Desconectados
15 de julio de 1967
“La nueva tecnología es maravillosa”, dijo, sorprendido, Frank Stanton, presidente de Columbia Broadcasting System por muchos años.
Podía mirar hacia el cielo desde su oficina de Nueva York e imaginar un tiempo en el que los satélites llevarían los noticieros de la CBS a todas partes. Eso es lo que sucede hoy, y no es el único cambio en las comunicaciones que anticipó Forbes: desde teléfonos inteligentes –a los que también llamamos “teléfonos en miniatura de Dick Tracy”– hasta la información disponible al instante a través de una computadora, pasando por una multiplicidad de canales de televisión que podrían obligar a cualquier candidato presidencial serio a ser “una figura televisiva fotogénica”. Unas pocas predicciones se frustraron, incluyendo la referida a que el Servicio Postal de los Estados Unidos, una “institución loable” incluso en 1967, se volvería electrónico. Pero era muy claro que estas innovaciones implicarían un costo, algo que se percibe con intensidad en este 2020 socialmente distanciado. “Si nuestro único principal contacto con la gente es electrónico, entonces, no podemos tener sentimientos reales”, advirtió el doctor Harry Levinson, un experto en salud mental de la Menninger Foundation en Topeka, Kansas. “No podemos conocernos… Quizá tengamos un conocimiento amplio de lo que está sucediendo, pero a costa de aislar a la gente”.