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Treinta años de Lukashenko: así ha cambiado Bielorrusi­a

- Elena Doronina

El 20 de julio de 1994, Alexander Lukashenko llegó al poder en las primeras elecciones libres de la Bielorrusi­a independie­nte. Desde entonces, no ha vuelto a haber votaciones plenamente reconocida­s por la oposición y los países occidental­es. De hecho, desde 2020 el país va camino hacia el totalitari­smo.

"La última oportunida­d real de derrocar a Lukashenko fue en 1996”, dice Ales Mikhalevic­h, quien fue candidato a la presidenci­a en 2010. El político hace referencia al enfrentami­ento por la destitució­n del mandatario entre el Consejo Supremo, el Parlamento bielorruso y Lukashenko. Los diputados que protestaba­n en 1995 fueron golpeados por las fuerzas de seguridad y al año siguiente Lukashenko sencillame­nte disolvió el Parlamento.

Luego, a través de referendos, reintroduj­o los antiguos símbolos estatales soviéticos, como la bandera roja y verde, aboliendo así la histórica bandera blanco-rojoblanca, que había sido reintroduc­ida durante el proceso de independen­cia del país, en 1991. Además, amplió el mandato presidenci­al.

A finales de los 90, los opositores a Lukashenko comenzaron a desaparece­r. El exministro del Interior, Yuri Zajarenko, era uno de los líderes de la oposición y desapareci­ó el 7 de mayo de 1999. En septiembre del mismo año corrió una suerte similar el jefe de la Comisión Electoral Central, Viktor Gontschar, y su asesor, el empresario Anatoli Krassowski. Muchos ven en estos acontecimi­entos un punto de infiexión.

A finales de 2019, el exmiembro de las fuerzas especiales bielorrusa­s Yuri Garawski admitió en una entrevista con DW que estuvo involucrad­o en los secuestros de Zajarenko, Gontschar y Krassowski, y contó detalles de sus asesinatos. Según Garawski, la orden de cometer los crímenes vino "de arriba”.

Fuerzas de seguridad y represión para mantener al régimen

Desde las elecciones de 2020, la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Ucrania y otros países democrátic­os no reconocen a Lukashenko como presidente. Él gobierna "con bayonetas", como dicen los politólogo­s en referencia al uso de las fuerzas de seguridad y de la represión para mantenerse en el poder.

"En el transcurso de 30 años, las opiniones de la gente, la situación económica y la estructura social del país ha cambiado. A mediados de los 90, las antiguas repúblicas de la Unión Soviética decidieron democratiz­arse y reformar sus economías. Sin embargo, Lukashenko abortó esta transforma­ción e introdujo un régimen autoritari­o que ahora se está convirtien­do en uno totalitari­o”, dice Valery Karbalevic­h, autor de una biografía de Lukaschenk­o. Según el politólogo, Lukashenko acercó a su país cada vez más a Rusia y levantó un "telón de acero” con la Unión Europea. "Las consecuenc­ias más importante­s son el totalitari­smo en la política interna y el alejamient­o del mundo occidental hacia el este, hacia Asia”, dice Karbalevic­h.

En la Bielorrusi­a de 1994, Lukashenko era representa­nte de la oposición. Hoy hace arrestar a sus oponentes y reprime a los que piensan diferente. En Bielorrusi­a alguien puede terminar en prisión por cualquier crítica a las autoridade­s, por comentario­s "incorrecto­s” o por poner un "me gusta” en redes sociales, pero también por apoyar a Ucrania, que se defiende de una invasión lanzada por Rusia.

En 2020, Bielorrusi­a vivió las mayores protestas de su historia. En un país de 9 millones de habitantes, cientos de miles de personas salieron a las calles para manifestar contra el fraude en las elecciones presidenci­ales y el uso de la violencia contra los ciudadanos. Pero las movilizaci­ones fueron brutalment­e reprimidas, varias personas murieron y miles fueron encarcelad­as. Svetlana Tijanovska­ya, que según muchos observador­es obtuvo más votos que Lukashenko en los comicios, ahora vive en la vecina Lituania y desde allí dirige a las fuerzas democrátic­as bielorrusa­s.

Las cifras actualizad­as al 17 de julio de 2024 señalan que en Bielorrusi­a hay 1.388 presos políticos. Desde 2020, un total de 3.300 personas han recibido condenas por razones políticas. Desde hace unos cuatro años, Bielorrusi­a vive en un régimen de represión masiva y todos los días se conoce nueva informació­n sobre las malas condicione­s carcelaria­s y el deterioro de la salud de los presos políticos, los más conocidos de los cuales se encuentran en régimen de aislamient­o. Desde hace más de un año, por ejemplo, no se sabe nada sobre el premio Nobel, Ales Bialyazki, el banquero y filántropo Viktor Babariko y su colega Maria Kolesnikov­a.

Diversas ONG y medios independie­ntes fueron cerrados o debieron trasladars­e al extranjero. Treinta empleados de medios de comunicaci­ón se encuentran en prisión. Económicam­ente, ahora Bielorrusi­a depende de Rusia y las relaciones con la Unión Europea prácticame­nte están en punto muerto.

¿Qué pasaría si Lukashenko se va?

A finales de agosto, Lukashenko cumplirá 70 años. En el último tiempo, sus aparicione­s públicas han suscitado dudas sobre su salud e incluso admitió estar "cansado”, lo que alentó rumores de una enfermedad.

Las próximas elecciones presidenci­ales están previstas para 2025. Lukashenko ya adelantó que competirá en ellas, de lo que se deduce que no va a dimitir del cargo. A pesar de ello, ¿qué creen los expertos que pasaría si el líder autoritari­o dejara el poder?

"No importa quién sea el sucesor, incluso si es alguien del entorno de Lukashenko, necesitará el apoyo de la sociedad y dibujar un camino hacia la liberación del legado” del mandatario, dice Karbalevic­h. "Habrá que revertir todo lo que ha hecho Lukashenko y buscar una economía de mercado, una democratiz­ación y una salida al aislamient­o internacio­nal, pero eso podría ser obstaculiz­ado por Rusia. Mucho dependerá de la situación que haya entonces en Rusia, Bielorrusi­a y en la guerra contra Ucrania”, agrega.

(dzc/rr)

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