El litio atrae inversiones para desarrollar la Puna
El recurso abunda en el mundo, pero la ventaja del país es que aquí la producción es muy barata. Ya hay inversiones por u$s 1.500 millones. Por qué necesita estabilidad económica. Los autos eléctricos como clave.
El recurso abunda en el mundo, pero la ventaja del país es que aquí la producción es más barata. Ya hay inversiones por u$s 1.500 millones. Por qué el sector necesita estabilidad económica. Los autos eléctricos como clave. El único jugador local con yacimiento propio.
Privilegiada por sus abundantes recursos naturales, Argentina es una eterna promesa que nunca termina por hacerse realidad. El potencial económico proyectado a partir de la explotación del litio puede ponerse en paralelo con el fenómeno de Vaca Muerta, el yacimiento de crudo no convencional que convertiría al país en un oasis rebosante de dólares.
La Argentina es uno de los vértices del denominado Triángulo del litio, que completan Chile y Bolivia. En esa región comparti- da se acumula el 60% del recurso mundial de este mineral utilizado para fabricación de baterías en la industria electrónica, pero que tiene en las automotrices su verdadera razón de ser a partir de la decisión de producir motores eléctricos y abandonar los de combustión interna a base de combustibles fósiles.
La posibilidad de contar con una fuente clave de recursos ha atraído ya inversiones por u$s 1.500 millones. Existen 22 proyectos de explotación de yacimientos de litio en el norte argentino, pero tan sólo dos están en funcionamiento: Olaroz, de Sales de Jujuy, que produce 17.500 toneladas, y Salar del Hombre Muerto, de FMC, en Catamarca, del que se extraen 22.500 toneladas.
“El litio no es un elemento poco
abundante en el planeta, tal como suele afirmarse. No es que Argentina tenga una posición dominante en este sentido. El recurso abunda en otras partes del mundo, pero la clave está en ver de dónde se los extrae o produce más barato. Se trata de un tema de costos”, explica a Fortuna el doctor Martín Gonzálvez, coordinador del Programa de Cartas de Minerales Industriales, Rocas y Gemas de la Dirección de Recursos Geológicos-Mineros del Instituto de Geología del Segemar.
El principal productor de litio del mundo es Australia, que lo obtiene a partir de la roca, lo cual exige una mayor tecnología minera. En el caso del triángulo sudamericano, el litio surge por evaporación de salmuera. “Chile fue la primera en comenzar a explotar este recurso en el desierto de Atacama. Los salares tienen agua subterránea, entonces se cavan piletones y tras la evaporación, queda el mineral del cual surgirá el carbonato de litio. Este método reduce considerablemente los costos”, subraya el experto.
Como suele ocurrir con la explotación de los recursos naturales, el tiempo y la oportunidad resultan dos factores relevantes. Según resalta Gonzálvez, “somos muy competitivos en la explotación del
litio, es una actividad que tiene un potencial enorme. Calculamos que hacia 2021 debería haber dos yacimientos más en producción. Pero no hay que dejar pasar esta situación, aprovechar ahora porque a mediano o largo plazo puede surgir algún elemento sustitutivo, natural o sintético, que haga que el litio ya no sea tenido en cuenta por la industria”. Cualquier similitud con el caso del caucho no es mera coincidencia.
En la actualidad Argentina es el país con mayor cantidad de certificaciones de litio en el mundo, conteniendo el 20,5% del total de recursos del planeta. El impulso a la actividad ha sido por completo fruto del esfuerzo privado. “Todos los salares tienen dueño. Acá la empresa privada es responsable en un ciento por ciento del desarrollo del recurso”, remarca Gonzálvez.
La contaminación, aseguran los especialistas, tampoco parece estigmatizar a esta actividad minera. La explotación del litio no necesita de la inyección de otros elementos agresivos al medioambiente, como el cianuro en la extracción del oro, y sólo produce el impacto típico de cualquier actividad productiva
“Macri impulsó el lito en el país al poner en vigencia el marco legal que ya existía”. DIEGO TEMPERLEY
sobre la naturaleza. Los piletones a los que se les vierte agua son reutilizados en un proceso permanente.
INVERSIÓN. Que la Argentina del litio termine por hacerse realidad depende en buena medida de que la economía esté lo suficientemente estabilizada para recibir inversiones extranjeras. Las compañías rehúsan hundir capital allí adonde la incertidumbre y la zozobra son moneda corriente.
