Inversiones que generen un gran cambio
Más allá de los actuales sacudones por la deuda con los holdouts y de las eventuales bonanzas que sobrevengan como fruto de las negociaciones –con las que se busca un rápido acceso al crédito internacional para incentivar un veranito en el último año de gestión del Gobierno–, en el pueblo, y en especial en la oposición, se vislumbra una toma de conciencia de importancia para plasmar acuerdos serios de largo plazo sobre los verdaderos temas que traban el desarrollo de nuestro país. Encaminar el enfoque y la solución de tantos temas prioritarios aún pendientes son condiciones ineludibles, como la estabilidad de la moneda, las reglas claras e inamovibles y la seguridad jurídica dejando de lado espasmos populistas oportunistas. Hacen falta, además, incentivos a la inversión productiva privada y en infraestructura y servicios; a la vez una reducción paulatina de la presión impositiva y la voracidad fiscal. Todo esto debe estar acompañado de profesionalismo en el análisis y toma de decisiones de las sutiles cuestiones que hacen al clima de inversión y la toma de riesgos.
Desde la Asociación de Empresarios de la Vivienda y Desarrollos Inmobiliarios registramos la positiva predisposición de las principales fuerzas políticas con las condiciones que harían viables las inversiones de magnitud suficiente para revertir paulatinamente la carenciada realidad de la vivienda en el país. Con el optimismo y la perseverancia que nos caracteriza, creemos que nuestro esfuerzo y las circunstancias reforzarán la concientización y las voluntades con base en las auténticas necesidades y aspiraciones de la gente. Mientras tanto, como elocuente muestra del momento actual, todas las entidades que representan a los actores del mercado inmobiliario reflejan la caída no sólo en el número de transacciones, sino ahora también de sus valores de realización con origen simbólico en el cepo, que refleja la inexorable caída de un modelo nada sustentable. Ni siquiera se puede esperar demasiado de la predisposición al resguardo de capital en ladrillos de los que aún conservan capacidad de ahorro, mientras el Gobierno sigue centrado en su plan Procrear, subsidiando con dudosa efectividad y con perjuicio para los fondos previsionales, planes estatales dirigidos a unos pocos tocados por la suerte.