Lobo.
En ese lapso, también, Estudiantes fue campeón ( en el Apertura 2010), el Tripero se fue al descenso ( en el Clausura 2011), el Pincha volvió a ganar en el Bosque luego de 18 años ( en el Torneo Final 2014) y también festejó en el primer cruce internacional ( Copa Sudamericana 2014). Una diferencia demasiado pronunciada para un clásico que – hasta el 2006– supo ser de los más parejos del fútbol nacional.
La historia del estadio Ciudad de La Plata también debe ser incluida. Se trata de un escenario que acentuó la desigualdad. Hasta el momento disputaron 14 encuentros en esa cancha y Gimnasia nunca logró imponerse ( nueve derrotas y cinco empates, con 28 goles para uno y apenas siete para el otro).
Por supuesto que la mala racha deportiva no es excusa para la locura, pero el exitismo que envuelve al fútbol argentino hace que los fraca-
sos sean el embrión de la intolerancia. No es la primera vez que la delegación de Gimnasia que se ubica en los palcos protagoniza un importante hecho de violencia. En 2014, tras la eliminación del equipo de la Copa Sudamericana, un simpatizante de Estudiantes fue apuñalado por una persona que se encontraba en la comitiva oficial tripera.
Esta vez, sin embargo, la cuestión fue diferente. Los disturbios se produjeron entre protagonistas de un mismo club. La pelea de Sergio Boscariol ( vocal suplente) y Manuel Guanini ( jugador no convocado) dejó secuelas: el dirigente involucrado presentó la renuncia, Guanini sería sancionado por la institución y la Aprevide podría castigar a Gimnasia ( si bien no está confirmado, se habla de tres partidos sin público cuando actúe de local).
En el Clausura 2005, el historial del clásico platense estaba igualado. Hoy manda el León, con once triunfos de diferencia ( 56- 45). Lamentablemente, la desigualdad agotó la tolerancia y – una vez más– ganó la violencia. Lo que de un lado, el de Gimnasia, provoca ira, indignación y violencia, en el otro genera tranquilidad. Los hinchas de Estudiantes disfrutan, pero de una forma mesurada. Por eso no llamó la atención que en la mañana del lunes faltaran los afiches que hace un tiempo eran tradición. Una costumbre que se fue apagando cuando el ganador comenzó a repetirse.
La ciudad amaneció serena, casi como si el clásico no hubiese existido. Algunas cargadas por las redes sociales y no más. En el Lobo reina el hartazgo y en el Pincha gobierna la calma.