Clarín

Las incógnitas y los temores de los franceses por París 2024

La ciudad recibirá a 15 millones de turistas, pero sus habitantes pretenden huir durante la cita. Hay alerta por un atentado y por el calor extremo.

- CORRESPONS­AL

A 99 días de los Juegos Olímpicos de París 2024, hay un “anticlímax” en Francia. El gran evento global no entusiasma en demasía a los habitantes, quienes sienten que la llegada de 15 millones de turistas los van a forzar a cambiar su vida y sus costumbres veraniegas.

El contexto internacio­nal crispado por las guerras en Rusia y Ucrania, y ahora entre Israel, la Franja de Gaza e Irán, ha sumergido al país en el máximo alerta del llamado “Plan antiterror­ista Vigipirate. Patrullas de militares armados recorren la capital y refuerzan los lugares turísticos, sinagogas y colegios.

Este clima de insegurida­d ha forzado al gobierno a emitir un QR para que todos se registren y puedan desplazars­e en las zonas de seguridad o visitar a sus familias, amigos o restaurant­es en áreas “seguras”, a las que de otra manera no podrán acceder. Este operativo comenzará el 10 de mayo y regirá desde una semana antes del 26 de julio, día de la ceremonia inaugural, hasta el 8 de septiembre, cuando terminen los Juegos Paralímpic­os.

El temor a un atentado existe porque el ISIS-K, con base en Afganistán, ha amenazado a Francia y ya se han desmantela­do ataques. Esa es la razón por la que la teatral ceremonia de inauguraci­ón en el río Sena, con 170 barcos y casi 300.000 invitados, está en duda ante el miedo a un ataque. El presidente Emmanuel Macron ahora habla de “un plan B y C” para la ceremonia, como las festividad­es limitadas a Trocadero e incluso una fiesta en el Stade de France.

“La policía está movilizada a un nivel excepciona­l. Si hay un lugar donde su hijo estará seguro, es allí”, le dijo Macron el lunes a un oyente de RMC preocupado por ver a su hijo asistir a la ceremonia de apertura. “¡Son una vez cada 100 años los Juegos Olímpicos!” insistió.

Los migrantes fueron desplazado­s al interior de Francia para “no ser vistos”, según su sensación. Sin avisarles a los alcaldes, comenzaron a llegar ómnibus con familias a Orleans, Lyon y los pueblos de la Loire, sin alojamient­o previsto.

Mientras que los “bookinista­s”, quienes hace 400 años venden libros viejos a la vera del Sena, ganaron la batalla y no se verán obligados a desmontar sus cajas verdes durante los Juegos Olímpicos.

Los balcones de los edificios a lo largo del Sena se alquilan y se disputan. Pero existe el peligro de derrumbe porque son viejos y no soportan más que 360 kilos. Nadie está controland­o esos alquileres. Pero sí se preocupan por los puentes que cruzan el Sena para que no estén superpobla­dos y se produzca un accidente.

Macron refuta la idea de que el deseo de hacer de Francia una “nación

deportiva” sería un fracaso. Las tradicione­s educativas enciclopéd­icas francesas están lejos del espíritu deportivo que rige en las escuelas británicas. Pero Macron espera situar la práctica deportiva “en el centro del proyecto de nación” para transmitir los valores que representa: respeto, tolerancia y confianza en uno mismo. Y reafirmó su objetivo de colocar al país entre los cinco primeros en el medallero de los Juegos.

¿Será Macron uno de los portadores de la antorcha olímpica? “Veremos si alguien me invita”, dijo. La llama se encendió anteayer en Olimpia, Grecia, en una ceremonia

inspirada en la antigüedad. Es el inicio de un periplo que finalizará en Paris el 26 de julio. “Seré un espectador asombrado”, dijo el jefe de Estado, quien estará en Marsella el 8 de mayo cuando llegue el fuego.

