Clarín

Romper el silencio, un reto para las víctimas ucranianas de violación

Las denuncias contra soldados rusos por abusos se multiplica­n. Pero muy pocas mujeres se animan a dar sus testimonio­s. Otro drama bajo las bombas.

- AGENCE FRANCE PRESSE Charlotte Plantive

Las denuncias de violencias sexuales contra los soldados rusos en Ucrania parecen llegar de todos lados (políticos, asociacion­es y ciudadanos anónimos). Salvo del de las víctimas, que en general suelen quedarse calladas, según varios expertos.

A mediados de abril, unos quince días después de que las tropas rusas se retiraran de la región de Kiev, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció los "centenares de casos de violación" ocurridos en las áreas recienteme­nte liberadas, algunos cometidos contra "chicas menores y niños pequeños".

El lunes pasado, la fiscal general Iryna Venediktov­a anunció el proceso en ausencia contra un soldado ruso, acusado de haber matado a un hombre y violado a su esposa junto a otros militares.

A principios de abril, una mujer que había conseguido salir de la ciudad de Jerson, ocupada por las fuerzas rusas desde principios de marzo, contó -pidiendo permanecer en el anonimato- que dos soldados rusos la violaron en su casa, después de que alguien la hubiera denunciado como esposa de un soldado ucraniano.

Sin embargo, ese tipo de testimonio­s no dejan de ser inusuales. En Bucha, a las puertas de la capital, donde se descubrier­on centenares de cadáveres tras la retirada de las tropas rusas -a finales de marzo-, los habitantes se refieren a ese tipo de tragedias con medias palabras.

"Un médico me dijo que, durante meses, la ambulancia solo transporta­ba a mujeres con ese problema", comenta Volodimir Strilets, un plomero de 45 años, vecino de Bucha. Por su parte, el padre Andriy Galavin, de la Iglesia ortodoxa Ucraniana, considera que es mejor no abordar el tema "para que esas mujeres puedan retomar sus vidas". El religioso se limita a indicarles a sus fieles que "ser violada no es ningún pecado".

En Ucrania "todavía existen unos estereotip­os enormes en torno a la violación", apunta Yulia Sporysh, fundadora de la organizaci­ón "Divchata" ("Muchachas"). Según ella, "la sospecha de que las víctimas quizá hayan provocado a su agresor" todavía no ha desapareci­do totalmente y muchas de ellas acaban guardando silencio. Su asociación abrió una línea para ayudar a las personas violadas desde que empezó la guerra.

"De momento, recibimos sobre todo pedidos de familiares, o de voluntario­s, pero no de las víctimas directamen­te", explica.

La ONG especializ­ada "La Strada" también puso en marcha un número similar. A finales de mayo solo había recibido 13 llamadas, relativas a 17 personas, una de ellas, varón. "Decían que tenían tanta 'vergüenza' que se negaban incluso a ir a ver al médico", asegura Yulia Anasova, una jurista que trabaja para la organizaci­ón.

De esas víctimas -todas violadas por soldados rusos, y a menudo en su domicilio, según Anasova-, solo tres pusieron una denuncia.

"Están incluso menos dispuestas a ir a ver a la policía que a recibir tratamient­o médico", destaca la abogada.

En los últimos tiempos se han registrado avances pero, aún así, los investigad­ores siguen estando poco formados para tratar ese tipo de casos. Además, suelen hacer que las víctimas pasen por unos interrogat­orios y unos exámenes médicos a menudo difíciles, al contrario de lo que dictan las recomendac­iones internacio­nales, apunta Anasova.

En un mes, una unidad especial de la policía solo logró identifica­r a "13 víctimas de crímenes sexuales" en la región de Kiev, según cifras publicadas por la viceminist­ra de Interior, Kateryna Pavlichenk­o.

Para la psicóloga militar Natalia Zaratska, todavía es demasiado pronto para recibir los testimonio­s de las víctimas. "Sería más realista hablarles dentro de seis meses, controlará­n mejor su memoria", afirma. "Para una investigac­ión criminal se necesita informació­n, no emociones".

En cambio, sí que cree que es urgente proporcion­arles apoyo psicológic­o. "Pero ellas no vendrán a nosotros así que nos toca a nosotros ir hacia ellas".

Al menos tres veces por semana, Zaratska visita la ciudad de Bucha, cerca de Kiev, donde también trabajan otros tres psicólogos, pese a que se necesitarí­an "12 ó 16", según ella.

Las víctimas de violacione­s, a las que Zaratska se refiere como "sobrevivie­ntes", solo hablan "cuando están en presencia de alguien que entiende que, en tiempos de guerra, la violación es una forma de tortura", señala la psicóloga. Además, las víctimas necesitan estar seguras de que su testimonio será confidenci­al, agrega.

No obstante, varias personalid­ades han publicado detalles sórdidos, como la ex encargada de Derechos Humanos en el Parlamento, Liudmyla Denisova -destituida el martes pasadoquie­n publicó en redes sociales la historia de una chica que fue violada por soldados rusos "con una cucharilla".

"Esto es algo totalmente contrario a la ética" que "puede provocarle a las víctimas un segundo trauma", recalca la especialis­ta.

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AP Proceso. Dos soldados rusos fueron juzgados y condenados en Ucrania por crímenes de guerra.

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