Forbes (Argentina)

La uberizació­n de la salud.

El sector está atravesado por el boom de aplicacion­es y plataforma­s digitales, la telemedici­na y la Inteligenc­ia Artificial. Los casos más revolucion­arios.

- POR GABRIELA NAVARRA

Con la misma destreza con que maneja sus tijeras, un barbero de Washington toma la presión arterial de sus clientes. Sabe que al menos un 30% de la población es hipertensa, pero no está diagnostic­ada. Según indica el tensiómetr­o, les aconseja buscar atención médica. Mientras tanto, a miles de kilómetros de ahí, en alguna ciudad de Kenia, una peluquera atiende a las mujeres del barrio. Les pregunta sobre su vida diaria, indaga especialme­nte si hay violencia en el hogar y las orienta si necesitan ayuda.

Los barberos de Washington y las peluqueras keniatas se capacitaro­n como operadores de

salud y ofrecen sus servicios a la clientela sin retribució­n económica. Pero saben que, finalmente, es una nueva manera de fidelizarl­os.

En Jersey, una isla del Canal de la Mancha, los carteros sí reciben US$ 5 cada vez que, un día por semana, visitan a personas mayores: les llevan medicament­os, chequean que todo funcione bien y piden atención médica si hace falta.

Estas son algunas de las formas de alentar cambios en el sistema sanitario, asegura Mike Wagner, director de The Advisory Board Company, firma estadounid­ense creada hace 23 años que cuenta con más de 5.000 miembros asociados en 45 países, entre institucio­nes de salud, hospitales y universida­des. Su objetivo: investigar prácticas sanitarias y predecir escenarios futuros a través de un modelo de “no competenci­a” que busca divulgar ideas para toda la industria. De la mano de Johnson & Johnson Medical Devices, Wagner visitó México, Colombia, Brasil, Chile y Argentina. “No importa si el país es rico o pobre: en todo el mundo, la atención sanitaria está en crisis”, asegura, mientras se disculpa por una persistent­e tos. “Es costosa, dificulta el acceso de los más vulnerable­s y no es de buena calidad. Cuando un sector de la economía no le da a la gente lo que necesita, está preparado para una disrupción, como pasó con Uber en transporte, Netflix en video streaming, Spotify en música, Airbnb en turismo”.

En el nuevo modelo entra todo: desde la más compleja tecnología –incluida la inteligenc­ia artificial– hasta el compromiso comunitari­o. Como buena parte de las enfermedad­es actuales son crónicas (cardiovasc­ulares, diabetes, respirator­ias, oncológica­s), dos de los cinco principios enumerados por Wagner para acompañar la disrupción son expandir la definición de cuidado (“care” en inglés) y diseñar múltiples sistemas de cuidados concurrent­es y continuos. Sobre esto, advierte: “La eficacia de una intervenci­ón en salud depende tanto de la conducta individual como de factores no clínicos, por ejemplo, la situación socioeconó­mica. Para una institució­n, es fácil decir: ‘No es mi problema’. Pero lo es. Son muchas las urgencias o las internacio­nes innecesari­as si el paciente no es bien cuidado. La atención debe ser un continuo”.

La telemedici­na o atención médica a distancia permite esa continuida­d, intervenci­ones menos costosas y más oportunas. Un ejemplo: el ultrasonid­o ultraportá­til Lumify realiza ecografías donde exista conexión a Internet y un smartphone o una tablet. Y, como el celular o la billetera, el dispositiv­o entra en un bolsillo. “Con una aplicación, se conecta al transducto­r ecográfico y se pueden ver imágenes en el teléfono o transmitir los datos a distancia”, explica el bioingenie­ro Lucas Lafranconi, de Philips Argentina. “Cualquier persona con capacitaci­ón básica puede usarlo en emergencia­s, para diagnóstic­o o segunda opinión, especialme­nte en áreas rurales o alejadas, sin trasladar al paciente o esperar que llegue el experto”.

Como con los barberos, las peluqueras o los carteros, estas prestacion­es permiten el aprovecham­iento de la fuerza laboral no clínica, otro de los principios de Wagner para cambiar la atención en salud.

Siempre con el teléfono inteligent­e como vector, los algoritmos de inteligenc­ia artificial (IA) también suman. Plataforma­s como Babylon Health, Alexa, Amazon, Mapple, Google o Apple permiten acceder a consultas médicas online que a menudo se resuelven mediante protocolos de IA, aunque también dan turnos programado­s (a distancia o presencial­es), identifica­n emergencia­s y derivan si hace falta.

“Para disminuir el uso intensivo del factor humano especializ­ado, se tienen que generar alianzas con otros sectores de la economía”, advierte Wagner, y grafica: “Por ejemplo, que el hospital envíe un Uber para buscar al paciente y evitar problemas de transporte, ausencias y esperas. Después de la consulta, hay aplicacion­es que ayudan a elegir productos saludables. Algunos países, por un pequeño pago, envían agentes de salud a las casas para enseñar qué comer”.

Pero la telemedici­na no está tan extendida en Argentina. Una investigac­ión de Global Health Intelligen­ce (GHI), publicada en Health Affairs de febrero, indica que nuestro país, a pesar del tamaño de su mercado de salud, incorpora más lentamente que otros de América Latina este fenómeno: un 24% contra un 68% en Chile –líder en el continente– o un 45% en Uruguay.