Lo bueno, en el caso del litio, es que el dinero necesario para explotar un yacimiento es considerablemente menor al de cualquier otro emprendimiento minero, como pueden ser el oro o el cobre. “Tal vez estemos hablando de u$s 200 millones para el litio, contra u$s 2.000 millones de los metales. Por eso también fue que resultó más sencillo buscar fondos para comenzar a explotar este recurso”, destaca Diego Temperley, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Argentino australiana (Auscham).
Y agrega: “Lo cierto es que entre 2001 y 2015 hubo un parate muy grande en la minería argentina, que se reactivó a partir del cambio de gobierno. En esa etapa muchísimas empresas mineras se fueron y abandonaron proyectos que estaban en marcha. No es que el marco legal fuera malo, sino que directamente no se aplicaba. Era todo muy discrecional. Lo que hizo Cambiemos fue poner de pie nuevamente el marco legal vigente, que es bueno, y entonces eso generó confianza para que las empresas del sector volvieran a poner a la Argentina en foco. Macri impul-
só el litio en la Argentina”. Otro factor que hizo de la Argentina la pista de aterrizaje de los inversores fue que Chile decidió designar a este mineral como un recurso estratégico, mientras que Bolivia condiciona la explotación del litio a la construcción de fábricas de baterías en suelo boliviano.
Financiar un proyecto minero no es tarea sencilla. Generalmente las grandes compañías internacionales abrevan en la Bolsa de Londres, para lo cual surge necesario que el escenario económico sea atractivo. Tal como explica Temperley, “esto es clave: el marco legal y la seguridad jurídica, porque la minería
es una actividad que se financia a partir de la colocación de acciones en la Bolsa de Valores. Por lo tanto, cuando el clima no es pro mercado, cuesta hallar financiamiento”.
MADE IN ARGENTINA. La explotación del litio tiene también jugadores locales. Uno de ellos es el empresario tucumano Miguel Mitre, presidente de Cuper Mining S.A., firma que asociada con la canadiense Lithium S proyectan producir 12.000 toneladas anuales de este mineral en el salar de Jama, Jujuy.
“Soy el único jugador argentino que tiene un yacimiento”, le cuenta Mitre a Fortuna, y destaca el esfuerzo y la inversión que tuvo que realizar para que a partir del año que viene comience a producir litio. “Puse todas mis fichas en esto. Hice estudios y certificaciones internacionales que demoran un año cada uno y que insumen mucho dinero. Pero son necesarias para presentarlas en la Bolsa de Londres. A eso se lo llama poner en valor la mina”.
Según las cifras que maneja el empresario, estima que podrían obtener una cosecha, tal la denominación técnica, de u$s 1.500 millones anuales, a la cual considera “una cifra monstruosa”. Dice Mitre que para 2021 Argentina estará produciendo 165.000 toneladas anuales, superando al líder regio- nal, Chile, que genera 140.000 toneladas. “En este nivel de producción, entre Jujuy y Salta podrían generar exportaciones suficientes como para reducir el déficit de la balanza comercial en un 27%, sólo con litio”, argumenta.
Pero su ambición va más allá y pasa por generar valor agregado en su provincia. Mitre sueña con construir una fábrica de baterías de litio en Tucumán, emulando a su padre, que en la década del ’50 fue el principal fabricante de baterías del norte argentino.
“Es viable construir una fábrica de baterías de litio en la Argentina, más allá de cuál sea luego su mercado –sostiene Mitre. El costo ronda los u$s 5 millones. Nuestro proyecto es avanzar para poner la fábrica en Tucumán ya que la distancia a Jujuy no es grande y los costos no tienen alto impacto”. Se estima que una fábrica podría emplear a 70 personas en forma directa y 120 de manera indirecta. Pero se trata de otro negocio, una unidad independiente de lo que es la explotación minera en sí. ”.
La construcción de una fábrica de baterías como último eslabón de la cadena productiva del litio es discutible. Según Diego Temperley, “sería la integración final de la explotación del litio. Pero debería fabricarse a escala para todo el mundo y eso requiere acceso a capital a bajo precio; cercanía a los mercados y mano de obra especializada. En mi opinión, China, Corea y Japón seguirán dominando el mercado de las baterías a escala global”.
Quizás la idea no sea desplazar a las grandes compañías, sino generar ganancias y empleo a partir de la explotación del recurso disponible. Como bien explica Martín Gonzálvez, “el del litio es un negocio chico por el dinero que se mueve. No se salva nadie con este mineral, pero es interesante para el desarrollo de la Puna”.