Bullrich y Larreta festejaron juntos, pero sus diferencias fueron notorias
Llegaron en vuelos distintos. Se reunieron con Torres, pero por separado. Recién se saludaron en el búnker.
La reñida elección chubutense fue escenario de un nuevo capítulo de la interna nacional entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, que llegaron a Trelew pasadas las 19 y mantuvieron agendas completamente separadas, más allá de encontrarse cerca de la medianoche en el búnker oficial del candidato de Juntos por el Cambio, Ignacio Torres.
Allí se dio la esperada foto entre ambos, con un abrazo que pareció sentido, y que tuvo Ignacio Torres como partícipe, con ambos levantándole la mano por el triunfo logrado. Sin embargo, la relación fuera de cámaras volvió a reflejarse fría, cada vez más distante entre ambos.
Hubo un momento central en los festejos de Torres, que se atribuyó el triunfo. Cuando Bullrich hablaba, casi como cierre, pasada las 12, un sector de los presentes cantaron "Patricia, presidente". Ella tuvo un gesto allí. "Eso lo vamos a definir con Larreta", dijo, y luego agregó: "No sé quién va a ganar, si Horacio o yo, pero lo importante es que va a ganar Juntos por el Cambio".
Bien distinto fue todo fuera de las cámaras. Nunca se encontraron, más allá del escenario. Mientras Bullrich reunió a su tropa, con dirigentes nacionales y locales, en el Hotel Rayentray del centro de la ciudad, Larreta se instaló con su equipo, más reducido, en el café Vulevú, a apenas cuatro cuadras de distancia.
Torres tuvo su reunión con los dos, pero no juntos: primero vio a Bullrich, acompañado de su novia Ornella, y luego visitaron a Larreta. Apenas unos minutos, y metros de diferencia, que el senador tuvo que saldar, haciendo un fino equilibrio entre los presidenciables que le dieron el apoyo.
Poco antes, Bullrich llamó a Torres por teléfono, mientras tomaba un café con su equipo, a la espera de los resultados. Allí estuvo presente Clarín, que escuchó como la ex ministra lo saludaba al joven candidato: "Hola gobernador. Ya te puedo decir así, ¿no?".
La charla telefónica fue breve, y a esa hora Torres confiaba que la diferencia que estaba logrando, especialmente en Trelew y Rawson, compensaría la derrota por unos 13 puntos en Comodoro Rivadavia. Incluso, a esa hora, cerca de las 20, Torres creía que podía estar más cerca en la ciudad más poblada de Chubut. Pero esa lógica no fue tal: mientras él perdió por una diferencia amplia, su candidata a intendenta Ana Clara Romero cedió por poco más de cinco puntos de diferencia. El corte de boleta fue evidente y lo perjudicó.
Casi en simultáneo, mientras lo esperaba a Torres, Larreta aguardaba con mucha cautela, aunque confiado en que JxC sumaría un nuevo gobernador, como sucedió en las elecciones de San Luis y San Juan. En este caso, un PRO puro, un cuadro de apenas 35 años, por el que apostó y le estaba dando réditos electorales.
Sobre sus diferencias con Bullrich, el alcalde evitaba confrontar, fiel a su estilo. En charla con su entorno, deslizaba que le parecía muy bueno si se podía lograr una foto de unidad con su rival en las PASO, una vez que llegaran al búnker. Como Bullrich, Larreta estaba contento por lo que había pasado a kilómetros de distancia, en Villa Allende, Córdoba, donde el PRO ganó ayer la intendencia.
Sorprendió que en la troupe larretista no estuvieran presentes, como sí pasó en otras elecciones recientes, sus socios radicales Gerardo Morales y Martín Lousteau. "Habría que preguntarles a ellos por qué no vinieron, no a Horacio", sostuvieron fuentes cercanas al funcionario. En cambio, con Bullrich, sí estuvo Luis Petri, su candidato a vicepresidente, y otros dirigentes radicales como Fabio Quetglas.
Un tema común, del que hablaron durante las charlas que tuvieron en su paso por esta provincia, fue la polémica armada a partir de dónde será el búnker de JxC en las PASO del 13 de agosto. Larreta quiere que sea en Costa Salguero y que convivan ambos. La ex ministra, en cambio, proyecta reunir a su equipo en un lugar "austero", según sus palabras.
Si bien fuentes cercanas a ambos aseguran que hablan por teléfono de manera esporádica, lo cierto es que la relación es cada vez más fría. Ninguno se acercó al búnker hasta el cierre. Hubo retrato, como pasó en Córdoba, pero la efusividad no sobró. Siguieron el voto a voto hasta el final y se llevaron una sonrisa. A sólo dos semanas del promocionado mano a mano que tendrán, no es poco. ■