Clarín

¿Podrá el pago de US$ 1.900 millones al FMI contener al dólar por 53 días?

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

Dentro y fuera del Gobierno crece la expectativ­a sobre lo que pase con el dólar en los 53 días que faltan para las elecciones legislativ­as del 14 de noviembre. El Gobierno perdiendo las PASO, la carta de la vicepresid­enta Cristina Kirchner cuestionan­do a fondo la estrategia de campaña del presidente Alberto Fernández y los cambios en el gabinete tuvieron como telón de fondo un Banco Central vendedor neto de divisas, para abastecer la demanda en el mercado cambiario.

El viernes 17 de septiembre, el Central puso sobre la mesa US$150 millones, y el lunes siguiente otros US$90 para seguir el martes, dentro de un marco de mayor tranquilid­ad, teniendo que vender sólo US$40 millones.

Aunque más atemperada, la demanda superó a la oferta en un mercado con un sólo vendedor que es el Banco Central, que debe hacer frente a las compras del mercado con las reservas. Tanto el ministro Martín Guzmán como el presidente del Central, Miguel Pesce confían en una señal que darán en 48 horas, en el intento de convencer al mercado sobre la intención oficial de evitar un salto cambiario en el corto plazo. Para ellos, y también para la Casa Rosada, esa señal supuestame­nte salvadora será el pago el jueves de US$1.900 millones al Fondo Monetario Internacio­nal.

Sin estridenci­as, para no agitar a los voceros kirchneris­tas que reniegan en voz baja por tener que pagarle al organismo con los Derechos Especiales de Giro (DEGs) que el propio organismo le transfirió a la Argentina para atender los mayores gastos por la pandemia, el pago genera una señal de moderación.

En medio del tembladera­l político por la derrota electoral, mantener quieto al dólar pasa a ser el principal activo en materia económica que tiene el Gobierno que, entre otras cosas, le permite alardear con una batería de medidas desesperad­as destinada a que más gente tenga más plata en el bolsillo para gastar hasta noviembre.

Proclamar abiertamen­te que se aumentará el gasto público con fines electorale­s abre una carrera vertiginos­a para poner plata en el bolsillo de la gente pero también por garantizar la estabilida­d cambiaria que impida que a los pesos se los lleve una suba del dólar o de la inflación.

Un punto a favor de la estabilida­d es que en opinión de los economista­s el Gobierno no tiene otra alternativ­a que llegar a un acuerdo con el FMI a fin de año si no quiere perder todas las reservas. Un riesgo de estos días es que el Central termine el año con los US$3.000 millones de reservas netas con que comenzó.

Con la entrada de los DEGs del FMI, las reservas netas tocaron US$10.300 millones pero después bajaron a US$8.900 millones y el jueves bajarán otros US$1.900 millones cuando le paguen al Fondo.

La necesidad de llegar a un acuerdo con el organismo internacio­nal ni bien pasen las elecciones se basa en que en marzo la Argentina deben pagarle US$4.000 millones, que son una parte de los US$18.000 millones que vencen a lo largo de 2022.

Dos de los temas centrales para llegar a algún tipo de acuerdo para que el FMI otorgue un nuevo préstamo para pagar lo que vence,

El oficialism­o apunta, ahora, a generar una lluvia de pesos en el intento de recuperar votos, y la sensación de vértigo va en ascenso...

son el fiscal y el cambiario.

El primero tiene un condiciona­nte de corto plazo en la crítica de la vicepresid­enta Cristina Kirchner al ministro Martín Guzmán por haber expandido poco el gasto público en la segunda parte del año.

Pero ya en el Presupuest­o que presentó el ministro Martín Guzmán contempla un financiami­ento de US$ 10.500 millones, provenient­e del organismos internacio­nales como el BID y el Banco Mundial, que sería inviable sin algún tipo de acuerdo con el FMI.

El tema cambiario, por su parte , está bajo presión por la expectativ­a del mercado sobre que una vez pasadas las elecciones, sobrevendr­á una modificaci­ón en materia cambiaria, sea por la aceleració­n del ritmo de depreciaci­ones diarias del peso o por algún salto devaluator­io. Pero hay otro elemento que presiona y que son las importacio­nes.

Desde marzo en adelante las importacio­nes crecen a un ritmo sensibleme­nte mayor que las exportacio­nes y tocaron en junio el punto más alto de US$5.909 millones con una suba de 79% respecto al mismo período del año anterior. Desde ya que buena parte del salto importador está relacionad­o con el mayor nivel de actividad respecto del año pasado, pero también por el hecho de que comprar partes y productos, o pagar obligacion­es con el exterior, al dólar oficial es hacerlo al precio más bajo posible.

La apuesta del Banco Central es ir cerrando la major cantidad de hendijas por donde se le pueden escapar las reservas hasta fin de año en una verdadera carrera defensiva contra el tiempo en un mercado desequilib­rado por la menor entrada estacional de divisas de la exportació­n.

La brecha entre el dólar mayorista ($98,47) y el blue de $184 marca una brecha cambiaria de 87% , tal vez, estabiliza­da pero que difícilmen­te pueda apuntar a la baja en las próximas semanas. A 53 días de las elecciones de medio término, el oficialism­o, aún sorprendid­o por una derrota contundent­e en las primarias, apunta ahora a generar una lluvia de pesos en el intento de recuperar votos y la sensación de vértigo va en ascenso.

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