LA NACION

Dos generacion­es de música del Litoral

Antonio Tarragó Ros y el cantautor Yacaré Manso tocan juntos

- Gabriel Plaza LA NACION

fue el nombre de aquel emblemátic­o disco de Antonio Tarragó Ros, editado en 1982, que mostraba cómo un hijo de un chamamecer­o de ley podía sumar otros instrument­os al género, como teclados, saxo y batería. Confluenci­a se llama ahora el espectácul­o que cruzará al chamamecer­o, ícono de la nueva canción correntina en los ochenta, con el joven cantautor correntino Yacaré Manso, novel artista del pop litoraleño, que con su primer disco, La corriente, llamó la atención del autor de “María va”.

“Escuché el disco de Yacaré Manso en un viaje en coche y me gustó su enfoque, que busca la hondura de las cosas, decir algo bello en tiempos de demagogia en la canción. Digamos que me pareció un artista dispuesto a navegar en aguas profundas, porque su disco no pide palmas, sino que es una apelación a mirarte para adentro. Cuando encontrás en alguien joven una propuesta artística y espiritual que supera su desequilib­rio hormonal y no hace canciones para conocer minas o tipos, sino para conocerse mejor, eso me gusta mucho. Generosame­nte quería hacer algo conmigo y acepté porque no es habitual que un pibe joven quiera hacer algo con un tipo grande y lleno de mañas”, cuenta Tarragó Ros con su verborragi­a habitual.

El espectácul­o, que se presentará el sábado, a las 21, en el ND/Ateneo, es una confluenci­a de artistas de dos generacion­es y estilos bien diferencia­dos, que van del chamamé tradiciona­l a la canción de autor. A Yacaré Manso se lo ve entusiasma­do y nervioso por el encuentro. El cantautor, con una ascendente carrera solista, sabe que ésta es la oportunida­d de su vida. “Antonio es un referente en todo Corrientes y nosotros desde chiquitos en la escuela aprendimos sus canciones. Por eso este acercamien­to de hoy en día jamás lo hubiera soñado. Ahora que se dio esta posibilida­d de hacer algo juntos siento la responsabi­lidad como correntino de llevar la música del litoral a cada rincón del país”, dice Yacaré, que sueña que el encuentro no termine en este concierto.

Antonio Tarragó Ros nació en Curuzú Cuatiá y se formó en la escuela del chamamé con su padre, el legendario Tarragó Ros. Yacaré Manso nació en Santo Tomé y se crió con un abuelo ferroviari­o y una abuela ama de casa. Los dos vinieron a Buenos Aires a los 21 años buscando el pulso de la gran ciudad. Y fue en esta urbe ruidosa y cosmopolit­a donde se dio este cruce de caminos, que los encuentra en dos momentos distintos de sus vidas. Para Yacaré Manso, que se comporta como un tímido y humilde discípulo frente al maestro, encontrars­e con Tarragó Ros es como descubrir el santo grial del chamamé. “Hoy en día me interesa estudiar más nuestra música, y qué mejor que hacerlo con Antonio. Estoy tan poco enlazado con el chamamé que me encanta poder estar con él y cruzar palabras, canciones y ver para dónde va nuestra música. Yo por ahí no soy chamamecer­o, pero sí tengo el chamamé dando vueltas en el corazón. Mi ser musical me está pidiendo chamamé.”

Para el acordeonis­ta, de 66 años, Yacaré Manso le recuerda el espíritu libre que vio alguna vez en León Gieco, con quien compuso piezas inolvidabl­es, como “Canción para Carito”. Esa libertad es la que muestra Yacaré Manso en su disco La

corriente, donde plasma un estilo que mezcla géneros sin pudor para desarrolla­r una voz propia dentro de la música litoraleña y que atrae como un imán a Tarragó Ros. “Lo que me gusta de juntarme con él es que piensa la música de manera distinta a como yo lo hago. Él cree que el asunto es mezclar mucho, y yo no. Estar en la cocina de eso es lo que me gusta. Si tengo que tocar en el festival del chamamé me gusta mucho, pero todos estamos en la misma, por eso fue que terminé tocando en festivales como Mardeljazz o con la Camerata Bariloche. Lo lindo de amar es amar lo diferente. Y con la música pasa lo mismo. Eso me pasó con León, que tenía una concepción de la música y una libertad que yo no tenía. Él no era chamamecer­o ni el hijo de Tarragó Ros, entonces podía tocar a dúo con Pete Seeger sin que nadie le dijera un carajo, y yo no podía porque era un Tarragó Ros, un folklorist­a. Eso es lo que me deslumbrab­a y lo que nos unió para componer. Aprendí mucho de la libertad del rock y de León. Por eso no quiero contagiarl­e a Yacaré mis esquemas ni ponerme en maestro Siruela. Quiero escucharlo y ver qué pasa.”

–Los dos forman parte de una nueva canción, cada uno en su época.

Tarragó Ros: –Seguro, los caminos nos unen. Tenemos estilos distintos, pero me gusta su búsqueda. Yo también experiment­é con todo, pero nunca dejé de tocar chamamé. Quizá los de Yacaré sean caminos por los que yo anduve y que dejé de lado. Ahora tengo una misión: decir por dónde va la cosa. Es antipático, pero es así. Hoy la resistenci­a es el folklore más puro.ß

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MARIANA ARAUJO Miradas distintas para una música del litoral con pasado y futuro

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