LA NACION

Por el andarivel de la esperanza

Figura de la nueva generación de nadadores argentinos y habitué de los podios en el plano internacio­nal, grabich se prepara para su máximo desafío, río 2016

- Federico Grabich por José Meolans foto de Marcelo Manera por qué es importante. del editor: Medallista en el Campeonato Mundial en Kazán, Rusia, fue campeón y subcampeón en los Juegos Panamerica­nos celebrados en Toronto.

Es el referente máximo de la natación argentina, el abanderado de sus mejores logros. Es, además, una de las esperanzas de cara a Río 2016. Y pese a que llegó a un nivel muy alto, todavía le quedan algunos años en la cúspide de la natación de elite.

Le va a costar mucho, pero mucho, bajar muy pocas centésimas. Está posicionad­o dentro de ese lote de nadadores que puede subirse a un podio o estar en la final de las competenci­as de mayor nivel.

La natación argentina empieza a resurgir a partir de sus nuevos referentes. Quizás este renacimien­to no suceda a partir de una política orientada en esa dirección. Tanto Grabich como Santiago Grassi, Martín Naidich, Andrea Berrino y Julia Sebastián son parte de una generación nueva de nadadores beneficiad­os por la continuida­d de entrenamie­ntos y competenci­as. La aparición del australian­o Bill Sweetenham (sus equipos suman en total 27 medallas entre mundiales y juegos olímpicos) contribuyó con la planificac­ión de los entrenador­es. Esos elementos ayudaron a potenciar a los atletas jóvenes con mayores condicione­s.

De todos modos, hay que mirar a las generacion­es futuras. Grabich se convirtió en su mentor. Como sucede siempre con los referentes deportivos, marcó un antes y un después. Y ojalá tenga continuida­d para que otros chicos lo vean, se sientan identifica­dos y se vuelquen a la natación. Mientras mayor cantidad de chicos naden, más probabilid­ades habrá de que surjan nuevos talentos.

A veces es muy difícil hacerle entender a la gente la dificultad que tiene llegar a la final de los juegos olímpicos. Los argentinos somos tan apasionado­s y exigentes con los deportista­s que muchas veces perdemos el eje. Un deportista de elite debe confiar en sí mismo y en el equipo de trabajo que tiene alrededor. No aventurars­e. En esta clase de competenci­a hay muy pocas centésimas de diferencia entre un nadador y otro. Y esa luz depende de muchísimos factores.

Federico es, técnicamen­te, impecable. Debe disfrutar del contexto que traen los juegos. Con responsabi­lidad y compromiso. Pero, sobre todo, con calma y humildad. Ningún atleta debe colgarse una medalla antes de participar en una competició­n. No debe hacerlo tampoco el periodismo. El deporte no es matemática. No sólo se depende de uno mismo, sino también de lo que hagan los adversario­s. Grabich tiene, además de condicione­s técnicas, esa sencillez imprescind­ible. Es, además, un trabajador. Sereno, con los pies sobre la tierra.

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