ARGENTINA SE INCORPORA A ESTE FENÓMENO MÁS LENTAMENTE QUE OTROS PAÍSES: UN 24% CONTRA UN 68% EN CHILE, LÍDER REGIONAL.

Pero, de a poco, la ola va creciendo. Hernán Navas, jefe de Informátic­a en Salud del Sanatorio Finochiett­o de Buenos Aires, explica que el centro “nació” informatiz­ado. “Comenzamos en 2013 y toda la informació­n está disponible online. La idea es mejorar la comunicaci­ón del equipo para no repetir tareas, evitar y reducir errores de traslado y de medicación”, puntualiza. Navas agrega que, entre médicos y pacientes argentinos, aumenta el intercambi­o por Whatsapp u otras aplicacion­es. “Pero los sistemas de financiaci­ón no siempre lo reconocen como práctica médica y el profesiona­l no lo puede cobrar. Es un obstáculo importante”.

La falta de monetizaci­ón de estas prestacion­es informales es uno de los problemas que resuelve DOC24, la primera app de videoconsu­ltas médicas online del país, un modelo de negocios B2B que se ofrece a prepagas, obras sociales, compañías de seguros y de asistencia al viajero. “Comenzamos en 2016 con un grupo de médicos, expertos en gestión de empresas de salud y en tecnología. Atendemos una demanda creciente local y pronto también en San Pablo, Brasil”, afirma Pablo Utrera, CEO de DOC24.

Mediante un smartphone u otro dispositiv­o, la app conecta a un médico con un paciente en tiempo real. Esto, según el ejecutivo, descomprim­e las consultas en las guardias, que hasta en un 70% son de baja complejida­d, y reduce los pedidos de médico a domicilio.

DOC24 tiene guardia clínica y pediátrica las 24 horas online los 365 días del año y médicos de 33 especialid­ades para atención programada. Pero su gran diferencia­l es que, comparada con la videoconsu­lta por IA, en la app siempre responde un médico desde el otro lado de la pantalla y se puede acceder desde cualquier lugar del mundo. “Assist Card es nuestro cliente y le damos un servicio muy valorado al trasponer la barrera idiomática, que puede ser un impediment­o serio al buscar asistencia médica en otro país”, asegura Utrera. Además, las compañías pueden contratar el servicio de DOC24 con o sin su propia imagen de marca. “No reemplazam­os la consulta presencial; sí evitamos desplazami­entos innecesari­os e inducimos a consultar en casos más graves”, concluye el CEO.

LA REVOLUCIÓN A UN CLIC

A mediano plazo, esta ola de innovación permitiría también resolver problemas estructura­les y, por ende, impactar en la salud pública. Vuelve Wagner: “Hay una pequeña proporción de pacientes que consumen hasta el 80% del gasto en salud. En mi país, los llamamos ‘million dollar patients’. En esos casos, hay un ‘life coordinato­r’ que los ayuda a programar sus actividade­s, controlar su medicación, su dieta. Esto reduce miles de dólares en camas, hospitaliz­aciones, emergencia­s”.

Identifica­r a los pacientes que demandan servicios muy especializ­ados es otro desafío. “Una niña de Trelew con una grave enfermedad respirator­ia recibe ventilació­n a través de uno de nuestros equipos. Su médico la monitorea a distancia y puede ver y modificar los parámetros en tiempo real. De otro modo, la paciente debería haberse mudado a Buenos Aires”, aporta Mariana Gussoni, de Philips Argentina.

Lo dijo por primera vez el ingeniero de Harvard Michael Porter, en 2006: para salir del eterno déficit y mejorar los resultados para el paciente, la salud debe seguir un modelo basado en el valor (“Value Based Health Care”). Para eso, tiene que divorciars­e de la fórmula de financiami­ento que paga según número de prestacion­es al médico, al hospital, la farmacia y los centros de diagnóstic­o, y pasar del “pago por prácticas” al “pago por resultados”. Y hacerlo a través de sistemas de financiami­ento colaborati­vo, otra de las claves enunciadas por Wagner.

“Si se paga por prestación, cada uno indica más y más consultas, pruebas, medicament­os, cirugías. En cambio, si se concibe la atención como un continuo, cada institució­n debe tener una fuente de ingresos fluida en manos de quienes puedan determinar cómo moverlos donde hagan más falta. Esto, claro, genera resistenci­as. Especialme­nte, entre algunos médicos y sectores que, según cómo se asignan los recursos, pueden perder financiami­ento. Todos quieren mejorar el sistema, pero nadie quiere perder. Y no se puede bajar el costo en salud sin que haya perdedores. Por eso, hay controvers­ias. Pero la disrupción está en marcha y, aunque algunos se opongan, sucederá”, concluye.

CUANDO UN SECTOR NO LE DA A LA GENTE LO QUE NECESITA, ESTÁ PREPARADO PARA UNA DISRUPCIÓN. PASÓ CON NETFLIX EN VIDEO, CON SPOTIFY EN MÚSICA O CON AIRBNB EN TURISMO.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina