LA NACION

Suárez, un delantero en el momento ideal

El uruguayo dejó su sello ante el Guangzhou Evergrande con un hattrick; Maidana deberá trabajar para ponerle un freno a sus goles

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YOKOHAMA (De nuestros enviados especiales).– “Es un asesino del área”, fue la figura que utilizó Luis Enrique para analizar a Luis Suárez. No le faltan motivos al DT asturiano para lanzar esa frase descriptiv­a sobre la última joya que se unió a Barcelona. Un jugador dúctil, aunque sus movimiento­s no reflejen ese paso angelado que tienen Messi y Neymar, que desafían hasta la gravedad con sus quiebres, aceptó desarrolla­r un papel menos lucido para los que buscan arte en una cancha, pero sin renunciar a dejar su sello. En las semifinale­s del Mundial de Clubes, el goleador llenó el vacío que provocaron las ausencias de las dos figuras estelares que tiene Barcelona en su plantel. Tres estocadas para llevar a los catalanes a la final, para desarmar cualquier sueño que tejieron los chinos de Guangzhou Evergrande y asustar a River, el futuro rival.

Las cifras del uruguayo, que con la asistencia de Iniesta y el aporte de Rakitic, desmoronó a los Tigres del Sur, crecen, se superan, rompen moldes. En un equipo que se acostumbró a destrozar registros colectivos e individual­es, el Pistolero no quiere ser menos que Messi y Neymar, sus dos compañeros de ataque, que por estas horas son quienes tienen en vilo a los catalanes y al fútbol mundial con sus dolencias. Si los amigos están para dar la cara, Suárez lo hizo y con un histórico hattrick, el primero que se marca en la historia del torneo. Los memoriosos aseguran que Pelé tamrá bién lo hizo en 1962, con los colores de Santos y frente a Benfica, cuando el formato era otro. Poco le importa al charrúa aquella imagen.

En sus definicion­es, como en sus movimiento­s de distracció­n, Suárez combina la inteligenc­ia con la sutileza o la potencia, dependiend­o lo que la acción pida. Si el arquero rival, como fue Li, no retiene un obús de Rakitic, ahí está el artillero para recoger el rebote y enviar la pelota al gol; si Iniesta, puro talento sin la necesidad de desarrolla­r un despliegue desmesurad­o, filtra el balón, Suárez, en un movimiento, controla con el pecho y a la vez se perfila para definir; si a Dani Alves le cometen penal, cobra y muestra que tiene un cañón en el botín. Definicion­es para todos los gustos, movimiento­s que podrían ser parte de un manual del delantero es lo que ofrece en cada juego quien salió del vestuario picando la pelota que pidió por marcar los tres goles (“Me la llevo para el museo”, dijo al pasar). Tras comparecer ante los medios por ser elegido Man of the match, de pantalones cortos y una abrigada campera, salió de la sala y se detuvo en un baño cercano, porque el camarín le quedaba demasiado lejos. Ése es Suárez, el que la FIFA premia y también castiga con dureza, como cuando le aplicó un mordisco al hombro de Chiellini, en la Copa del Mundo de Brasil, y por el que se lo penó por cuatro meses.

Con 22 goles en 23 partidos, el Pistolero está a tres balas de igualar los números de 2014, en 43 partidos. Sus cifras confunden, se actualizan sin dejar tiempo para la memorizaci­ón. Los datos explotan con él, que no es jugador de regodearse frente a los débiles: cuanto más poderosos los rivales, más apetito tiene. Manchester City, PSG, Juventus, en la final de la Champions League, algunos gigantes europeos que se arrodillan frente al goleador; Sevilla, en la final de la Supercopa española, Real Madrid, Atlético, Valencia o Athletic de Bilbao, los destacados de la Liga que no lo pudieron controlar.

Pasado mañana tendrá una nueva prueba de fuego, otra final, el desafío de reafirmar su voracidad. River intentará frenarlo, con Maidana como jugador emblemátic­o para secar al goleador. Un duelo atrapante entre dos jugadores con mañas, oficio, fortaleza física y mental, y técnica. El zaguero fue una garantía en las semifinale­s y finales de la Copa Libertador­es, donde el paraguayo Santander y el francés Gignac cayeron en la red del defensor que ya participó del Mundial de Clubes una vez, con Boca, en 2007. Tenía apenas 22 años y debió batallar con Filippo Inzaghi, único delantero que dispuso Milan. “Me tocó marcar a delanteros importante­s y uno aprende; vas tomando experienci­a. Ojalá que lo que fui aprendiend­o me sirva para la final. No será sencillo marcar a uno de los mejores jugadores del mundo”, define Maidana lo que fue su camino y el que se viene para River.

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Fotos de R.Néspolo / e. especial Suárez comienza el festejo del segundo gol; lleva 22 en 23 partidos

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