“Observados”, una película de terror que no consigue provocar miedo “Observados”
Es la opera prima de Ishina, hija de M. Night Shyamalan, el realizador de “Sexto sentido”. La comparación con la obra de su padre cae de madura.
Tener un padre abocado al cine de terror puede jugarle a favor o en contra a su hija en su debut como realizadora. Más si el hombre en cuestión se llama M. Night Shyamalan, quien desde que le hizo decir al pequeño Cole aquello de que veía gente muerta en Sexto sentido, bueno, no dejó de sumar halagos y detractores.
Ishana Shyamalan es una de las dos hijas del director de La aldea y Fragmentado. Su único antecedente en los medios audiovisuales es Servant, la serie que produjo su padre, en la que ella dirigió episodios y aparece también como producluego tora. Y las comparaciones, con el apellido tintineando, son odiosas, claro, pero surgen solitas, no solamente porque Ishana se mete con el género que le encanta a su papá, sino porque hay similitudes en la manera de rodar y en la mismísima escritura y estructura del guion.
Y sí, hay un twist, un giro en el final, marca registrada de su padre.
El problema con Observados es que tiene varios finales cuando al que parecía final se le suman otros. Como si la realizadora no se decidiera por uno.
Ishana tomó como base la novela The Watchers (Los observadores, no los Observados, como se titula en nuestro país), de A.M. Shine.
Es llamativo que Observados tenga casi la estructura de Llaman a la puerta, la por ahora última película de Shyamalan padre: pocos personajes que están encerrados, en una cabaña en Llaman a la puerta, en un refugio en medio de un bosque en Observados.
Mina (Dakota Fanning) tiene que llevar un encargo a una dirección. Es un pajarito amarillo, presumiblemente un loro, porque cada tanto repite “Intenta no morir”.
Estamos en un pueblito de Irlanda. Ella va con su auto y, en el medio del bosque, claro: se descompone. No ella, sino el automóvil. Así
que se baja y se pone a caminar buscando ayuda. Como no la encuentra, pega la vuelta. Pero el automóvil desapareció.
Hasta que llega al refugio, que sabremos que lo llaman el Corral. Allí hay tres personajes encerrados, que son perseguidos por los Watchers a la noche.
O sea: se puede caminar por el bosque mientras estén bajo la luz del sol. Pero cuando atardece, los Watchers (que si me apuran les digo que tienen una cierta forma similar a los extraterrestres de Señales) salen de su escondite y se disponen a ver a los humanos. ¿Cómo? Una de las paredes es un espejo hacia adentro, un vidrio para afuera.
¿Qué son los Watchers? ¿Humanos? ¿Infrahumanos? ¿Extraterrestres? ¿Hinchas de Brown de Adrogué? ¿Son realmente malos?
La cosa es que no encuentran salida, y la señora mayor (Olwen Fouéré, de La masacre de Texas versión 2022, y que está en Tarot, otra de terror en cartel), la primera que ingresó allí, dice que no hay que romper las reglas. No darle la espalda al espejo, no abrir la puerta de noche, alejarse de las madrigueras donde se esconderían los Watchers y estar siempre a la luz.
Si quieren buscarle incongruencias a Observados, las van a hallar sin despeinarse. La cosa se pondrá más intensa cuando la posibilidad de dejar el bosque sea palpable. Pero Ishana, como le gusta a su padre, enmaraña el relato, aquí más de la cuenta.
¿Es Observados un filme de terror que mete miedo? No.
Por allí está Georgina Campbell, que coprotagonizó otra de terror (Bird Box Barcelona). El filme no renueva ni aporta nada nuevo al género. ■