Eso sí, Macron reconoció que las personas con movilidad reducida no podrán desplazars­e fácilmente en Paris o la Ile de France. Explicó que la red de transporte público tiene puntos fuertes y débiles. Es el subte más denso del mundo pero uno de los más antiguos. Los pocos ascensores de los Metros están “fuera de servicio” y las personas con discapacid­ad deberán confrontar las vertiginos­as escaleras.

Tony Estanguet, presidente del Comité Organizado­r, dejó en claro que “el 100% de las sedes tendrán transporte público y accesible para personas con discapacid­ad”.

La calidad de los ríos Sena y Marne serán “uno de los mayores legados de los Juegos”, según el presidente. Pero una respetada ONG sostiene que están contaminad­os con materia fecal, a pesar de los enormes filtros colocados en las cercanías de la Gare de Austerlitz.

Los Juegos Olímpicos y Paralímpic­os se promociona­n como los más “verdes” de la historia, con el objetivo de reducir las emisiones de carbono a más de la mitad en comparació­n con Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Desde la limpieza del Sena hasta la peatonaliz­ación de calles concurrida­s, la alcaldesa Anne Hidalgo quiere que “sean ejemplares desde el punto de vista medioambie­ntal”.

La Villa Olímpica, donde se alojarán 10.500 atletas olímpicos y 4.400 paralímpic­os, no tiene aire acondicion­ado. Las delegacion­es se beneficiar­án del enfriamien­to natural que se ha construido, pero con la amenaza de otro verano récord en París y muertes previas relacionad­as con el calor, algunas delegacion­es se muestran escépticas.

Un estudio reciente advirtió sobre la posibilida­d de que olas de calor de semanas de duración azoten la capital francesa durante los Juegos. Los últimos cinco años han sido sofocantes para París y en julio de 2019 Méteo-France registró una temperatur­a abrasadora de 42,6 grados en la ciudad. Otro estudio encontró que la ciudad tenía las tasas más altas de muertes relacionad­as con el calor entre 854 pueblos y ciudades europeas, en parte por su falta de espacios verdes y por su densa población. Los maratonist­as, los tenistas y los jugadores de beach volley son considerad­os vulnerable­s a los efectos del calor extremo.

La obsesión de la alcaldesa Hidalgo contra el auto está dando resultados. A pesar del odio que le tienen los taxistas, los repartidor­es y los parisinos a sus políticas no consultada­s con la ciudadanía, no habrá autos circulando mayoritari­amente en la ciudad y los taxis planean vacaciones de verano lejos de París.

Un estudio revela que los parisinos utilizan más la bicicleta que el coche. No hay otra alternativ­a: la ciudad se convirtió en una masiva obra en construcci­ón en las calles, hasta volverlas intransita­bles. Recorrer París puede significar perder dos horas manejando.

“¡Esta alcaldesa es el diablo! Yo perderé mucho dinero, pero me voy a mi casa de la playa en Túnez. Conducir en París será lo más parecido al infierno. Ya lo es. Nadie se va a quedar aquí”, explicó Ahmed, un taxista francés de origen tunecino que piensa partir en julio y regresar en septiembre.

Investigad­ores del Instituto de la Región de París descubrier­on que el 11 por ciento de los viajes de los parisinos se hacen en bicicleta, en comparació­n con el 9 por ciento en auto, el 44 a pie, el 34 en transporte público y el 2 en motos.

Los Juegos Olímpicos deberían costar entre tres y cinco mil millones de euros salidos del erario público. Los parisinos van a recibir los Juegos en plenas vacaciones. Muchos han alquilado sus departamen­tos a un valor de entre 12.000 y 30.000 euros la semana y se irán a las playas de la costa Sur, de España o de Grecia hasta que finalicen.

A 99 días de París 2024, comenzó la cuenta regresiva.w

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NOEL SMART En obra. En París levantan estructura­s que serán utilizadas durante los Juegos Olímpicos.
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NOEL SMART En bici. La alcaldesa Anne Hidalgo es enemiga del auto.

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