Clarín

Estos sí volvieron mejores

Después de 27 años, el programa canadiense de sketchs regresó intacto, con su humor absurdo y provocador.

- Christian Sánchez

Los regresos suelen ser mejor recibidos más por la nostalgia que traen adosada que por su calidad, pero siempre alguien llega a demostrar que esa no es una regla inquebrant­able. Y eso hicieron Dave Foley, Bruce McCulloch, Kevin McDonald, Mark McKinney y Scott Thompson en la vuelta de The Kids in the Hall.

“Hay quienes aseguran que vomitaron la película porque llegaron a un oscuro pacto con el diablo, otros que fue para blanquear dinero de la droga”, dice el primer personaje que aparece en este regreso, mientras vende un VHS de Brain Candy, la película que hicieron en 1996.

Esa venta de la cinta por un dólar hace que se recupere la inversión, se rompa el maleficio y “Los Kids” sean desenterra­dos de la tumba común en la que habían sido sepultados en el capítulo final de 1995. Así arranca la sexta temporada, no sin antes hacer un chiste sobre la paridad de género: es que los únicos personajes femeninos de la serie eran ellos, travestido­s.

The Kids in the Hall es un grupo de cinco comediante­s canadiense­s que empezaron a trabajar juntos en teatro en 1984, hasta que otro canadiense, Lorne Michaels -creador de Saturday Night Live-, les produjo un especial en 1988 para HBO y CBS, que se convirtió en una serie de sketchs (en Argentina se vio en HBO Olé e I-Sat).

Estuvo al aire por cinco temporadas, entre 1989 y 1995 -cuando las temporadas eran de veinte capítulos, y al año siguiente se despidiero­n con la película. Aunque continuaro­n haciendo algunas giras y en 2010 protagoniz­aron una miniserie, recién ahora volvieron con su programa, otra vez con Michaels como productor.

Para los que no los vieron, podría decirse que “Los Kids” son una especie de Monty Python modelo ‘90, o extrapolad­o a la Argentina como un Cha cha cha dirigido por Damián Szifron.

Delikatess­en, el ciclo con Horacio FonEn tova, Diego Capusotto, Fabio Alberti y Damián Dreizik, entre otros, intentó ser algo parecido en 1998.

Volviendo a los canadiense­s, nadie sabe más que ellos que el programa está ligado a los ‘90, y lo explotan con chistes y referencia­s. La apertura, por ejemplo, conserva la música y está calcada de la original. El gran cambio es la realizació­n, y al ser sólo ocho capítulos de 25 minutos, el mayor presupuest­o se nota mucho más.

Varios de sus personajes están de vuelta recordando viejos tiempos como: Paul Bellini, la Reina Isabel II, Los policías, los empleados de AT & Love, Buddy y el señor Tyzik, que intentaba a la distancia aplastar la cabeza de las personas con los dedos índice y pulgar. Pero lejos están de la nostalgia y cualquiera puede disfrutarl­os sin haber visto nada de lo anterior.

Los nuevos sketchs los muestran como siempre: absurdos, inteligent­es, surrealist­as y provocador­es, sin escaparle a ningún tema: desde el sexo hasta el racismo, pasando por la religión, la muerte y la “apropiació­n cultural”. The Kids in the Hall reaparecie­ron intactos y con una calidad superior: se puede volver mejores. ■

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Hoy como ayer. Los canadiense­s tuvieron una serie entre 1989 y 1995 y ahora regresan en gran forma.

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