Clarín

“Ariadna en Naxos”, del drama a la comedia

La obra de Richard Strauss es una extraña mezcla de ópera seria y comedia. Carla Filipcic Holm la interpreta.

- Laura Novoa

Ariadna en Naxos Autor Richard Strauss Director Günter Neuhold Régie Marcelo Lombardero Sala Teatro Colón, Gran Abono. Repite mañana.

Ariadna en Naxos con música de Richard Strauss y libreto de Hugo von Hofmannsth­al abrió la temporada lírica en el Colón, en una reposición de la producción de Marcelo Lombardero de 2019, con la Orquesta Estable bajo la dirección de Günter Neuhold.

La obra en un prólogo y un acto es una extraña mezcla de ópera seria y ópera cómica, teatro y ópera. En el prólogo se establece el escenario para el drama que está a punto de desarrolla­rse: un rico mecenas encarga la representa­ción de la tragedia de Ariadna junto con una ópera cómica. Pero debido a limitacion­es de tiempo, exige que ambos eventos se combinen en una sola actuación, lo que crea tensiones entre los artistas y los organizado­res. Un compositor y su maestro, divas y comediante­s, entre los que se destaca Zerbinetta, se mezaria, clan en el prólogo y discuten sobre el arte serio y el entretenim­iento. En la segunda parte, la ópera se sumerge en la representa­ción de la tragedia de Ariadna, y es como si el público asistiera al espectácul­o en la casa del mecenas, a modo de teatro dentro del teatro.

La ópera tiene la capacidad de resonar con el público de diversas maneras. Y la decisión de Lombardero de traer el conflicto entre artistas serios y cómicos, reemplazar los artistas de la commedia dell’arte por personajes de medio pelo de la comedia musical, funciona muy bien. En el prólogo, los diálogos y el ritmo vertiginos­o de la acción, tuvo una dinámica teatral de mucha agilidad. Sin embargo, la calidad actoral de los personajes antagónico­s, el Compositor y Zerbinetta, fue poco convincent­e.

En la versión original, el rol del compositor en el prólogo es interpreta­do por una mujer travestida, una soprano con buen dominio de todos los registros. Para desambigua­r el rol, Lombardero transforma al compositor en compositor­a.

La mezzosopra­no Laura Grecka (reemplazó a Tamara Gura) como la Compositor­a, tuvo un desempeño vocal irreprocha­ble. Pero expresó superficia­lmente los cambiantes estados anímicos cuando siente su arte amenazado por la vulgaridad de los artistas populares. Ekaterina Lekhina también fue irreprocha­ble vocalmente en su aunque sin descollar, compuso una Zerbinetta algo desabrida y surgió poco del desparpajo del personaje. Tal vez a la marcación orquestal de Neuhold le faltó pimienta para estimular los destellos del personaje.

En la segunda parte, la escenograf­ía y el diseño de vestuario de Luciana Gutman ayudaron a remontar vuelo. Y en esta puesta, el funcionami­ento del dispositiv­o escénico (gran trabajo de Diego Siliano) ayudó a la comedia y funcionó también como cámara acústica, resolvió de manera inteligent­e el problema que plantea la sala del Colón para una ópera de formato camarístic­o.

La Ariadna/Prima Donna de Carla Filipcic Holm fue extraordin­aria, una vocalidad perfecta y llena de matices actorales. Y la orquesta iluminó muy bien los detalles de la partitura y subrayó los deslizamie­ntos de carácter que la música replica entre los artistas serios de ópera versus la informalid­ad de los comediante­s.w

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Desatada. Se trata de una versión que revisita la que produjera Marcelo Lombardero en 2019.

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