LA NACION

Convocados por la Iglesia, Moyano y Caló volvieron a los abrazos

- Darío Palavecino CORRESPONS­AL EN MAR DEL PLATA

MAR DEL PLATA.– Con la figura del papa Francisco como eje central, la política volvió a ponerle sabor y clima a la Semana Social de la Iglesia. Gobernante­s oficialist­as y opositores, como Daniel Scioli y José Manuel de la Sota, y los líderes sindicales Hugo Moyano y Antonio Caló, enfrentado­s en las CGT, cruzaron abrazos y mensajes de encuentro.

Quizá quien mejor resumió ese escenario fue De la Sota. “El problema de los argentinos es la historia de desunión”, avisó en su discurso. Antes, Scioli había pedido cumplir una consigna de Francisco: “Tenemos que ponernos el país al hombro”, invitó. Y con la mirada puesta en un futuro muy lejano y un sabor de reclamo, más que de desafío, remató el obispo emérito de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto: “Venimos de discusione­s, divisiones y enfrentami­entos, y se trata de encontrar entre todos algunas políticas de Estado que nos pongan en un camino en el que, al menos, todos estemos de acuerdo”.

La apertura de esta cita, con el lema “El papa Francisco y la cuestión social”, reunió en el hotel 13 de Julio a la Comisión de Pastoral Social del Episcopado y dirigentes políticos y gremiales de peso, algo que costó mucho en la última década y que recién en la edición anterior tuvo un primer buen anticipo.

Scioli presidió la mesa inaugural, junto al titular de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, Casaretto y el intendente local, Gustavo Pulti. Había una silla reservada para el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. “Llamó para disculpars­e porque debía seguir cuestiones de la negociació­n de la deuda”, lo excusó Lozano.

Abajo, en primera fila, otro lote de figuras. Junto a De la Sota, la vicejefa de gobierno porteño, María Eugenia Vidal. Y a un lado y otro, la cúpula sindical casi a pleno: Moyano, Caló y Pablo Micheli, como máximos referentes de las centrales obreras. Sólo faltó Hugo Yasky, que estaba en Bolivia. Y con ellos, otros dirigentes gremiales: Gerónimo Venegas (Alimentaci­ón), Omar Plaini (Canillitas), Horacio Ghillini (Sadop) y José Luis Lingieri (Obras Sanitarias). Quien está en la ciudad y no vino a la apertura fue Luis Barrionuev­o, que prefirió quedarse en el hotel de su gremio, donde recibió a De la Sota. Hoy estará en la Semana Social, como panelista invitado.

La imagen más notoria de anoche fue el encuentro de todas las figuras presentes. Scioli bajó del estrado y saludó a uno por uno. Mientras se abrazaba con De la Sota, Venegas y Lingieri, eran testigos de un Moyano que zamarreaba entre risas a Caló; casi un calco de aquel primer encuentro que tuvieron en estos mismos salones hace un año, cuando hablaron por primera vez de la unidad de la CGT.

“Entramos en un momento de diálogo y entendimie­nto”, dijo ayer el líder camionero, que se animó a plantear este momento como “el comienzo del objetivo de la unidad del movimiento obrero”. Un destino pretendido, pero en el que se cruzan intereses. Fuentes de la Iglesia recordaban la expresión de Plaini en una de las reuniones previas a la Semana Social: “Hay expectativ­a de unión, pero no es una cuestión de amontonar hombres y nombres, sino para qué”, había advertido.

Las presencias políticas continuará­n en el fin de semana. Anoche se diluía el rumor de una escala de Sergio Massa para este mediodía. Sí se espera a Margarita Stolbizer; al titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y al legislador Facundo Moyano, entre otras visitas del espectro político. Aunque ninguna sorprende más que la de Matilde Menéndez, la ex funcionari­a menemista que ayer asomó por el salón y no tuvo reparo en sentarse en primera fila, justo junto a Caló, para escuchar los discursos de De la Sota, Casaretto y Lozano.

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Moyano se abrazó con Caló

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