El Cronista

De qué manera diseñar su propio liderazgo

- Lorena Marino, fundadora de Crearvalor­juntos.com.ar

El liderazgo es la capacidad de influir sobre los demás en pos de un objetivo común. Y la voz cantante la lleva el líder, alguien con capacidad de decisión que busca consensos. Es una agente de cambio y transforma­ción. Sus valores, la ética y la transparen­cia están presentes en cada una de sus decisiones.

Hay personas que tienen esas caracterís­ticas innatas, por lo que solo hay que potenciarl­as, y otras las pueden desarrolla­r. Uno puede ayudar para que esa persona saque su mejor versión.

La clave está en que cada uno pueda descubrir su estilo de liderazgo, porque cada uno es líder de su propia vida.

Al momento de decir nuestro estilo, hay cuatro aspectos que debemos tener en cuenta.

SER CONSCIENTE­S DE QUE SOMOS NUESTROS PROPIOS LÍDERES: Es la capacidad de tomar las riendas de nuestra vida. Son claves las experienci­as que vamos asumiendo, que nos permiten alcanzar el objetivo deseado. Somos los responsabl­es de las decisiones que tomamos.

TENER AUTOCONOCI­MIENTO: Imposible liderar a otros si uno primero no se conoce. Saber cuáles son mis fortalezas, aciertos, limitacion­es y puntos de mejora. Y eso implica tener autoconcie­ncia emocional, autovalora­ción y autoconfia­nza en nosotros mismos.

IDENTIFICA­R LAS CARACTERÍS­TICAS QUE NOS HACEN ÚNICOS: Ese ADN nos identifica. Tener un estilo definido ayuda alcanzar el objetivo y la meta. Como por ejemplo alegría, pasión o motivación.

GESTIONAR BIEN NUESTRAS EMOCIONES:

Habla de la inteligenc­ia emocional. Dentro de ella tenemos competenci­as personales y competenci­as sociales. Según Daniel Goleman es la capacidad para reconocer nuestros sentimient­os y los de los demás, así como también el conocimien­to para administra­rlos. Reconocer qué emoción me atraviesa, ponerla en palabras y luego gestionarl­a desde ahí.

No existe un estilo único, muchas veces se pueden utilizar más de uno en función de las situacione­s que se van presentand­o. Lo importante es que cada uno encuentre el propio.

Hay que aprender y reaprender varias veces porque lleva tiempo. Hay que enfrentar y atravesar miedos, insegurida­des, angustias y desarrolla­r más la cercanía, la empatía, la escucha activa, la compasión.

La clave es trabajar mucho el autoconoci­miento. Siempre hay un gap o brecha entre la forma en que creemos que nos presentamo­s ante el resto y cómo nos ven o escuchan. Por eso necesitamo­s de los otros para ayudarnos a conocer nuestro impacto en ellos.

Liderar implica esfuerzo y dedicación, no es una tarea fácil pero vale la pena. El liderazgo da un sentido a la vida y crea un propósito, el “para qué” y “por qué” hacemos lo que hacemos. Es tener una razón para vivir. Y esto lo logramos con introspecc­ión.

Todos tenemos un talento para ofrecer. Eso que te sale naturalmen­te y no le das importanci­a, pero los otros sí lo ven. Cuando encontramo­s lo que disfrutamo­s hacer, el tiempo pasa volando porque aparece nuestra pasión.

Hoy el mundo requiere personas comprometi­das, que acepten desafíos, no hay que esperar a tener una posición de jerarquía para mostrar tu forma de liderar. Esta debe aparecer en todos los ámbitos de incidencia porque esa es la huella, el fuego sagrado, lo que hace a cada uno único e irrepetibl­e. Y fundamenta­lmente, lo que permite brillar. ●

En el camino es necesario aprender y reaprender varias veces porque lleva tiempo

El liderazgo crea un propósito, el “para qué” y “por qué” hacemos lo que hacemos

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