Clarín

Enya, olímpica

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Uno de los fantástico­s videos promociona­les de los próximos Juegos Olímpicos de París, desplegand­o La Gioconda y otras joyas de los museos, está acompañado por “Only time”, un tema que devuelve a Enya a la actualidad. Desde hace tiempo, poco se sabe de una de las cantantes más populares del mundo, recluida en su castillo de Irlanda y cuyas ventas sólo fueron superadas, en su país, por U2. El estilo new age de Enya, que procede de fuentes como la música tradiciona­l irlandesa y los coros medievales, podía estar alejado de los requisitos académicos, pero marcó rumbos desde mediados de los 80. “La música étnica te ayuda a escucharte a ti mismo. Es un arte hipnótico que crece y crece, te permite escuchar el latido de tu corazón. Y me encanta que mediante el renacimien­to de estas músicas se recupere la cultura de un país”, afirmó. “Only time” es un tema del álbum “A day without rain”, lanzado por Enya a principios de este siglo. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 sobre Nueva York, la canción se utilizó en numerosos reportajes de radio y TV, lo que disgustó a la artista al principio. Pero, luego lanzó una edición especial y destinó los fondos recaudados a las familias de las víctimas.

Enya se lanzó como solista en 1986 y dos años después despegó con su segundo álbum, Watermark que alcanzó los primeros puestos en la discografí­a del Reino Unido y que, desde entonces, vendió ocho millones de copias. Para algunos críticos musicales, “Orinoco Flow” (Flujos del Orinoco), con el poder de sus sintetizad­ores y sus extraños coros, no era un tema tan destacado. Sin embargo, se convirtió el más reconocibl­e y el que enamoró a sus fans. Representa, también, una guía sobre toda su línea artística. Entre sus melodías y los videos alusivos, podría interpreta­rse como una ofrenda al río que atraviesa Colombia y Venezuela, hasta desembocar en el Atlántico. Pero, en realidad, Orinoco es el nombre del estudio londinense donde antes trabajaba el productor Nick Ryan, quien junto a su mujer Roma como letrista, le dieron impulso a la trayectori­a artística de Enya.

¿La soledad? La conoce desde chica, cuando sus padres la enviaron a perfeccion­ar sus estudios musicales… en un convento. Ya en 1995, en la plenitud de su fama, le dijo a The Times: “Siempre quise ser así, extremadam­ente celosa de mi intimidad. Mucha gente piensa que es imposible tener éxito sin una vida pública. Están equivocado­s”.

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